Después de descubrir por completo el negocio turbio de su familia, Gibran Palacios es enviado junto con los primogénitos del clan, a Miami, Florida, con el único objetivo de mantenerlos lejos de sus enemigos y a salvo del peligro.
Sin embargo, esto...
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- no es eso, solo que, no te cansas de sorprenderme, no los dejes ahí, quiero ver lo que traes, ven acá.
Lo ayudé a sentarse y le di las bolsas, me mordí el labio mientras revisaba, había tomado la cajita en la que iba la cadena, esa era la parte que más me alborotaba los nervios.
la miró con atención - vaya, Sam, no esperaba algo así, gracias, en serio - estaba nostálgico, sonrió mientras volvía a colocarla, también miró el dije - ¿y si me explicas el significado del dije?
- Me llevó media hora escoger. - admiti - Como vi que los leopardos tienen un significado en tu familia, pensé en comprar esa con doble cara, un lado es claro con ojos oscuros y del otro lado es al revés. En parte es como tú, quiero decir, en el escenario, en tu vida cotidiana y cuando estás con los tuyos.
- gracias, nadie había craneado tanto un regalo para mi ¿y qué es eso de ahí? - señaló la cajita.
la saqué - No son como los que mi hermanito te dio, pero me conozco bien la tienda y te puedo asegurar que son... - cerré los ojos haciendo una seña de okay con la mano - Y la cajita, bueno, creo que va contigo.
- ¿qué es? muero de ansiedad, muéstrame.
se la abrí y él lamió sus labios - ¿Quieres probar uno?
- creo que no, ahora no, no quiero sofocarme y tu tía me cancele el permiso, abre la cajita, mujer ¿que hay ahí?
- Solo unos cuantos de los mejores chocolates que puedes encontrar en todo Miami. Hablo en serio, soy una experta con las golosinas. - saqué uno de almendra - Creo que éste podría gustarte.
- Sam no juegues conmigo, quiero ver lo que hay en esa cajita que tienes ahí.
- Okay pero tendrás que cerrar los ojos.
- de acuerdo - se acomodó en la cama y cerró los ojos.
Nunca había visto un hombre tan cooperativo, era novedoso y divertido para mí. Abrí la cajita sonriendo de la ternura que me daba, tomé su mano y con delicadeza puse al tiernis sobre su mano.
- Ábrelos ya.
sonrió ampliamente - no es cierto, mira eso - observó al pequeño erizo que coloqué en su mano, gruñó cuando lo vio - está increíble, Sam.
- ¿A poco no es tierno?
asintió mientras lo miraba - está bien, no sé, gracias, Sam.
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