Deseo X

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"Que Jong Woon hyung me odie " 

El menor suspiró al ver entrar el segundo ramo de rosas del día, sobó su sien agotado de esa rutina que amenazaba con destrozar la poca paz que quedaba en su vida. 

  — ¿Sucede algo?, ¿quieres qué devuelva ese también?

Miró a su amigo Youngjae que le miraba desde el otro lado del escritorio un poco preocupado. Con un suspiro asintió, su amigo con rapidez se acercó al joven que sostenía el inmenso ramo y le dijo amablemente que podía devolverlo. 

Al menor le entraron unas ganas inmensas de llorar, su situación estaba volviéndose desesperante. Jong Woon le enviaba regalos extravagantes cada día a la academia donde ejercía como maestro, además de que lo llamaba constantemente y en las noches cuando hablaba rogaba su perdón.

Abandonarlo fue una decisión demasiado dura, pero necesaria. Cada segundo junto a él se había convertido en algo asfixiante, pero ahora creía que se sentía peor. ¿Era normal llorar cada noche como un niño pequeño y lamentarse hasta ser víctima del sueño? No lo sabía, pero se sentía tan vacío, le hacía mucha falta.

Cada día una parte de sí mismo moría, cuando despertaba solo se preguntaba si podría volver a ser como cuando eran niños. Cuando sonreían tranquilamente y se tomaban de la mano con la suficiente inocencia que denotaba su amor. Tal vez todo se quedaría en simple deseos.

Pero, así mismo como lo recordaba, se obligaba a pensar en todos esos momentos en que le había lastimado, en aquellos tratos que lo fueron hiriendo y apartando poco a poco de él. Joder, le necesitaba tanto. Anhelaba hallarse envuelto en sus brazos, besarlo y repetirle hasta el cansancio cuanto le amaba.

Maldito masoquismo.

Su celular sobre el escritorio vibró, al ver la pantalla no se extrañó  a ver el nombre de Jong Woon. Su corazón se emocionó, pero así mismo se torturó diciendo que era demasiado difícil abandonarlo.

— Ryeowook, ¿te encuentras bien?

Miró a su amigo con pesar, estaba cansado, no sabía si iba a poder salir bien de esa situación con Jong Woon. Estaba seguro que en cualquier momento caería de nuevo en sus brazos y se preguntaba si podría hacerlo cambiar para entonces.

  — Ay, Youngjae.

Su amigo se acercó rápidamente y lo rodeó con sus brazos, le cobijó con cariño mientras le acariciaba. Estaba mal, estaba muy mal ese pequeño. Allí dejó que se lamentara, eso era lo único que podía brindarle en ese momento. 

Cuando sintió que se calmó lo soltó y le ayudó a secar las lágrimas, sus ojos rojos denotaban su cansancio y la lucha interna que estaba manteniendo. No podía decirle nada, todo lo que creía que podía alentarlo ya se lo había dicho, además sus padres lo estaban cuidando bastante bien para que pudiera sobrellevarlo.

—Quiero ir a casa.

Se puso en pie.

—¿Quieres qué te acompañe?

Negó con una sonrisa.

— Quiero estar solo.

Accedió a la petición de su amigo y le vio marchar arrastrando su amor en el suelo, esperaba que ese dolor culminara de una buena manera.    

Ryeowook salió de la escuela y tomó un taxi, en ese momento sintió que su vida transcurría como una película, una de la cual él no hacía parte. Era como si cada persona tomara su guion e interpretara un papel, y el de él había culminado. Siempre se había preguntado acerca de esa expresión que dice que uno puede llegar a estar muerto en vida, ahora lo experimentaba perfectamente.

Doce deseosHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin