Cambio.

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Frío... hace mucho frío. Noto como todos mis músculos se tensan a la vez. Mi pelaje ondea con la brisa nocturna.

Y eso... me alegra.

Hacía siglos que no... notaba el viento. 

Me estiro, todos y cada uno de mis huesos crujen violentamente.

Trago saliva, olfateo, escucho...

Puedo oír las ramas estremecerse, las hojas gritar, el suelo esconderse, la luna cubrirse... 

Todo a mi alrededor parece que pierda la vida.

Abro los ojos, que inmediatamente he de cerrar, había hasta demasiada luz para tantos años en la oscuridad.

Me concentro unos segundos, necesito saber donde me encuentro.

- "Videre".

Y entonces todo se vuelve más cómodo. Puedo ver sin luz.

Visiono toda la zona a mi alrededor, una pequeña llanura en el medio de un camino. A mi lado hay unas rocas con una grieta en ellas. Al verla, recupero totalmente la conciencia. Veo en mi pecho el amuleto. Lo agarro con fuerza y una rabia inmediatamente colma en mi interior, lo trato de arrancar, pero la cuerda no cede. Sigo anclado a mi pasado. Nunca podré volver a ser quién era... Pero viendo el punto positivo... vuelvo a estar fuera. Pobre inútil el que se ha tenido que transformar en mi. Quién lo diría, que algún día volvería Myr'te...

Pero no puedo seguir aquí, he de llevar a cabo mi legado, no puedo quedarme quieto. Parece ser que mi huésped iba a algún lado, hay una pequeña alforja. Por qué llevaría un hombre una alforja? A lo mejor mi huésped es un burro, aunque metafóricamente ya ha demostrado serlo.

Miro dentro. Hay una pequeña daga con un símbolo. Es muy familiar, demasiado, me asquea mucho.

Como sea, me la llevo. Parece ser que esta persona seguía este camino, está muy mal conservado, ¿Ya no hay civilizaciones por aquí? Qué lástima... poco puedo hacer, me quedo mirando la senda un buen rato y decido seguirla, quizá llego hasta mi objetivo.


Después de correr durante unos minutos, logro llegar a una estructura familiar. Su olor, lo noto, está ahí dentro.

Sin dudar, entro en la casa. Ando sobre la madera con extrema cautela, veo una luz y me dirijo hacia ella. Es una habitación grande, un dojo. Estoy entrando y de repente una persona emerge de una columna. Es él.

- Veo que has despertado. - Dice con pena.

- Sí, ya era hora, sabes que tarde o temprano llegaría el día. -

- Supongo que ha sido mi alumno, tu huésped... -

- Hmpf! - Sonrío - Vaya, alumno por alumno... -

Él desenvaina su larga katana.

- No puedo dejarte suelto. - Dice posicionándose.

- Veamos si puedes evitarlo. -

Se abalanza sobre mi como una fiera, esquivo la primera estocada, luego hice un giro con la katana y salto para esquivarlo, en el aire le alcanzo con una patada y lo mando contra la pared. Se levanta titubeando, posiciona la katana delante de sí y conjura en voz baja. 

- Kuro-fū no tōboe!

  Entonces la sala se llena de un humo oscuro que bloquea mi visión nocturna. Empiezan a llover los golpes: costilla, cabeza, múltiples cortes en mi piel. Finalmente me clava la katana en la espalda y susurra:

- Hikisakimasu...

Ahí siento un dolor atroz en todos los músculos de mi cuerpo, todos se desgarran poco a poco a la vez, no puedo seguir, me caigo al suelo sin más remedio y la niebla desaparece. 

- Esto es lo que pasa cuand...

- VINCULUM!

  Inmediatamente la sala se queda en silencio. Noto como mis músculos se reparan y vuelven a su estado normal, mientras que al levantarme puedo ver a mi maestro sangrar sin parar. Su mueca de horror, impregnada en lágrimas y dolor me observa.

- Fallé...

Y cae al suelo irremediablemente.

Observo su cadáver inmóvil, lo siento... Koni...

Cuando voy a pasar de su cadáver una luz verde sale del cadáver de Koni, esa luz empieza a cumularse y sale disparada hacia mi, golpeándome en el pecho y lanzándome a fuera. Entonces todo se vuelve negro...


 

CaceríaWhere stories live. Discover now