Petición

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-¿Puedo preguntarte algo Zoro?- dijo Sanji muy decidido a saber la verdad.

-"Me ha llamado Zoro" claro, dime- contestó poniéndose serio.

-Hace tiempo dijiste que no deseabas tener una persona especial aparte de tu madre por que eso te haría débil, débil al tener que preocuparte por otros, débil por no ser capaz de concentrarte en tus metas,... yo...¿me he convertido en tu debilidad?- dijo mirándolo directamente.

-"¿Mi debilidad? Nunca lo pensé, casi toda la vida he estado con él, hemos compartido muchos momentos y yo, ¿lo considero más que un amigo?, ¿cómo un hermano?, ¿cómo un miembro de mi familia?, o tal vez... no, eso no... solo se que quiero estar cerca de él, que nadie lo lastime, me sobresalto por cada cosa mala que le pasa o le podría pasar, no soporto ver que otros se le acerquen y la mayor parte del tiempo pienso en él... tal vez tú" si eres mi debilidad- dijo sin querer, al darse cuenta de que lo último no lo había pensado levantó la mirada sin saber cuando la había desviado, pero lo que vio lo dejó perplejo.

Al escuchar esas palabras bajó la mirada y no pudo soportar el dolor que le provocaron, su cara se veía lastimera, incluso más que al saber que aquella mala experiencia no fue una pesadilla, esas simples palabras fueron el detonante perfecto para la poca cordura que le quedaba en su corazón, por alguna razón sentía como se le partía –ya veo- dijo haciendo que su voz sonara normal, más sus gestos transmitan lo opuesto, Zoro no lo soportaba, pues no quería ser el causante de su sufrimiento.

Queriendo contradecir lo anteriormente dicho intentó –Sanji yo- más fue interrumpido por las féminas que entraron en ese instante viendo como Sanji levantaba rápidamente la cabeza dirigiéndoles una gran sonrisa que aun que nadie más se diera cuenta, era fingida.

-Cariño, el profesor que te ayudó vino a visitarte- dijo la rubia muy feliz al ver a su hijo sonriendo, y aun que muy en el fondo algo le daba un mal presentimiento, lo dejó de lado creyendo que era por el miedo que aun permanecía de los días anteriores.

-Gracias mamá- dijo viendo como detrás de estas aparecía el tutor del club al que pertenecía, Zeff –hola viejo, parece que te has comprado una nueva pata de palo- dijo el rubio sabiendo lo mucho que le molestaba sus apodos.

-tsk mocoso- dijo conteniendo las ganas de golpearlo –"está herido, está herido"- se repetía.

-por favor, ¿podrían salir?, necesito hablar a solas con el viejo-

No sabían por que, pero se retiraron, y aunque uno de ellos aun tenía que remediar sus palabras decidió darle su espacio, al menos hasta saber que le diría realmente.

-Debe ser algo importante para que quieras decírmelo solo a mí- jamás lo demostraba pero le había nacido un cariño paternal por el rubio, por eso cuando lo encontró su semblante tranquilo de siempre se alteró.

-Antes que nada, debo darte las gracias, desde que supe donde estaba decidí ir a tu casa, pero mi cuerpo no resistió... tal vez solo fue suerte, pero me encontraste y por eso aun estoy vivo, así que, gracias- dijo bajando la cabeza levemente en señal de respeto.

-Realmente fue suerte, no tenía planeado salir ese día, pero no creo que sea algo para decir en secreto- dijo indiferente, cuando en el fondo realmente le hubiera gustado ser más expresivo, pues no quería que Sanji se tomara a mal su tono.

-en realidad, hace unos días escuché unos rumores y quisiera preguntarte sobre su veracidad-

-Adelante- dijo sin más.

-¿Es cierto que te ofrecieron un contrato para trabajar de chef principal en otro país?-

-si, en Francia- respondió un poco extrañado.

-¿En ese contrato, te dan opción a llevarte a alguien como mano derecha o ayudante?-

-así es, pero decidí ir solo, aun que aun no informo a la compañía-

-entonces aceptaste, ¿cuándo debes partir?-

-pasado mañana- cada vez le parecía más extraña la conversación

-...yo...¿puedo ir contigo?-

-...eh?... ¿entiendes lo que me pides mocoso?, el contrato es por 3 años, y si te incluyo no podrás volver hasta que finalice-

-es justo lo que necesito- dijo cambiado a una expresión dolida –debo olvidar lo que me pasó, y como mejor que haciendo lo que me gusta, podré seguir aprendiendo de ti... y además... se que fuiste reconocido nacionalmente como mejor peleador de artes marciales mixtas antes de convertirte en cocinero, yo... debo hacerme fuerte... para que no me vuelva a pasar nada similar... necesito... que me ayudes- pidió.

Zeff no sabía que responder, no tendría problemas en el trabajo por que las habilidades del chico eran buenas y aprendería rápido pero... -supongamos que digo que si, ¿qué pasaría con tus estudios?-

-...Si no te molesta... asistiría en las mañanas o incluso en las noches si se me llegara a cruzar el horario con el trabajo-

-¿y quien lo pagaría?, la compañía no cubre ese tipo de gastos-

-estoy seguro que podré convencer a mi madre-

-...¡¿Aun no se lo has dicho?!...- gritó enfurecido -¡¿y que si no está de acuerdo?!-

-Lo estará, ella quiere lo mejor para mí, después de todo, es mi madre, ella entenderá que necesito alejarme y me apoyará- dijo con toda seguridad.

-tsk... está bien mocoso, vendrás con migo, siempre y cuando tu madre esté de acuerdo-

-¡Si!- dijo emocionado – hoy mismo le diré.

Después de aquello se quedaron conversando durante horas, ya sea del colegio o del viaje. El rubio mostraba una alegría verdadera y eso le gustaba a Zeff, sin embargo, ninguno se percató del tiempo hasta cuando ya pasaban de las 6 pm.

Zeff se despidió de la madre y el hijo, para después retirarse. Apenas salió Sanji preguntó -¿Y el marimo?-

-Su madre se lo llevó, dijo que vendría mañana por la tarde, ¿por qué?, ¿sucede algo?- preguntó feliz.

-no, es solo que... ¿podemos hablar?- preguntó un poco nervioso.

-claro hijo- se dirigieron a la sala y se sentaron en diferentes sillones –dime-.

-esto puede ser difícil pero quiero que me entiendas- continuo por un rato viendo de vez en cuando la postura de su madre, quien solo apretaba sus temblorosas manos entrelazadas cada vez más y ocultaba la mayor parte de su rostro con su largo cabello. Al terminar esperó a que su madre le respondiera.

Fueron los minutos más agobiantes de su vida, su madre parecía meditar cada palabra, hasta que levantó su rostro y con los ojos acuosos lo miró y al ver solo determinación en su mirada esta dijo –está bien hijo, yo entiendo que quieras olvidar lo que te ha pasado, necesitas espacio, incluso de mí- decía sin poder seguir reteniendo sus lágrimas.

Sanji veía como de aquellos ojos de color iguales a los suyos se desbordaban ríos de dolor, ya sin poder soportarlo se levantó y la rodeo con sus brazos, quedándose en esa posición por largo tiempo, hasta que la mujer se calmó y tan solo con un beso en la frente y unas palabras de –mañana quiero hablar con tu profesor- se dirigió a su habitación. 

Una Vida ContigoWhere stories live. Discover now