Capítulo 16

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Toda buena repostera debe presumir de no desperdiciar

Innecesariamente de los ingredientes, la cantidad debe

Ser la justa y necesaria, nada más, nada menos.

Apasionadamente rico. K, Candy.

La mañana la había iniciado en una enorme cocina estilo antiguo, pese a su renuencia de estar allí, la verdad es que Candy había encontrado de lo más hermosa la cocina y su mal humor se había disipado al ver sus muebles de roble oscuro, el enorme horno y una cantidad increíblemente grande de ingredientes gourmet que harían la delicia de cualquiera, bueno, cualquiera como ella, amante de la creación de pasteles y postres.

Se puso el delantal y prescindió del gorro característico de chef, recogiéndose el pelo en un moño alto y sujetando cualquier cabello rebelde con un pañuelo de colores. En minutos sonreía abiertamente al ver la excelente calidad de los productos con los que cocinaría.

- Esta casa es impresionante. – Dijo Silk entrando por la puerta que daba al patio trasero.

- Vaya, hasta que al fin apareces. – Candy contestó mientras medía harina y la depositaba en un cuenco.

- Te veo más calmada, esta mañana no dejaste de maldecir todo el camino hasta acá, pobre del chofer.

- Le haré un pastelito especial, con ello espero que después no diga que traía un par de brujas en el auto.

- ¿Un par? Eso me suena a mucha gente, eras tú la que no dejaba de rabiar.

- Cierto. – Dijo y siguió agregando ingredientes al cuenco.

- ¿Se puede saber en dónde está toda esa gente para la que cocinarías? – Preguntó de pronto Silk.

- ¿Me lo preguntas a mí? ¿No eras tú la que fue en "misión de reconocimiento"?

- Se me olvidó en cuanto vi los hermosos alrededores y todas esas flores. – Se acercó y se metió una frambuesa en la boca. – Deberías hacer mermelada, estas frambuesas están divinas.

- Conversar contigo es entrar en una montaña rusa verbal. – Candy le dio un manotazo al ver que intentaba tomar más fruta.

- No podrás negar que te diviertes. – Le sonrió mientras registraba todos los paquetes y cosas distribuidas por la mesa.

- Entonces... ¿No has visto a nadie por la casa? – En otras palabras eso era ¿No has visto a la Barbie?

- Aparte del chofer que nos trajo, sólo al jardinero y no, no he visto a ninguna Barbie por aquí.

- ¿No es raro? – Preguntó Candy sin molestarse en asombrarse por lo bien que la conocía Silk.

- Seguro no tardan en llegar.

- En ese caso ¿Por qué no te pones a ayudarme de una buena vez? – Le gruñó.

- Que yo sepa vine de acompañante no de ayuda de cocina. Está bien, está bien. – Dijo rápido al ver cómo le impedía tomar más frambuesas.

Dos horas después.

- Juro que no lo entiendo. –Decía Candy resignada mientras observaba a Silk moviendo enérgicamente con una cuchara de madera un recipiente. – No eres mala para esto, es que eres pésima.

- ¡Oye!

- Eres un genio para crear ropa íntima femenina, pero para hacer postres me temo que no...

El dulce sabor del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora