Capítulo seis.

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Aún me duele el golpe que Gemma me dio para que soltara a Scorpius, incluso tengo dolor psicológico con todo lo que me dijo después. Creo que lo notó, porque me sacó de allí y me llevó a una cafetería para saciar mi hambruna Weasley. Me miraba de reojo mientras yo cortaba mis waffles con el ceño fruncido.

— ¿Estás molesto con lo de Lily y Scorpius? —inquiere con cautela.

—Sí —confieso en un gruñido.

Ella se muerde los labios, como si estuviese pensando en ello.

—Te molesta que esté con ella porque es mayor... ¿O es porque se trata de un Malfoy?

En ese momento me detengo y la miro confundido. ¿Qué tiene que ver que sea un Malfoy? Debo admitir que no es el apellido más lindo del mundo, pero más allá de hacerle bullying a Mala fe con él no voy.

—No me interesa su apellido de mala fe, es porque no me lo dijeron y... ¡Él es un jodido pedófilo ahora mismo! —resoplo, sintiendo mi rostro arder mientras pongo una mano en él—. Odio que no me digan lo que pasa en casa. Siempre me tuvieron aparte, Lily y Albus, con sus súper secretos de hermanos menores; ha sido peor desde que me mudé. Duele que siquiera me haya informado que consiguió al chico que le gusta desde hace años.

Finalizo suspirando cansado, dejo mis cubiertos a un lado. Me quedo mirando los restos de la comida mientras pienso por qué me apartan tanto. Sé que soy impulsivo, hace rato estaba intentando matar a Malfoy, pero también me gusta formar parte de lo que sucede en mi familia. Cuando Lily tuvo una reacción alérgica en Hogwarts hace años fui a enterarme horas después, y por una chusma en el pasillo; llegué a la enfermería y la encontré riendo con Albus. Sin duda me sentí ignorado, al igual que ahora.

Tal vez sea una estupidez para otros pero, teniendo en cuenta todo lo que he pasado, para mí no lo es.

—Yo no tengo hermanos —dice Gemma, de la nada.

Ante eso levanto la vista para mirarla. Ella jugaba con una cuchara, sin mirarme.

—Todos mis secretos me los guardaba para mí... Así que la verdad no sé cómo te sientes. Pero con solo verte puedo notar que te afecta en demasía.

Asiento lentamente, inclinándome un poco hacia ella.

— ¿Tratas de decirme ahora serás mi súper hermana, a quien el contaré y me contará cualquier secreto? —bromeo, causando que resople intentando contener una sonrisa—. Suena interesante, como a película adolescente dramática... Scorpius promueve la pedofilia, pero yo no el incesto, preciosa.

Luego de eso tomo su mano y le doy un apretón. Me toma un par de segundos percatarme de lo íntimo que es el acto, por lo que vuelvo a soltarla. Su voz se repite en mi cabeza, esta no es de esas relaciones.

—Esa no era la idea, graciosito —murmura.

—Supondré entonces que la idea era ser mi confidente sin ser mi hermana... Pero siquiera sé tu apellido —vuelvo a recalcar, ella aprieta los labios—. No puedo confiar en alguien que no conozco por completo.

Chasquea la lengua y se levanta. Yo frunzo el ceño, ¿por qué tanta testarudez con no decirme su maldito apellido? Ni que me saliera con que es hija de Voldemort y que me matará para adueñarse del mundo mágico.

Demonios, ahora temo que sea eso.

—Iré a hacer una llamada, termina con tu comida y luego seguimos.

La veo caminar hacia la salida, pero puedo seguir viéndola gracias a los enormes ventanales. Teclea en su celular, se queda unos segundos mirándolo pensativa antes de volver a apretar un botón y ponerlo contra su mejilla. No sé si ignora mi mirada, o en realidad no se percata de ella.

Tiene el cabello de color cobrizo, lo primero que me había atraído de ella cuando la vi. Es que no soporto la famosa "Maldición Potter", que me viene tocándome las narices desde hace años. En Hogwarts no había muchas pelirrojas, y el 97% de ellas eran mis primas, el 2% un par de chillonas y lo que sobraba unas acosadoras teñidas. Cuando me gradué no volví a acercarme a una pelirroja, es más, me alejaba de ellas como si fuesen una paria.

De cualquier forma las morenas son más atractivas, Gemma lo es.

Rulos, ojos oscuros, piel tostada... Y su trasero, no debo olvidar su bendito trasero que hoy se ve de maravilla dentro de esos jeans ajustados.

Entonces estoy babeando por la conocida con beneficios. Y esa forma de hacerlo hace que me altere los nervios.

No es de esas relaciones, no es de esas relaciones. Vamos, James, tú sabes mejor que cualquiera no mezclar sentimientos con placer. Nunca dormiste con la chica luego del sexo, siempre se iban. Además, las dos novias  oficiales que tuviste fueron un fiasco, recuérdalo.

—Merlín —murmuro golpeándome la frente contra la mesa—. No puede gustarte en serio.

Ni siquiera sé su nombre completo pero anoche deseé con fervor que durmiera a mi lado. Incluso, durante unos segundos, no tuve problemas si solo dormíamos sin sexo. Solo quise que esté a mi lado, escuchando mis ronquidos.

—Eh, Potter —Clava uno de sus dedos en mi espalda.

Levanto la vista para mirarle como un preso en agonía. Gemma hace un gesto de confusión por ello.

— ¿Y a ti qué te pasa? Te dejo dos minutos y ya andas lloriqueando. ¿Tanto me necesitas? —añade en tono de broma, sonriendo de lado.

Oh, sí. Ya creo que sí.

—Dime tu apellido —pido de forma atropellada—. Y así tal vez ya no me sienta tan raro.

— ¿Raro? ¿Solo porque no sabes mi apellido?

Levanta una ceja divertida, y me palmea la cabeza como si fuese un perro.

¡Que hasta me tiene como su perro! ¿Dónde ha quedado tu dignidad, James? ¿Con la de Lily, de vacaciones?

—Sé dónde está tu hermano —evade mi pregunta.

Pero de todas formas me levanto de un salto, con emoción. La tomo por los hombros y le sacudo levemente.

— ¡¿Y tú cómo lo descubriste?! ¿También eres psíquica?

—Solo llamé a alguien, Potter —rueda los ojos—. Ya suelta.

Ignoro eso y le doy un profundo beso en los labios, de sorpresa. Ella suelta un quejido demostrando que no se lo esperaba. Le rodeo el cuerpo con los brazos, disfrutando el beso y el hecho de que ella parece estar cayéndose poco a poco.

Bien, el hecho de que le fallen las piernas cuando la beso me trae emocionado.

Al separarme la observo con una enorme sonrisa, ella frunce el ceño recuperando el aliento.

—Ver que olvidaste respirar por el beso me da cierta...

—No olvidé respirar —interrumpe, roja como tomate y enojada—. Me besaste sin aviso, siquiera me diste un momento para tomar aire.

Luego de eso me da un golpe en el pecho, pagamos la cuenta y salimos de la cafetería. Yo voy casi bailando, sonriendo a más no poder y sintiéndome fresco.

Acabo de notar que me gusta realmente la chica a mi lado, y eso me trae como imbécil.

—Dios, deja de parecer hippie drogado —me dice haciendo una mueca—. Hace rato estabas fumando y diciendo que todo era mierda, ahora andas haciendo un Hairspay en medio de la calle.

— ¿Qué es...?

—No me digas que no viste la película porque sería pecado —exclama, algo dramática.

Me acerco a ella y paso el brazo por sus hombros. Se tensa ante eso, abriendo los ojos como platos.

—Podríamos verla juntos... Y luego me dices tu apellido.

¡Albus! Rompimos el muro.Where stories live. Discover now