Capítulo 3

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¿Qué mejor manera de pasar un rato agradable con el ser amado que preparando un delicioso postre? Ya se que existen otras muy atrayentes pero, yo no olvido lo que decía mi abuela: Al corazón de un hombre se llega por el estomago ¿Por qué no averiguarlo? Yo creo que si tenía razón.

Apasionadamente rico, K. Candy.

- ¡No! ¡suelta ese cuenco! – Candy se había esforzado durante aproximadamente veinte minutos para no gritar, pero para todo había un límite. – Honey... Honey... ven aquí cariño. – Moduló su tono para que ya no pareciera un grito, aunque no había calculado que su voz saliera desesperadamente angustiada. - ¿Quién rayos te puso Honey? – Susurró para si mientras avanzaba rumbo a la pequeña de cuatro años que de dulce como la miel no tenía nada. La niña poseía la inteligencia, astucia y veta malvada de alguien mucho mayor y al verla acercarse no corrió como hubiera hecho otro niño con una buena salud mental si no que le lanzó una sonrisa decididamente maligna y tomó entre sus manitas el precioso cuenco de vidrio, el cual ella no tenía la menor idea de cómo había llegado a parar a sus diabólicas manos y lo alzó en un claro gesto de que tenia la intención de estrellarlo contra el piso. – Si lo haces juro por Dios... - La niña hizo ademán de tirarlo. ¡No, espera! – ¡Dios! Estaba siendo reducida a nada por un monstrito de cuatro años.

- ¡Quiero de chocolate! – Refunfuñó recordándole el por que había empezado todo.

- Pero si las de vainilla saben divino. – Volvió a repetirle.

- ¡las odio! ¡Quiero galletas de chocolate!

- Tu mami dice que el chocolate no te sienta bien. – Susana era un ángel y aun no tenía idea de por que había procreado semejante criatura y tampoco tenía idea de por que había accedido a cuidarla esa tarde si ya sabia que Honey era un diablito miniatura. – Me debe una grande, grande. – Volvió a hablar consigo misma e intentó con suma cautela llegar a la niña.

Su día iba en picado, había quedado como alguien con nulo coeficiente mental enfrente de... Drake <Pasión Oscura, cosa bella, ángel negro...> para luego atreverse a hacer negocios con Joshua, que era como se llamaba su hermano ¿tenía vena masoquista? Oh, si señor, la tenía. Por que después de que Drake anunciara los beneficios conseguidos ese mes por determinado contrato y que la empresa festejaría con una fiesta ese mismo fin de semana y después de que todos los empleados reunidos hubieran estallado en aplausos él se había ido del brazo de una bella mujer.

Una mujer que para colmo de sus males no tenia pinta de ser solamente una chica bella de grandes atributos delanteros y cero cerebro. No, tenía la pinta de ser toda una ejecutiva, mujer poderosa vestida a la última y con ese aire de seguridad y arrogancia que cualquier revista de modas e incluso de finanzas pediría para una portada. Suspiró derrotada. Lo mejor que podía hacer era poner tierra de por medio y no volver a poner un pie en el edificio. Ya se lo sacaría de la cabeza, cuando hicieran pedidos enviaría a Sally o a Walter dos de sus ayudantes. Pero ella ni loca buscaría contacto con cosa alguna que se lo recordara. Sin embargo lo propuesto por Joshua había sido demasiado tentador para ella. Le había pedido que se encargara de proporcionar los postres para la fiesta, nunca habían hecho algo parecido le había comentado, pero a su hermano le habían fascinado todos los postres que había probado de "Creaciones Apasionadas" y él mismo había dicho que seria otra manera de recompensar a los empleados que también se habían vuelto adictos. Ella cortésmente le había dicho: Gracias pero tengo demasiado trabajo y no puedo encargarme de ese evento con tan poco tiempo... se calló en cuanto oyó la cifra que le ofrecían. Su corazón a salvo valía más pensó y reuniendo todo su coraje se negó de nuevo. Joshua no solo aumentó la cifra haciendo que quedara boquiabierta si no que había jugado su As.

El dulce sabor del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora