Apunta tu pistola láser a mi cabeza

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Después de unos cuantos minutos de tratar de recuperar su aliento, ella abrió sus ojos, los cuales estaban fuertemente cerrados, y levanto su cabeza lentamente solo para ser recibida una vez más por la expresión diabólica de El Coleccionista. Su cabeza estaba inclinada ligeramente y la luz que brillaba de manera diagonal a través de él adelgazaba su tez haciéndolo lucir aún más amenazante y sin vida de lo usual. Él sonrió, sus dientes blancos como perlas deslumbrándola. Se había encontrado con la cara de su creador o eso parecía. Ignorando su risa, la cual estaba colando en su alma, miro a su alrededor esperando encontrar la cara del joven hombre alienígena quien le había dado la ligera onza de esperanza. Pero por desgracia, él había desaparecido como una sombra cuando salía el sol.

—Eres muy especial, ¿sabes?... tan delicada y frágil, pero aun así, uno de los seres más poderosos en el mundo. Y aquí estas, en mi colección, para maravillarme durante toda la eternidad. Tú me perteneces —sus palabras finales cayeron sobre ella como un yunque, principalmente porque sabía que él decía la verdad, ella si le pertenecía a él ahora. Ella iba a estar en esa caja por siempre; ella no podría soportarlo. Mirando en los ojos oscuros de El Coleccionista ella sintió una nueva emoción, una de esterilidad absoluta, no terror ni furia, ni dolor, simplemente nada. Ella ya no necesitaba sentir nada, no tenía forma real de salir, al menos no por su cuenta. Ella pestañeo lentamente, una pequeña y fría lagrima bajo por su mejilla y se recostó contra la pared de cristal sabiendo que nunca volvería a ser libre. El Coleccionista casi lucio entristecido cuando reconoció que ella se había dado cuenta de que sería una exhibición para siempre, pero eso no le afecto.

—Una menos, faltan cinco —él dio una pequeña y agraciada reverencia y una sonrisa antes de darse la vuelta e irse.

El aire estaba silencioso, aun así, lleno de nada mientras ella comenzaba a familiarizarse con sus alrededores e hizo un intento de comunicarse con un pequeño perro que tenía un extraño traje blanco que había sido etiquetado como "C.C.C.P." pero tal intento había sido fallido. Ella suspiro, gentilmente masajeando su mano cuando escucho un grito fuerte rápidamente seguido por un gran 'bang' y unos gritos. Ella se animó, todos sus sentidos se dirigieron en dirección del ruido.

—¡¿La tienes?!

—Soy Groot.

Esto fue rápidamente seguido por más golpeteos hasta que el joven hombre estuvo a su lado de nuevo. Las comisuras de sus labios se levantaron al verla, probablemente gracias a su expresión de confusión y alivio. Él golpeo el cristal fuertemente con su mano pero este simplemente se sacudió, nada se rompió aparte de tal vez su mano por la manera en que la llevo a su boca y siseo, causándole a la chica más preocupación.

Rodando sus ojos por el dolor, Quill suspiro y puso su mano sobre su cara, mirándola con atención. Ella entendió, moviéndose lo más lejos que el pequeño espacio de cristal le permitía e imito su acción. Sonó como un motor construido en decibeles arrancando y Quill presiono un mecanismo detrás de su oreja, haciendo que su máscara rodeara y protegiera su cara. El repentino sonido de su arma siendo disparada y cristal rompiéndose causo que ella se encogiera y quisiera quedarse congelada en ese lugar, pero el hombre ya la había agarrado por su brazo y la estaba bajando de su viejo pedestal. Ella se tambaleo al tratar de mantenerse de pie y Peter apretó su agarre. Mientras ella observaba su máscara, él guardo su arma antes de volverse a ella y asentir.

—¡Carina, aléjate de esa piedra! ¡CARINA!

—¡YA NO SERÉ TU ESCLAVA! —Una gran llama morada engullo lo que solía ser la asistente rosada con su grito agudo colándose en los tímpanos de la chica, casi rompiéndolos. Masas de diferentes artículos comenzaron a estallar e inmediatamente los dos estuvieron en modo carrera, demasiado desesperados por salir de la guarida de El Coleccionista como para importarles el árbol y los otros alienígenas que los seguían; iban directo hacia la nave y ella prácticamente fue lanzada hacia esta al igual que los otros alienígenas, todos jadeaban cuando el hombre enmascarado encendió los motores.

Unos segundos después estaban en el aire, partiendo de lo que fuera que le hubiera pasado a ella hace unos momentos. Una alienígena verde comenzó a gritarle al hombre por haber salvado a su "damisela en peligro", lo que ella hubiera encontrado ofensivo pero estaba demasiado estupefacta como para importarle. Ella se inclinó con sus manos abrazando sus rodillas, todo su cuerpo se sacudía hasta que la nave finalmente se normalizo en el espacio aéreo. Después de incontables minutos de ser observada por varios miembros de la tripulación, la otra mujer salió y paso junto a ella con una bola plateada en su mano y los otros tripulantes se dispersaron para seguirla. El árbol se volvió para mirarla con una pequeña sonrisa antes de ser acompañado por un gran hombre azul.

Ella estaba sentada en silencio, tratando de comprender el por qué y el cómo había llegado a ese momento de su vida. Ella estaba siendo observada por Quill, quien había recostado su cuerpo sobre el marco de la puerta de la nave. Su interés punzo aún más cuando detallo la postura de la chica; su cabello, el cual se mantenía a la altura de sus hombros, la manera en que todo su cuerpo se curvaba... había algo acerca de ella que le recordaba a él mismo, a su madre, a su vida en la tierra; tal vez por eso es que la había rescatado. Ella tenía sus ojos cerrados y sus manos descansaban en su barbilla. Para alguien que había pasado por el infierno hace algunos minutos, lucia en paz, en uno con el universo. Toda el alma de Quill se calmó al verla de esa manera.

Caminando lenta y silenciosamente, él se sentó junto a ella, una sonrisa relajada le dio la bienvenida cuando ella se volteó a verlo. Los ojos de Quill se agrandaron cuando vio los ojos de ella, manchas azules, verdes, rosadas, moradas, amarillas y rojas se entremezclaban en sus irises junto con pequeños puntos blancos como estrellas, los cuales parpadeaban en sus pupilas. Era como si sus ojos tuvieran una galaxia dentro. Ella lo agracio con una sonrisa similar antes de hablar silenciosamente.

—¿Quién eres?

Él se rio, tratando de aligerar el ambiente y hacerla sentir más cómoda en su presencia.

—Star-Lord.

Skyra | Guardianes de la GalaxiaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang