Después de descubrir por completo el negocio turbio de su familia, Gibran Palacios es enviado junto con los primogénitos del clan, a Miami, Florida, con el único objetivo de mantenerlos lejos de sus enemigos y a salvo del peligro.
Sin embargo, esto...
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Me acomodaba la corbata, miré por el espejo el cielo, estaba anocheciendo y ésto prometía ser una fiesta de esas que suelen dar los míos. Miré a la jaulita, Tito Mercuri se movía de un lado a otro.
- No me digas que la extrañas, porque ahorita mismo te aviento por la ventana. - le dije, hizo soniditos y rodé los ojos. - no nos ama, solo te regaló por compromiso, le dio lástima que casi me mata aquella vez, no era amor Tito, nos tiene que quedar claro a ambos. - seguí acomodándome el traje, era un evento formal, me miré en el espejo, negué para mi mismo, por lo que decidí comenzar a dejarme crecer la barba para la boda de Renn, tengo que verme más grande y así sea el asediado de los Palacios.
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- ¿Estás listo, cariño?
- Mamá - dije sonriendo - pasa, estoy listo. - mi madre entró a mi habitación y como siempre, me acomoda la corbata. - oh vamos, reina roja. - le dije haciendo alusión a su vestido rojo, me besa la mejilla.
- Tus hermanos esperan abajo, vamos, hay mucha prensa. - asentí, abordamos la camioneta y llegamos a Cofradía, al centro de convenciones de la tequilera, al bajarme, sin perder el estilo, me acomodé el traje, apenas tuve la oportunidad de plantar ambos pies en el suelo cuando me topé con Maria José Hassán dando entrevistas a la prensa, me llovieron los flashazos, mierda, mis ojos.
- Buenas noches, Gibran ¿cómo te sientes? - me dijo una de las reporteras.
- Muy bien, muchas gracias, emocionado por el logro que han tenido mis padres en la empresa, lo merecen. - como si fuere una especie de imán, caminé a dónde se encontraba MariJo.
- Buenas noches, me pregunto ¿por qué está tan sola? - se giró para sonreírme, lucía un vestido rojo, debo aceptar que me hizo temblar hasta el apellido, me aclaré la garganta.
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