Bo Ah

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Incheon era una ciudad importante,  Key condujo por allí por un rato para orientarse, luego se detuvo ante una cabina telefónica para buscar la dirección de los Choi, qué haría si no estaban en la guía, no lo sabía, podía significar que se habían mudado o muerto, o simplemente podía significar que su número no estaba incluido en la lista.

Podía haberle preguntado a Minho, pero no había querido pedirle información para ayudarla a hacer algo que él no aprobaba, además, habían pasado diecinueve años, y no había ninguna garantía de que los Choi aún vivieran en la misma casa, incluso si habían permanecido en Incheon.

La guía telefónica no era muy grande, ella la hojeó hasta la B, luego recorrió con su dedo la columna. "Chang.. Chae.. Cheon.. Cho... Choi... Choi Bo ah ." Anotó la dirección y el número de teléfono, luego debatió si debería llamarlos para pedir instrucciones sobre como llegar, decidió que no, porque quería pillarlos de sorpresa, tal como eran, la gente podía disimular sus verdaderas reacciones si les era dada una advertencia.

Así que condujo hacia una estación de servicio, echó gasolina y pidió instrucciones al encargado, diez minutos más tarde conducía lentamente por una calle residencial, verificando los números de las casas, y finalmente se detuvo en el bordillo en frente de una bien cuidada pero modesta casa, parecía como si hubiera sido construida unos buenos cuarenta o cincuenta años antes, con un techado porche pasado de moda de un lado a otro de la parte delantera, la pintura blanca mostraba signos de desgaste pero no estaba en el punto en que uno podía decir definitivamente que la casa necesitaba volver a ser pintada. Un surtido de plantas en macetas tomaba el sol en el porche, pero no había ninguna decoración en el pequeño patio, lo cual le daba una apariencia desnuda, un desconectado garaje de un coche, se arrellanaba a un lado de la casa.

Salió del auto, extrañamente renuente ahora que estaba aquí, pero subió la agrietada acera y ascendió los tres escalones hasta el porche, un banco con óxido asomándose donde la espesa pintura blanca se había desportillado, estaba colocado frente a las ventanas, Key se preguntó si los Choi se sentaban allí afuera durante el verano y miraban a los vecinos ocuparse de sus asuntos.

No había timbre, golpeó sobre el marco de la puerta de tela metálica y esperó, un gato gris y blanco saltó sobre el porche y le maulló curiosamente.

Después de un minuto, golpeó nuevamente, esta vez escuchó pasos apresurados, y su pulso se aceleró con anticipación, con esto llegó una  nausea que lo tuvo tragando con desesperación. ¡De todos los momentos para tener una de sus raras rachas de nauseas matutinas! Sólo esperaba no avergonzarse a sí mismo.

La puerta se abrió, y se encontró frente a frente con una alta y delgada mujer de rostro severo, solo la fina malla metálica separándolos. La mujer no abrió la puerta de malla metálica, en cambio dijo, "¿Si?" con una profunda voz que sonaba oxidada.

Key estaba pasmado por la falta de hospitalidad y empezó a preguntar instrucciones como una excusa para estar allí, planeando irse sin siquiera mencionar a Minho, pero la alta mujer simplemente permaneció de pie allí con su mano sobre el picaporte, esperando pacientemente que Key manifestara sus asuntos antes de abrir la puerta, y algo acerca de aquella fuerza de voluntad tocó una cuerda.

DecisionesWhere stories live. Discover now