Capítulo 22

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Probar, probar y probar.

Es la clave para que todo al final salga bien.

Nada sale perfecto nunca a la primera.

Apasionadamente rico. K. Candy.

- Nada sale perfecto nunca a la primera....- Decía Silk siguiendo a Candy por toda el área de cocina.

- Ajá. – Se limitó Candy a contestar mientras tiraba con todas sus fuerzas una gran cantidad de masa a la mesa.

- ¿Es que nos vas a escucharme?

- Te estoy escuchando. – Matizó cada una de sus palabras. – Y debo añadir que me has dicho lo mismo desde que volvimos. Me disculparás si es que lo siento repetitivo. –Dijo ironizando.

- Él por lo menos tiene derecho a que le dejes dar explicaciones ¿no crees?

- Bueno, quizás tengas razón. – Candy volteó hacia su amiga y vio como Silk esbozaba una sonrisa tan grande que temió se le saliera de la cara y para evitar tal cosa remató diciendo.- Por supuesto que debo dejar que me explique porque cuando me puso sobre su cama encontré otra mujer entre las sabanas. – La sonrisa de Silk desapareció. - ¿Hay explicación para ello?

- ¡Claro que la hay! Se equivocó de cuarto esa loca. Tú simplemente saliste de allí y no te permitiste ver que fue una simple equivocación de habitación.

- ¡Lo único que quiero que me expliquen es porque en este momento pareces más amiga de él que de mí!

- Porque soy tu mejor amiga no pienso permitir que dejes ir a ese hombre solo por un mal entendido.

- ¿Mal entendido? ¡Mal entendido! – Explotó Candy. - ¿Desde cuándo encontrar otra mujer en la cama del hombre con el que estás a punto de hacer el amor es un mal entendido? ¡Desde cuando! ¿Tienes una maldita idea de lo que sentí cuando esa estúpida dijo... dijo...? – No pudo más y se echó a llorar mientras Silk la abrazaba. A su favor podía decir que era la primera vez que lo hacía, se había obligado a no permitirse derramar una lágrima por él. Esa actitud la estaba consumiendo más rápido. Tenía ya una semana que todo eso había pasado y ella simplemente era una autómata que caminaba, comía y trabajaba, sobre todo trabajaba. Sin permitirse sentir más.

Sus sueños se estaban realizando con presteza ese día fatídico, debía haber analizado que las cosas no sucedían así, que los sueños rosa de amor no funcionaban de esa manera.

Era alguien que había estado dispuesta a irse a la cama con él y claro, Drake no iba a desperdiciar la oportunidad que ella tontamente le había dejado en bandeja de plata. Si ella no caía, tenía el repuesto esperando desnuda en su cama.

Aun recordaba con dolorosa intensidad los acontecimientos. Él la había tomado en brazos y llevado a la habitación que estaba en penumbras. Ambos reían contentos, excitados y ella por supuesto supremamente feliz, a trompicones habían dado con la cama y él sin mucha ceremonia la había dejado sobre ella, cuando Candy había empezado a acomodarse se topó con una larga pierna que a juzgar por su textura lisa era de una mujer. Paró en seco y exclamó:

- ¿Qué rayos...?

- Llegas tarde bebé. – Dijo una voz femenina que imprimía toda la sensualidad que podía a su voz. Drake quedó estático sin decir una palabra. – Dijiste que no tardarías, pero no dijiste que traerías compañía.

- ¿Qué haces aquí? – Dijo él por fin.

- Lo que tú me pediste. –Para entonces Candy había saltado de la cama y se dirigía la puerta. Drake la detuvo con una mano.

- ¡Suéltame! – Gritó ella dolida y forcejeando por que la liberara, pero él no lo hizo.

- Espera, esto no tiene sentido. – Suplicó él.

- Claro que lo tiene bebé. – Replicó la mujer desde la cama – estoy aquí porque tú así lo querías, no me dijiste nada de un trío, aunque... ella no se ve muy cooperativa.

- ¿Un trío? – Preguntó Candy furiosa.

- No... Yo... - Fueron sus últimas palabras porque con la mano libre, Candy le cruzó la cara de una sonora bofetada logrando al fin ser liberada. Corrió por Silk a la fiesta y la arrastró a sus respectivas habitaciones, diez minutos después ella salían del lugar. Drake nunca la alcanzó si es que acaso lo intentó, probablemente estaría revolcándose con aquella tipa sin reparo alguno y esa era la parte que más le dolía.

Rato después de llorar a gusto y sentada una frente a la otra comiendo helado, Candy por fin le contaba todo a Silk, simplemente le había dicho que las cosas no habían funcionado y que había otra mujer involucrada, no había dado especificaciones ni detalles. Cuando terminó vio la boca abierta de Silk.

- ¡¿Eso fue lo que pasó en realidad?! – Dijo rato después.

- Sí.

- ¿Por qué no me lo dijiste?

- Apenas podía procesarlo yo, no sabía ni como expresarlo. Lo siento.

- No... no... la que lo siente soy yo. – Silk lucía distraída.

- Lo voy a superar, te lo aseguro.

- No lo dudo. Lo harás. ¿Tienes ese pastel que tanto me gusta?

- Todos te gustan, ¿Cuál es específico y por qué? – Candy observaba cuidadosamente a Silk que lucía extraña.

- Pasión Oscura.

- ¿Tienes que recordármelo hasta por medio de un pastel? – Gruñó Candy.

- Sólo dame ese, tengo que hacer algo y ya vuelvo.

- ¿Silk, sabes que luces muy rara?

- Ah y pastelitos de moka también...

- Te doy lo que quieras pero, ¿Por qué tienes esa cara de asesina serial?

- Esos son ¿no? – Silk se dirigió hacia los susodichos. – Dame esos de glaseado rosa y corazón azul encima, una vez me dijiste que esos en particular volvían loco a Drake ¿verdad?

- Así es, pero por favor ¿podrías dejar de sacarlo a colación en cada condenada frase que sale de tu boca?

- Candy...

- ¿sí? – Candy empezaba a preocuparse.

- ¿Él ya probó pasión oscura?

- ¡No sé, no sé, no sé! ¡Deja de recordármelo! – Y enseguida pidió que envolvieran todo lo que Silk quería.

Se lo dio y ella salió presurosa por la puerta sin siquiera decir adiós, Candy sintió algo raro y decidió seguirla sin que aquella se diera cuenta. Con horror vio cómo se dirigía al edificio de los Kensington y temió lo peor, aunque en primera instancia temió entrar y toparse con Drake mientras intentaba detener a Silk de... no tenía idea de que rayos iba hacer, pero seguro sería todo un soberano desastre. 

El dulce sabor del amorWhere stories live. Discover now