Décima sombra

47.8K 1K 130
                                    

Cuando abro mis ojos de nuevo, el sol ha vuelto.

Grace ya no está conmigo. No sé si tengo permiso para levantarme. No quiero que se enfade. No quiero desobedecerla.

La cama está mojada

Grace va a enfadarse. Mucho. Comienzo a llorar.

Lo he estropeado todo.

De pronto Carrick entra en la habitación. Quiero desparecer. Intento esconderme debajo de las sábanas. No sirve de nada. Antes de que me dé tiempo a taparme he visto cómo alcanzaba a verme.

Comienza a hablarme

“Hey, cariño, ¿por qué estás llorando?”

”Sólo vengo para despertarte. Así podremos desayunar juntos… en familia”.

Muevo la cabeza de un lado al otro. No quiero bajar. No quiero que se dé cuenta de lo que he hecho.

No consigo despegar la mirada de las sábanas.

“Tienes que comer, aunque sea un poco. Queremos que vengas con nosotros y nos acompañes.

¿Por qué estás llorando, hombrecito?”

Se acerca a la cama. Aprieto las sábanas con mis manos.

No quiero moverme. Me da miedo que vea que la cama está mojada y se enfade.

Cuando se sienta junto a mí noto que sabe por qué estoy llorando. Empiezo a llorar con más fuerza. Es como si pudiera escuchar los gritos.

Sin embargo, cuando empieza a hablar de nuevo su voz todavía es dulce y cariñosa.

“Christian, has mojado la cama, no pasa nada, seguramente estabas asustado”.

Mi cabeza sigue moviéndose para decir no, no quiero que se lo cuente a Grace, por favor. “

¿Es esto por lo que estabas llorando?

No pasa absolutamente nada, Christian, las lavaremos y pondremos otras nuevas y limpias. A veces pasa y no hay nada de qué preocuparse. Poco a poco te sentirás mejor y más relajado y dejarás de hacerlo”.

No me grita. No me pega. Se limita a sonreírme mientras me mira.

”Llamaré a la señora Touhey para que las cambie. Ella se ocupa de las tareas de la casa y tendrás las sábanas limpias cuando vuelvas a dormir esta noche. Venga, ¡vamos a comer!”

Se levanta y me espera en la puerta para que salga de la cama y le acompañe.

Nunca he tocado a Carrick pero ahora quiero hacerlo.

Cuando salimos de la habitación caminamos juntos, uno al lado del otro. Me acerco a él y toco sus dedos con los míos, como hice con Grace. Al notar mi mano se gira y me mira.

Espero que no se haya enfadado. Sonríe otra vez. Por si acaso retiro mi mano y sigo caminando.

De repente Carrick se detiene. Se agacha y acerca su mano a la mía. No llega a tocarme. La mantiene cerca pero alejada en el aire.

“Está bien”–me dice. Así que mirando fijamente a su mano voy acercando la mía poco a poco hasta que por fin nuestros dedos se tocan. No es suave ni tan delicada como las de Grace o mamá, pero es también una mano agradable. Es mucho más grande y no lleva ningún anillo como las manos de Grace.

Tiene también un reloj en la muñeca, muy pequeñito. Acerco mis dedos a él y lo toco. Es blando y duro a la vez.

“Es un reloj, Christian. Te dice la hora y la fecha. Así puedes ver cuánto tardas en hacer las cosas y saber en qué momento preciso del día estás”

El origen de GreyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora