Hacia las estrellas

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Tres días habían pasado desde que Quill la rescató. Tres días que pasaron en su nave, la Milano, la cual no era la nave mejor mantenida pero estaba bien, volaba bien y hacia todo lo que debía. Era la falta de aseo de Peter lo que la devaluaba, aunque ella no podía comentar al respecto. Tres días gastados en tratar de conocer mejor a la tripulación, en conocer mejor los entresijos de la nave; ella aprendía increíblemente rápido, uno de sus mejores rasgos. Tres días gastados en estar abatida en otros planetas mientras que Quill usaba lo que los otros llamaban "encanto" con tres mujeres diferentes, cada una de una especie diferente. Ella se mantenía mucho fuera de su camino, especialmente cuando estaba con esas mujeres ya que ella no quería entrometerse después de todo lo él que había hecho por ella. Aunque su mente comenzó a preguntarse a donde iría para encontrar un lugar llamado hogar; ella nunca había tenido ninguno, ningún hogar, ninguna familia, ningún nada. Ella apenas y podía recordar su propio nombre durante los primeros dos días así que Quill simplemente la llamo Sky, aunque ella no sabía el por qué; la verdad es que ese apodo no estaba muy lejos de la verdad pues tiempo después recordó la manera en que alguna vez la habían llamado: Skyra. Ella pasaba su tiempo deambulando por ahí con el resto del equipo cuando Quill paraba en una luna poblada cercana o planeta para que ella pudiera aprender más culturas y prácticas de las diferentes especies, algo en lo que ella amaba sumergirse.

Fue en el cuarto día en que se aburrió. Sus ojos se habían vuelto de color gris, perdiendo su brillo alborotado que Peter admiraba. La rutina a la que todos se habían adaptado la embotaba, era como si todavía siguiera en la caja, y lo estaba, solo que esta caja era metafórica y su dueño era Peter Jason Quill. Ella bostezo y se estiro para acurrucarse en un lugar familiar al que se había ligado en la nave. Estaba por debajo de la cubierta, en un silencioso rincón en donde todo era silencio aparte del zumbido de la nave en donde ella podía mirar a través de la ventana durante horas, perdiéndose en los diferentes colores y aspectos de la galaxia, contando las estrellas. La nave aterrizo con una pequeña sacudida aunque ella no se inmuto. Sus orejas punzaron al escuchar las puertas abrirse y pasos acercarse.

—Hey, ¿vendrás con nosotros esta noche? —Quill saco su cabeza por la ranura de la puerta, tenía esperanza en su voz hasta que noto la postura de Skyra y entonces se detuvo. Dándose la vuelta, él les hizo una seña a los otros antes de entrar a la habitación y sentarse a su lado. Él noto que su aura se había deslustrado, ella había perdido color, vida y energía. Él se quitó sus botas llenas de barro y salió por unos momentos. Skyra permaneció sentada en silencio, descansando su espalda contra la ventana y esperándolo mientras que una chispa de curiosidad crecía en su mente.

Él apareció un momento después sosteniendo una bolsa de algún tipo de comida y una pequeña caja. Sentándose junto a ella, él puso la bolsa entre los dos, tomando unas pequeñas nubes blancas con beige y llevándoselas a su boca. Luego pulso un botón y una gran pantalla se materializó frente a una cortina cercana. Skyra lo miro con horror.

—¿Tu... comes nubes? —Una mirada de confusión momentánea se esparció por la cara de Quill antes de darse cuenta y estallar en risas.

—No, esto se llama 'cotufas', son pequeños aperitivos que se comen. Prueba unas, son ricas —él le asintió a Skyra cuando cuidadosamente ella tomo una, examinándola antes de ponerla en su lengua y tragarla entera, causando que se ahogara.

—Esto no es bueno, esto es peligroso, ¡¿porque comes esto?!

—Se supone que la mastiques antes de tragarla. ¿Te gustaría algo de agua u otra cosa?

Ella sacudió su cabeza mientras que aclaraba su garganta, tratando de minimizar el dolor.

—No, gracias. No creo que pueda comer más nubes —él le sonrió, sobando su hombro antes de ponerse de pie y poner un disco en una caja. Skyra se puso cómoda, recostándose en varias almohadas de diferentes tamaños para ella y Peter. Él se devolvió, tiro su chaqueta a un lado y se tumbó a su lado. Relajándose, cruzo sus tobillos y Skyra imito su postura. Con sus ojos enfocados en la pantalla, ella permaneció en silencio durante un tiempo, observando y conociendo a los personajes antes de hablar tranquilamente.

—¿Peter?

—¿Mhm?

—¿Que se está reproduciendo en la pantalla?

—Esa pantalla es una televisión —él se volvió para verla brevemente—. Estamos viendo una película.

—Oh. Película. ¿Qué película?

—¡Ghostbusters! Es una de mis favoritas, mi mama y yo solíamos verla todo el tiempo cuando era pequeño —Skyra le dio una sonrisa pacifica cuando menciono a su madre y él la admiró, notando como el color volvía lentamente a sus ojos. Al principio él pensó que era el reflejo del espacio lo que causaba que sus ojos lucieran de la manera en que lo hacían, pero mirando más de cerca él vio que no era así. Los ojos de Skyra parecían como si tuvieran una galaxia dentro, en donde los colores azules, verdes, morados y rojos brillaban. Él se perdió en ellos antes de que ella lo devolviera a la realidad.

—¿Estas bien, Peter? —Él pestañeo rápidamente, aclarando su garganta y asintiendo mientras que sus mejillas se encendían del mismo rojo-rosáceo que los ojos de Skyra.

—Uhm, ¿qué? Si... Skyra, ¿puedo preguntarte algo? —Ella alzo una ceja y asintió en respuesta.

—¿Recuerdas de dónde eres? —La pregunta la intrigo. Por supuesto que sabía de donde era, todos saben de donde son, ¿verdad? Bueno, en realidad, ahora que pensaba en ello, ella no tenía ni idea. Ella no sabía de donde era, de que raza, si tenía familia, nada... ninguna memoria de ningún tipo. Los ojos de Skyra comenzaron a cristalizarse debido al pensamiento.

—No... —declaro en blanco antes de apartar su mirada de la de Quill y acurrucarse para volver a mirar por la ventana una vez más. ¿Y si era la última de cual sea la raza que era pero no lo podía recordar? ¿O si nunca conocería a alguien remotamente similar a ella? Ella estaba sola. Como esa... cosa, por el resto de su vida.

Quill le bajo el volumen a la televisión y la escucho bufar, él poso una mano en su brazo, trazando círculos con sus dedos.

—Hey, está bien. Sé cómo es eso —Skyra se asombró por sus palabras y se volvió para enfrentarlo, su visión se nublo ligeramente debido a una sola lágrima que intentaba escapar con desesperación. Una vez que lo hizo, Peter la limpio con su pulgar antes de recostarse más cerca de ella.

—Lo entiendo. El estar solo en este inmenso universo. Lo entiendo... pero no estás sola ahora. Ya no más. Podemos estar solos, juntos —Skyra encontró calma en sus palabras. Él estaba solo en su raza, nadie más era lo mismo que él, al menos hasta donde ella sabía. Él la acuno en sus brazos, su calidez la aliviaba mientras que él descansaba su barbilla rasposa en su cabeza. Ahí fue cuando los ojos de Peter se agrandaron y entonces, rápidamente echo un vistazo cuando ella proyecto un rayo de luz que venía de su pecho. Eso la asusto, causando que se aferrara fuertemente de la franela de Quill mientras que el brillo de la luz aumentaba.

—¡Peter! —Ella alzo su voz, agarrándose de él con desesperación—. Peter, ¡¿qué me está sucediendo?! —Skyra comenzó a gritarle y él la sostuvo igual de fuerte. La luz bloqueaba todo en la habitación y se encontraba en todo su cuerpo menos en sus ojos, él miro dentro de ellos con inquietud.

—No lo sé, ¡pero estarás bien! ¡Prometo que estarás bien! —Él grito antes de que la luz que el corazón de Skyra estaba emitiendo los engullera a los dos y a la nave entera, agrandándose más y más antes de detonar como una explosión nuclear.

Skyra | Guardianes de la GalaxiaWhere stories live. Discover now