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Lauren's POV

Al abrir los ojos, lo primero que vi fue un gran ventanal que daba a una terraza, pero yo estaba dentro de una casa. Alcé la cabeza un poco, algo aturdida, y vi a todo el mundo dormir en colchones hinchables, bajo colchas. Me volví a tumbar y giré la cabeza hacia mi derecha; Camila dormía con los labios entreabiertos. Puse mi mano sobre su cara, y, tras unos largos diez segundos, removió la cabeza, pero mi mano perseguía su cara, y ella estiró el brazo para darme un manotazo.

—Eres imbécil... —Dijo con la voz ronca y adormilada. Me dio otro manotazo, girando la cabeza hacia el otro lado.

Cerré los ojos entonces y me dispuse a dormir de nuevo, pero un nuevo manotazo de Camila en mi brazo hizo que los abriese otra vez.

—Ahora no me puedo dormir. —Se levantó del colchón y caminó hasta el mío, que era bastante más grande, ya que era para dos personas. —Déjame dormir contigo. —Miré sus piernas desnudas, simplemente llevando mi camisa, y levanté la colcha para que ella se tumbase conmigo.

Su cabeza quedó apoyada en mi brazo, y ella giró su cuerpo, quedando de lado hacia mí con una pierna encima de las mías. Torné la cabeza para que mi rostro quedase frente al de ella, comenzando a acariciarle el pelo.

—Sube la colcha... —Susurró Camila, y nos escondimos debajo de ella. A tientas, busqué sus labios y los besé, y este parecía ser la continuación del beso del bar.

Apreté un poco los dedos en su cabeza y hundí la lengua algo más, inclinando mi cabeza hacia ella, bajando una mano al muslo que tenía sobre mis piernas. Su lengua se colaba en mi boca cómo y cuándo quería, y yo la succionaba lento. En la estancia, sólo se escuchaba el sonido de nuestras bocas besándose, nuestras lenguas juntándose y la saliva mezclándose. Noté cómo la mano de Camila se colaba bajo mi camiseta para acariciar mi abdomen, y la mía subió un poco más hasta llegar a su culo.

—Espera... —Separó sus labios de los míos un momento y movió un poco las piernas, pero no sabía que estaba haciendo. —Ya. —Volvió a poner su pierna encima de las mías, pero en esta ocasión yo ya estaba de lado, con mi rostro frente al suyo.

Metí mi mano bajo la camisa, acariciando su abdomen lentamente, pero presionándolo, bajando de nuevo hasta la parte baja de su vientre. Quise tocar a tientas, el borde de su ropa interior y colar allí la mano, pero no había nada. Camila acababa de desnudarse.

Bajé la colcha y dejé nuestras cabezas fuera para poder mirarla gracias a la tenue luz que entraba por la ventana. Bajé mi mano un poco, y acaricié todo su sexo con la mano extendida, viéndola cerrar los ojos.

Conforme mis dedos subieron a su clítoris y comenzaron a frotarlo lentamente, sintiendo mis dedos impregnarse de su espesa humedad. En cuanto mi mano fue algo más rápido, sus labios se entreabrieron soltando un suave suspiro, respirando de forma temblorosa, apretando la mano que había pasado por mi espalda.

Fui más rápido, subí y bajé mis dedos por todo su sexo, subiendo de nuevo hasta llegar a su clítoris y dejarlo presionado un momento con el pulgar, para seguir estimulándola rápidamente. Frotó su pierna con la mía, y bajé el dedo estimulando con formas circulares su entrada, mientras que con el pulgar seguía estimulando su clítoris. Los suspiros que soltaba Camila contra mi boca se convirtieron en débiles jadeos, hasta que sonrió un poco, y entonces aparté la mano. Me besó más lento, y me tumbé boca arriba en el colchón.

Con su cabeza apoyada en mi hombro, Camila comenzó a besar mi cuello, lentamente, y su mano se coló por mi pantalón, bajo mi ropa interior, y comenzó a acariciarme de la misma forma en que lo hice yo. Me mordió el cuello y entonces sí que me perdí, su mano cada vez iba más rápido, y la sensación de placer que me producía era algo indescriptible. Levanté una pierna y apoyé el pie sobre el colchón para que la mano de Camila no se notase tanto al moverse bajo la colcha. Fue más rápido aún, y solté un suspiro de placer, sintiendo cómo iba más rápido cada vez que se movía. Me puse el brazo por encima de los ojos, intentando luchar con el pequeño gemido que amenazaba con salir cada vez que presionaba mi clítoris. Sus mordiscos en mi oreja, los lametones y chupetones en mi cuello no ayudaban a que aguantase nada.

la chica del maíz; camrenWhere stories live. Discover now