Mente.

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Los que buscan hacerse más fuertes tan solo aniquilando a sus oponentes hasta llegar a lo más alto son esclavos de sus propias heridas, aquellos que en el pasado sufrieron y no soportaron el dolor, que se prometieron no volver a decaer, no volver a ser heridos de tal manera y es ese recuerdo el que les fuerza a seguir entrenando para ser mejores, porque nada les duele más que no ser más fuerte que su adversario, que no saber cómo seguir adelante y, sobre todo, que no poder cambiar el pasado. Esa es una realidad que tuve que aprender solo. Mis padres murieron el día del parto. Según mi maestro mi madre murió en el proceso, mientras que mi padre fue ejecutado. No sé la razón de su ejecución, solo se que traicionó al reino, pero no se cómo ni por qué. Mientras que mi hermano pasaba esos días bajo estricta vigilancia, a mi me dejaron a cargo de un conocido de mis padres, nadie iba a saber jamás de mi existencia, de manera que mi hermano heredó el trono. Todo tiene sentido ahora, pero mientras estaba bajo la tutela de mi difunto maestro no conocía absolutamente nada de lo anterior, era un joven discípulo sin ninguna aspiración más que superar a aquel que me criaba. Él me enseñó todo lo que sabía y yo lo amplié después de su fallecimiento. Sin embargo, se todo esto y no recuerdo nada. Siento como si toda esa etapa hasta ahora hubiera vivido bajo una sombra amordazado, obligado a recordar, pero no a mirar. Mis recuerdos son un lago sucio que poco a poco se depura, no recuerdo el motivo de mi encarcelación, pero si que pasó aquella noche volviendo a casa. Recogí el amuleto, estuve 10 minutos inconsciente y llegué a casa, acto seguido... espera,  ¿Qué? ¿Yo maté a mi maestro? Le estoy... le he matado... ¿Fui yo todo este tiempo? Yo no se usar esas técnicas, ¿Cuándo lo aprendí? 

Entonces, un chasquido interrumpió mis pensamientos. 

- Eh, tú, ¿Vas a estar mucho rato ahí empanado o qué?

La miro, anonadado, no me lo acabo de creer.

- Es de mala educación no contestar a las preguntas que te hacen, ¿Que vuela en tu cabeza?

Me levanto, no puedo quedarme ahí, he de ir, he de volver a mi casa, esto no puede acabar así, no puedo haber sido yo, no es mi culpa, yo no he hecho nada. Empiezo a andar.

- ¡Eh! ¿Dónde te crees que vas? Mierda inútil...

A medida que ando voy acelerando, cada vez voy más deprisa, no puedo tardar, he de llegar ya. ¿Cómo aprendí aquellas técnicas? ¿Cómo llegué hasta ese calabozo? ¿Por qué tenía la cabeza de mi hermano sangrando y colgando de mi mano?

- Si... eso es, cómete la cabeza, todo esto es tu culpa...

Me paro en seco y miro a mi alrededor.

- ¡¿Quién ha sido?! ¡¿Quién ha dicho eso?!

- Da igual dónde mires... jamás me encontrarás...

- ¡¿Quién eres?! ¡Muéstrate!

Sin embargo no volví a oír nada. El bosque se mantiene en silencio, no hay viento, no hay animales, no hay nada.

- ¿Se puede saber qué mosca te ha picado?

La miro, atónito a lo que me está sucediendo.

- Tenemos que irnos, ahora.

- ¡¿A dónde?! ¡Creía que ya teníamos destino!

- Tendrá que esperar. He de ir a un lugar antes de salir de estas tierras.

Me di la vuelta y una mano se posó en mi hombro.

- Yo de aquí no me muevo hasta que me cuentes qué está pasando.

La miro, está decidida a no irse mientras no se lo diga.

- No estoy seguro de quien soy ni de quién he sido estos años, Khir'ya puede esperar, pero mi propia existencia no. Y creo que este collar tiene algo que ver con todo esto.

Ella me mira, procesando lo que he dicho y estudiando la mejor decisión.

- Necesito el collar, no a ti, de manera que sepas que hagas lo que hagas tu vida no es de mi incumbencia y si mueres me llevaré tu cadáver putrefacto con el amuleto si es necesario.

Sonrío levemente.

- Gracias Khyara.

CaceríaWhere stories live. Discover now