Saborea el dolor en mi lengua

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Skyra escogió recostarse, esparciéndose como una estrella de mar en el refrescante vidrio frío, como si estuviera suspendida en el espacio, ahí por toda la eternidad, en donde pertenecía. Aunque ella no lo hacía. Ella no pertenecía a ningún lugar. El silencio era la única cosa que distanciaba a sus propios pensamientos y al universo. Skyra estaba sentada encorvada y de piernas cruzadas, las vibrantes explosiones de color de las estrellas estallantes se reflejaban en sus ojos. Ella estaba en la esquina más pequeña del universo, en donde podía ver todo, cualquier cosa. Meteoros volaban como rayos sobre su cabeza, disparando en todas las direcciones como fuegos artificiales espaciales, diez veces más hermoso que cualquiera que hubiera visto antes. Skyra estiro su brazo, moviendo sus dedos como si el aire fuera las teclas de un piano y ella la pianista, creando una sinfonía de luz y color. Este pequeño lugar la envolvía en serenidad, el piso estaba hecho enteramente de vidrio cristalizado endurecido de átomos mezclados, estabilizando sus visitas frecuentes. Skyra pasaba mucho tiempo ahí, sola, abrazando al universo, ahora finalmente llegando a una forma de comprensión acerca de todo. Ella cerró sus ojos, escuchando el suave zumbido del espacio; planetas colisionando. Ahogando todo excepto sus pasos. Ella espero. Espero el pequeño carraspeo, por el energético "hola" y la incómoda conversación que vendría, aunque todo permaneció un silencio. Quieto. Una gentil palmada en su hombro la despertó, abriendo sus ojos se sentó derecha, él estaba en silencio.

Peter entendía. Lo entendía completamente, seguido había sido él quien la llevaba a ser ella misma, ocasionalmente volando lejos con su tripulación hacia un planeta cercano, ocasionalmente sentándose junto a ella en completo silencio durante horas, de vez en cuando tratando de entablar una conversación antes de detenerse e irse miserablemente. Él entendía que la había hecho pedazos, mentalmente y casi físicamente; como la confianza de Skyra había sido demolida tan rápidamente. Su inocencia, como la de una niña, corroída poco a poco. Él sabía que ella encontraría un poco de paz ahí, pero un poco significaba mucho, especialmente ahora, después de haberle dicho todo lo que sabía sobre ella. Lo que era, como había llegado ahí, lo que iba a sucederle. Todo.

Lo que ella había llegado a conocer y a entender es que ella era un universo. Su ser era una galaxia, apuntando a su alma desde adentro e inyectándose hacia su cuerpo como una barrera de protección. Ella se había formado poco antes del tiempo en sí, el tiempo de ese universo, cuando las gemas del infinito eran una sola. Cuando se rompieron, tratando de ser acogidas, una envió ondas de choque a través de la galaxia, uniéndose directamente a ella, causando que implosionara, convirtiéndola en el ser que era hoy.

—Por eso es que tus ojos son como nada de lo que hubiera visto antes. Son asombrosos. Eres un universo, Skyra. Un cosmos entero de billones de estrellas y soles, planetas y personas, todas mezcladas dentro de ti. Es porque eso que tienes ese loco poder de quemar todo y cualquier cosa cuando te enfadas. Esos son mil o más soles quemando a través de tu sangre. Es increíble. —los ojos de Peter brillaban con emoción, maravillado con ella, él nunca se había topado con algo remotamente como ella y tal vez no lo volvería a hacer.

—¿Quieres decir que no soy real? ¿No soy yo misma? ¿Soy esta cosa con miles de pobres personas atrapadas? ¿Los mantengo de rehenes siendo este monstruo de la naturaleza que soy? —Skyra no sabía qué hacer. La atmósfera se volvió fría a su alrededor, causando que temblara. Sentada en la cama de Peter, su mano tomaba la de ella con fuerza y sus ojos buscaban la luz que alguna vez habían tenido.

—No, no, tú eres real. Lo eres. Es solo que eres, no una sola cosa sino muchas. Pero eso es realmente genial porque eres un universo entero. Piensa en las posibilidades, nunca tendrás que aprender lenguajes de alienígenas que crees que nunca conocerás porque ellos han estado en planetas en los que tú una vez estuviste, así que has ganado esa sabiduría histórica y habilidades de muchas cosas diferentes. ¿No es eso asombroso?

Skyra suspiro, apartando su mirada de la de él y contemplando el suelo frío y monocromo. —No, no es asombroso. Es horripilante. Todas esas culturas han sido destruidas gracias a mí, gracias a esas estúpidas gemas y nunca volverán. He asesinado a billones.

—Bueno, no, no has asesinado a nadie, no todavía... ve, hay más...

Los ojos de Peter la recorrieron antes de volver a los ojos de ella y le tendió su mano. Él nunca había hecho esto con anterioridad. Skyra confiaba en él, tomando su mano él la ayudo aponerse de pie y ambos permanecieron en silencio. Una mirada desconcertada se arrastró a su cara mientras que una sonrisa creció en la de él. Él se volvió brevemente, quitándose su largo abrigo de cuero rojo y tirándolo al suelo, dejándolo en unos pantalones oscuros y una camisa negra que tendía a aferrarse a sus músculos. Él se deslizo hacia Skyra, aun en silencio, antes de posar una mano en su cadera y la otra en su mano. Invectivamente, ella supo lo que estaba sucediendo así que poso su mano libre sobre el hombro de él de manera relajada.

—Yo te guío —Skyra asintió y siguió sus pies. Ella comenzó a preguntarse como aprendió a bailar pero el hecho de ser un universo llena de billones de conocimientos antiguos tacho ese misterio. Ambos danzaron junto al vidrio, las estrellas parpadeaban y cometas explotaban, todo en sincronización, el flujo de energía de ella y de Quill hacían juego con el de la galaxia.

—Veras, la cosa es que... cada segundo que eres expuesta al aire toxico de este universo, mueres. Te estas debilitando, es por eso que tus poderes se vuelven cada vez más frecuentes y extremos. Esa es la razón por la que El Coleccionista te había encerrado y la razón de que H te quisiera en el tubo. Estos tienen unas cosas de compresión que ralentizan tu proceso. No significa que detiene el que mueras, nada puede hacer eso, solo te estabiliza para que vivas más. Lo suficiente para que ellos extraigan todo de ti... No puedo dejar que eso suceda —Skyra pensó que su vía respiratoria iba a inundar con las lágrimas que estaba produciendo; ella no solo había atrapado a estas criaturas, ella estaba condenada desde el principio. Ella estaba muriendo. Él la apretó contra su pecho, permitiéndole unos momentos de silencio antes de continuar, tratando fuertemente no perder su batalla contra sus propias emociones.

—Te estas deteriorando, Skyra, y la única forma en que puedo salvarte es llevándote con El Coleccionista en donde él puede hacerte vivir más de lo que yo lo haré. Podremos ser felices entonces, a salvo.

—¿En dónde él me mantendrá encerrada en una caja hasta que tú y yo muramos? ¿Qué va a suceder cuando me vaya, Quill?

—Serás restablecida a tu ser original. El proceso se revertirá siempre y cuando tengamos la gema morada.

—¿Y si muero en la caja?

—Entonces mueres en la caja. Nada más, nada menos. Pero habrás vivido una vida feliz, conmigo —él miro a los ojos inyectados de sangre de Skyra mientras que las lágrimas bajaban por sus mejillas.

Skyra sacudió su cabeza una, dos, tres veces, haciendo que la sangre subiera a su cabeza y su visión se volvió ligeramente borrosa. Ella rio y él también. La primera vez que él la había escuchado reír en semanas. La sonrisa de Quill creció y las lágrimas comenzaron a caer, ambos se detuvieron, una mirada de tristeza domino el rostro de Skyra al contemplarlo, viendo como las lágrimas se deslizaban. Sus pulmones se agrandaron, su pecho alzándose y bajando rápidamente contra el de él. Las manos de Quill se movieron de la cintura de Skyra hacia su cabello para acariciarlo, sosteniendo cada mechón como si fuera de porcelana.

—Peter... —ella hablo con suavidad. Skyra miro a Peter y él presiono sus labios contra su frente antes de tragar saliva.

—Se lo que necesito hacer.

Skyra | Guardianes de la GalaxiaWhere stories live. Discover now