Capítulo 3

131 18 0
                                    

—Tranquilo, papá, no es tan terrible. No te preocupes.—Joshua sonreía levemente al oír a su padre, que no dejaba de repetirle que no le importaría ir a buscarle al instituto como hacía siempre. —Disfruta de tu cita con mamá. Claro, me prepararé algo. No te preocupes. De acuerdo, dile que la quiero. Disfrutad de la película.

Colgó la llamada y se guardó el móvil en el bolsillo. Hacía un clima agradable, tal vez había demasiado viento para su gusto, pero no importaba. Suspiró suavemente y sujetó su cartera por delante con ambas manos, repasando mentalmente lo que le quedaba por organizar. Tal vez iban a necesitar un miembro más en el concejo estudiantil, porque estaba claro que con solo tres personas no daban abasto.

De repente llegó el tren, y con él varias personas que corrían para no quedarse fuera. Cuando las puertas se abrieron delante de él, se aseguró de que no quedaba nadie más por bajar antes de entrar en el vagón. Estaba más lleno que de costumbre, pero logró encontrar un hueco al lado de la puerta. Sacó un libro de su bolsillo y rápidamente se ubicó en su página. El pescador estaba a punto de atrapar el enorme pez. Joshua estaba tan absorto en su lectura que apenas se dio cuenta de que el vagón comenzaba a vaciarse. Solo faltaban cinco paradas para llegar a su destino. Cuatro paradas, y finalmente levantó la cabeza. Tres paradas, y cinco personas bajaron; él guardó el libro. Dos paradas, y sintió un olor a mandarinas muy cerca de él. Pestañeó un par de veces, sorprendido. No era un olor muy habitual en un vagón de metro. Buscó con la mirada al dueño de ese aroma, y enseguida se fijó en un chico, al otro lado del vagón, que le miraba fijamente. Tenían a unas ocho personas entre ellos, pero el chico comenzó a avanzar hacia la puerta. Joshua no tardó en comprender que no avanzaba hacia la puerta, sino hacia él. A medida que avanzaba el olor a mandarinas se hacía más y más fuerte. Casi podía imaginarlas delante de él. Estaba a menos de dos metros cuando el tren se detuvo. Joshua no le había quitado los ojos de encima, y el chico tampoco, pero tuvo que apartar la mirada para asegurarse de que esa era su parada. Lo era. Rápidamente, su cerebro reaccionó y lo sacó de ese trance en el que había entrado por alguna razón. Salió de su esquina y bajó del vagón de un salto, dejando al chico clavado en el sitio y con expresión perdida. Se forzó a no darse la vuelta y caminó rápidamente hacia la salida. De haberse girado, habría visto como el desconocido lo seguía con la mirada mientras las puertas se cerraban, y susurraba algo que nadie más escuchó.

Podría ser peor ♥ JunShuaWhere stories live. Discover now