Capítulo 5

20.3K 2K 160
                                    

- Por tercera ocasión ¿estás bien? – Silk preguntaba mientras con gran deleite comía fresas bañadas en una salsa de chocolate que de simple no tenía nada gracias a los demás ingredientes de los que no tenía idea cuales eran pero que Candy había puesto allí, y eso era Candy, dulce pero también nada simple y sí algo complicada y para su frustración en esos momentos era misteriosa.

- ¿Qué te hace pensar que no lo estoy?

- Bueno... - Tenía que admitir que Candy había disimulado bien, la había encontrado algo distraída al llegar, pero se las había arreglado para charlar, pero en cuanto un joven entró y pidió una rebanada de Pasión Oscura, Candy se había puesto roja como un tomate y en lugar de dar lo que le habían pedido había dado al pobre chico una enorme rebanada de tarta de manzana. Al menos el cliente no había protestado después de llevarse la primera cucharada a la boca. Observó a Candy tratando de averiguar que rayos pasaba. Ella era tan tranquila, solo había algo que la ponía totalmente rara y ese era... oh, oh... - ¡Drake Kensington!

- ¿Qué? – Candy intentó añadir un matiz extraño y ajeno a su voz, pero ahí venía el color rojo a su cara de nuevo y Silk soltó una carcajada.

- Cuéntamelo todo, lo harás tarde o temprano, mejor ahora ¿no crees? No dudes que te incordiaré hasta el cansancio. Deduzco que sigues en estado de shock y por ello andas en la luna y que todo tiene que ver con tu Pasión Oscura.

- ¡Rayos!

- Tu cara a veces es un libro abierto, al menos para mí. – Ignoró el gesto de frustración de Candy. – Venga, suéltalo ya.

- Estuvo aquí. –A favor de su amiga tenía que decir que no había dado un grito o algo así, veía sus enormes ganas por saber más, sin embargo admiró su gran autocontrol. – Entró de pronto a la cocina y dijo que quería conocer a la creadora de los postres. Sally le dejó entrar y aun no entiendo por que no me avisó antes.

- Que ingenua. Sally le hubiera dejado destrozar el lugar a cambio de una de sus sonrisas y puedo apostar que le dedicó una a juzgar por la facilidad con la que le dejó entrar, digo, yo lo hubiera hecho.

- ¿Ah si?

- Claro, sobre todo por que vino personalmente a verte querida.

- ¿Sólo por eso?

- El hombre es guapo, niña, guapísimo. También por eso.

- ¡Ey! Que le diré a tu marido.

- Él sabe que yo admiro las cosas bellas, pero que él es lo más hermoso del mundo para mí. – Suspiro dramáticamente mientras ponía ojos de borrego a medio morir.

- ¡Santo cielo! No empezaras a darme la lata con tu tema favorito ¿verdad? – No había que ser experta para saber cual era el tema favorito de Silk: La historia de amor entre ella y su esposo. Era preciosa, de hecho. Solo que ella ya había perdido la cuenta del número de veces que la había escuchado.

- Si no quieres que empiece prosigue por favor.

- Está bien, pues nada, que llegó cuando intentaba evitar que Honey acabara con toda mi harina. Solo que la escena que encontró pues... - Le contó todo, no tenía caso no incluir todos los detalles, pero aun no le dijo el final.

- No puedo creerlo – Silk casi lloraba de la risa. - ¿Así que vino y se puso a cocinar galletitas contigo? Esto indica algo... algo más... - Los ojos de su amiga empezaron a ponerse en plan soñador y para su desgracia también conspirador.

El dulce sabor del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora