Quiero verte

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Los primeros seis meses se comunicaban por video llamada todos los días, y aun que al principio le costó horrores aprender a utilizar la computadora logró hacerlo.

No entendía por que, pero desde que Sanji se había marchado su sentido de la orientación había decaído al hoyo mas profundo, no es que antes fuera excelente pero a comparación a la fecha actual era como comparar el cielo y el infierno. Aun que claro está que jamás admitiría que se perdía a cada minuto.

Entre las conversaciones diarias muchas veces quiso preguntarle sobre aquel beso que le había dado y que gustoso había correspondido, pero no pudo, algo siempre se lo impedía, como si no fuera el momento oportuno.

El el septimo mes no le había contestado ni una vez y al llegar al octavo, cuando por fin volvian a conversar todo fue cambiando, Sanji le ponía excusas para que solo hablaran por teléfono, por alguna razón no quería que lo viera y tras algún tiempo dejó de insistir sabiendo que este no daría su brazo a torcer.

Pasó el año y poco a poco se comunicaban menos, ya sea por el colegio o por el trabajo, Sanji casi no tenía tiempo, así que dejó de llamarlo tan continuamente para no ser una molestia.

Se podría decir que la relación de amigos inseparables que tenían se iba perdiendo con el pasar de los años.

Este día es muy especial, ya estaba en último año del colegio y ese era el último día de clases, no sabía como, pero había logrado pasar las materias, aun que con las justas, debía admitir que sin Sanji como tutor fue demasiado difícil, más para su suerte se hizo amigo de un grupo muy particular que lo ayudaba a estudiar y que ahora los consideraba sus amigos.

Pero eso no era lo mejor, el día de ayer la madre de Sanji le había dicho que el cejillas regresaría en una semana.

Intentó no mostrar emoción alguna, pues su carácter no es muy expresivo, pero estaba seguro que las mujeres se habían dado cuenta de que la persona que más feliz y emocionada estaba por el regreso del rubio era Zoro.

Quería verlo, hablar, pelear con él, incluso hasta... tocarlo... se preguntaba cuanto habría cambiado.

Él ya media 1.78 m y según el doctor seguiría creciendo, su cuerpo estaba mucho más musculoso y fornido. Siendo considerado el mejor en kendo a nivel colegial, muchas chicas se le pegaban e intentaban al menos tener una noche con él, y aun que lo había intentado, jamás pudo tan siquiera besarlas, al momento de acercarse al punto de casi topar sus labios la imagen de Sanji le venía a la cabeza y se alejaba, se rindió a la tercera vez que lo intentó al darse cuenta que el cejillas no saldría de su mente.

Contaba los días para verlo, creía que tal vez el tiempo se llevaría aquel sentimiento tan extraño que tiene al tan solo recordarlo, pero no fue así, al enterarse que volvería su corazón vibro como nunca, y aun que jamás lo admitiría y mucho menos lo demostraría, quería verlo ya!.

La semana pasó mucho más lento de lo que le gustaría, Zeff había llamado la noche anterior informando que llegarían a las 11 del día y que él se encargaría de llevar a Sanji a su casa.

Por fin era el día, intentaba tranquilizarse para que su rostro no mostrara expresiones comprometedoras mientras esperaba "tranquilamente" sentado en un sillón, dirigiendo su mirada al reloj que parecía haberse detenido.

Ahí estaba, en plena sala tratando de no levantarse y romper ese maldito reloj, con su mirada sería y semblante regio. Deseaba tener en frente a Sanji y preguntarle de una buena vez que había significado aquel beso para él, pues aun que al principio no lo había entendido, tenía una idea de lo que le había provocado y para comprobar que sus sospechas eran ciertas necesitaba hacerlo una vez más, necesitaba... besarlo.

Se encontraba en su mundo cuando escuchó el timbre de la puerta e intentando calmarse para no salir disparado a abrir, esperó a que las mujeres se dirigieran a la puerta y no fue hasta que escuchó la voz algo cambiada de Sanji que se levantó y despacio fue hacía él.

Al encontrarse lo observó de pies a cabeza, no era muy inteligente, pero ni el más cerebrito del mundo podría dar con la palabra exacta para describir lo hermoso que estaba, tenía casi la misma estatura que él, además de que su cuerpo un poco más musculoso en vez de quitarle aquel encantó de hace 3 años lo intensificó aun más, de lo que estaba seguro era que muchos estarían tras él como perros tras un hueso, y lo peor es que él no sería la excepción, pues nada más verlo algo en su pecho y en su entrepierna se encendió, definitivamente Sanji fue, es y seguirá siendo el único capaz de provocarle tantos sentimientos a la vez.

Ya no necesitaba el beso para comprobar sus sospechas, pues con una simple vista le había bastado, pero claro estaba que no por no necesitarlo se privaría de dárselo, ahora más que nunca deseaba estar a solas con él.

Teniéndolo cerca se sentía completo de nuevo, y aun que actualmente tenia amigos ninguno se comparaba a él, Su rubio.

Lo que para ellos parecían horas, para Zeff y las mujeres fueron minutos en los que pudieron comprobar que ellos no necesitaban palabras, sus miradas fijas en el otro lo demostraban todo, tan solo un completo idiota no se daría cuenta de la conexión tan profunda que compartían.

Una vez Zeff se despidió de los presentes, las mamás dijeron que iban a salir a comprar algunos víveres para preparar una cena en la noche, aun que claro estaba que solo querían una excusa para dejarlos solos.

Una Vida ContigoWhere stories live. Discover now