Deseo XI

1.2K 190 62
                                    

"Que Jong Woon hyung me olvide" 

Jong Woon entró a su antigua casa como un extranjero que llega a un lugar olvidado. No le sorprendió el fétido olor que golpeó su rostro cuando entró, la mezcla de alcohol y cigarrillos de una manera u otra ya le era familiar en ese mundo en que se había sumergido. Ese sitio lúgubre se asemejaba a su apartamento, el silencio que primaba era tan familiar que se preguntó si realmente había salido.

Pero, confirmó que no era así cuando vio colgada en una de las paredes la fotografía del día del matrimonio de sus padres. Su omma vestía un elegante traje blanco que se ceñía a su silueta, tenía una silueta casi celestial, como un ángel. A su lado, un hombre mucho más corpulento y alto enlazaba su brazo de manera  acogedora, su traje negro combinaba a la perfección con sus cabellos negros y brillantes. Ambos sonreían a la cama. No existían miedos, ni la advertencia de una pronta muerte que los separaría, tal vez sólo pensaban ese mañana, uno que ahora ya no existía.

Se adentró cerrando la puerta tras de sí, los amargos recuerdos de su adolescencia brotaron como una semilla que echa raíces. Por su mente pasó la rápida idea de huir y desistir de los documentos que necesitaba, podía conseguirlos en algún registro viejo. Pero, el mismo veneno que lo alejaba le instaba a aferrarse a la causa de todo, a enfrentar y abrir sus heridas que era lo único que aseguraba su existencia.

En la sala de estar su padre estaba sentado, miraba un punto en techo con una mirada que realmente estaba lejos de allí. Vestía una pantaloneta percudida y una camisa malgastada, su aspecto andrajoso se acompañaba por su barba crecida como el carbón por su rostro y unos cabellos desordenados salpicados por hollín. Hizo una mueca y se mantuvo en el umbral esperando una reacción, buena o mala, pero la esperaba. Young apenas le miró de reojo y esbozó una sonrisa acomodándose.

—El maldito perro ha regresado.

Su voz no había cambiado, ¿cuántos llevaba sin verle? ¿Siete? puede que incluso más, pero realmente no le importaba. Su relación se había roto completamente y apenas hablaban para cosas de la empresa, porque la última vez ninguno de los dos había terminado bien.

 — Necesito unos documentos.

— Tú necesitas muchas cosas, chico— Se puso en pie causándole un temor que hace años no sentía—. Empezando por un psicólogo.

— Son unos contratos de hace cinco años— Continuó, ignorando sus palabras—, unos proveedores de China con los que firmaste, hay unas licitaciones que necesito.

— Cuéntame, ¿Ryeowook ya regresó o se dio cuenta de lo poca cosa que eres?—Jong guardó silencio, no  iba a seguirle el hilo. Young esbozó una sonrisa que le revolvió el estómago—Por lo visto no lo ha hecho, el marica no es tan estúpido. 

Jong dio unos pasos hacia la escalera y puso su pie derecho en el primer escalón. Apretó el pasamano luchando contra la gastada madera.

— Ese no es tu problema.

Young se acercó a él, casi amenazante, retándolo con sus palabras.

— Vamos, Ryeowook no es estúpido. Incluso él sabe que no vales nada, que tu vida es insignificante y vacía.

Jong esbozó una sonrisa.

— No soy como tú.

— Claro que no— Se inclinó levemente hacia él— Tú eres peor, más hueco, más desdichado. Un enfermo que no tiene nada que ofrecer.

—¡Cállate!  —Gruñó.

— Vamos, sabes que tengo razón. Al menos a Jungsoo lo mató una enfermedad, pero tú matas a Ryeowook en vida.

Doce deseosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora