Despertar.

33 3 2
                                    

Respiro hondo, como si llevara décadas ahogado. 

A mis ojos les toma unos segundos acostumbrarse a toda la luz.

Mis brazos y mis piernas, entumecidos, intentan mantener a mi cuerpo de pie mientras a mi alrededor una nube de polvo esmeralda gira sin cesar para luego volver dentro del colgante en mi pecho.

Ha sido como un pestañeo, no sé que ha pasado, me cuesta procesar todo lo que mi cabeza formula a la vez. De una llanura oscura a... estar en lo alto de una casa derrumbándose y todos los ciudadanos a mi alrededor me miran con temor.

Espera... Todos me están mirando? A mi? No he hecho nada, por qué me observan de tal manera?

- ¡No he hecho nada! ¡¿Por qué me observáis así?! ¡Dejad de mirarme! -

Entonces descubro que no me miran a mi, si no a lo que mi mano sostiene. Es la cabeza de Kay'dem, el rey de Myrlenia.

El pavor de tener esa atrocidad en mis manos me hace soltarla inmediatamente. ¿Cómo he llegado aquí? ¿Por qué tenía la cabeza del rey en mis manos manchadas de sangre? 

¡¿ Qué está pasando?!

De repente oigo un gran estruendo. Son pasos que suenan con el peso de miles de hombres armados y protegidos corriendo. Para cuando los veo, uno de ellos dobla su brazo hacia atrás y grita:

- Lorem! - 

Entonces todo se vuelve muy confuso. La lanza en sus manos viaja más rápida que la propia luz y atraviesa todo mi pectoral como si fuera mantequilla. No duele, es rápido. 

La lanza me atraviesa completamente, como si yo solo fuera un canal de paso, y sale volando por el otro lado.

Caigo de rodillas en el tejado, no puedo pensar, no sé que pensar.

Mi cuerpo empieza a dar vueltas hasta caer de unos 10 metros y antes de tocar al suelo todo se vuelve negro.

No veo nada. Es como si no pudiera abrir los ojos. Hace mucho frío pero no puedo taparme, no noto los brazos para poder acurrucarme en mi mismo.

De repente siento un calor intenso delante de mi, mientras todo sigue siendo la nada absoluta.

Entonces una voz empezó a hablar:

- Joven. Esto es solo el inicio. Te espera mucho más. Aún no es tu momento... - 

Entonces el negro que se posaba en mi vista empieza a clarecerse hacia un blanco radiante que prácticamente podría dejarme ciego, aunque no estoy seguro de si realmente tengo ojos para eso.

Cuando la luz blanca se atenúa, delante de mi solo hay una habitación cuadrada, con una puerta en un lado y una ventana en el opuesto. 

Me rasco los ojos, realmente me escuecen. Supongo que esto es una jaula, normal, acabo de asesinar al rey, pese a no recordarlo. 

Intento levantarme y, por increíble que parezca, puedo estar de pie y andar con total facilidad, hasta mi pecho se ve totalmente recuperado: Sin cicatrices, ni marcas ni tan siquiera sangre seca en la espalda.

- Vale, ¿Y ahora qué? - Me pregunto.

Miro por la ventana, está demasiado alta, no puedo ver lo que hay al otro lado, solo el oscuro cielo nocturno.

- Nada por aquí... -

Voy a la puerta de metal y pico, pero nadie responde.

- Nada por allá... -

Genial, estoy solo. Iré a dormir a una esquina o algo hasta que pase alguna cosa.

Me siento en una de las frías esquinas de la habitación y cierro los ojos. 

De repente se oye un estruendo.

Se va acercando.

Un golpe.

Otro.

Cada vez más cerca hasta que se que lo que los causa está al otro lado de la puerta.

Me preparo para lo peor.

- Y..... La última! - Dice una voz femenina al otro lado. - Tenpuku!!! -

 Entonces la pared estalla en mil pedazos. Al otro lado hay una chica hermosa. Tenía pinta de ser una Aylia, pero no estoy seguro, nunca había visto una antes.

- !Te encontré pequeño humano sarnoso! - Dijo alegremente.

- ¿Perdona? Soy muy limpio yo, aquí la gata eres tú. - Dije, sobrado.

- Bonitas palabras a la hermosa joven que te acaba de salvar la vida. - 

- !Pero si casi me matas con la explosión! - Grité.

- Meh, no te preocupes, ahora tan solo sígueme. -

- ¿Y tú quién eres? - Le pregunté.

- ¿Yo? - Dijo - Puedes llamarme Khyara.


CaceríaWhere stories live. Discover now