Origen.

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Siento la suave brisa del viento rozar mis orejas y la caricia de las hojas en mis brazos, oigo cada uno de los sonidos del bosque, como una orquesta dirigida por el mejor de los directores.

Con los ojos cerrados me centro en distinguir todos los sonidos que me rodean.

Rugidos, cantares de aves, pasos agigantados, suaves toques en el suelo, las hojas danzando al son de la brisa. Todo en calma, una vez más.

Yazgo aquí tumbado descansando sin estar cansado, disfrutando de la paz que me rodea.

Sin embargo, algo tapa mis ojos de ser acariciados por el sol primaveral.

- Cuanto más piensas seguir ahí vagueando, inútil!

Abro los ojos, es mi maestro.

- Oh vaya, maestro, no esperaba encontrarle aquí. - Digo en tono burlesco

- Joven Myr, no puedes mantenerte ahí sin hacer nada, has de entre...

- Bla, bla, bla... - Le interrumpo

- No me vaciles...

- Ni mi vicilis... - Río.

- Se acabó, mi paciencia tiene un límite. - Me levanta con un brazo y me pone en pie - Demuéstrame de qué eres capaz, vamos!

Me sacudo los hierbajos que se han quedado enganchados en mis ropajes y me pongo en guardia.

- A ver  ¿Cómo lo hacemos hoy? ¿El que pierde va a por la comida de toda la semana? - Vacilo

- A ver si sigues vacilando cuando pidas clemencia, adelante!

Mi maestro salta a por mi, con un giro de cadera desplazo mi cuerpo hacia la derecha y a la vez que giro le quito el puñal, acto seguido aprovecho la inercia para mover mi pie dando una vuelta y hacerle tropezar para que caiga de espaldas al suelo, rápidamente pongo el puñal en su cuello y sonrío.

- Alguien tiene trabajo por hacer... - 

Mi maestro cambia su cara de angustia por una leve sonrisa.

- Y ese eres tú. - 

De repente el cuerpo que yacía en el suelo se desvanece en puro humo, dejándome contra el suelo a la merced de cualquier ataque. Acto seguido una red emerge de un arbusto cercano y se dispara hacia mi, dejándome enredado.

- Eh! No se vale! No hemos dicho que se puedan usar hechizos de sombra! - Grito enfadado.

-Tampoco hemos dicho que no se pueda, por otra parte. - El maestro ríe y aparece desde lo alto de un árbol.

- En ningún momento has estado delante de mi, verdad? - Digo algo entristecido.

- Ajá.

El maestro me quita la red.

- Veamos, que me apetece esta semana... Puedo pedir lo que sea no? - Sonríe.

- Si... Lo que sea... - Digo de mala gana.


/Esa misma noche/

"Ya es muy tarde y apenas estoy a medio camino de vuelta, ese cabrón se ha aprovechado de mi estupidez, ya verá la próxima vez..." pienso.

"Bah, es imposible, tiene demasiados trucos y magias, necesito más poder! Si tan solo fuera un poco más rápido..."

De repente, una voz suena en mi cabeza

"Eso que ansías es poder?"

Levanté la mirada y busqué al locutor de ese mensaje.

Después de unos segundos observando, vislumbré un haz de luz verde sobresalir de una grieta. Escondido entre plantas y matojos, empecé a acercarme, poco a poco.

"Acércate... Si..."

Al acercarme, pude ver un amuleto lleno de polvo. Era grande, del tamaño de un puño. Una gran gema de jade se encontraba adherida en el centro rodeada por símbolos que nunca he visto.

"Rápido, cógelo"

Me sentía como una marioneta, no podía evitar cumplir sus órdenes.

Lo agarré y este empezó a emitir una luz esmeralda leve que, al ponérmela, aumentó hasta el punto de hacerme creer que toda esa luz se introducía en mi. Entonces todo empezó a doler mucho, muchísimo. Mis huesos, mis músculos, todas mis extremidades, absolutamente todo estaba cambiando en un frenesí de luz esmeralda. Para cuando se fue toda la luz, perdí por completo el conocimiento.

CaceríaWhere stories live. Discover now