Capítulo diez.

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—Es mi novia, Yemita de huevo —solté de forma atropellada mientras rodeaba a Gemma con una mano y sonreía hacia mis padres.

Ella puso cara de horror, la misma cara que pusieron mis progenitores ante la frase "mi novia". Sentí que la mano de la morena se deslizaba tras de mí, luego pinchó mi cintura con fuerza, provocando que pegue un salto. Pero me recuperé rápido, dándole un beso en la mejilla.

— ¿No están felices? Es mi novia, mamá, lo que tanto querías —insisto.

Mi madre asiente lentamente sin cerrar la boca, avanza hacia nosotros levantando una mano. Creo que intenta parecer natural pero está fallando en eso.

—Hola, soy Ginebra, mucho gusto —dice, sorprendiéndonos a papá y a mí.

¿No se va a poner en modo madre celosa? Creí que era su principito.

—Tú eres... ¿Yemita...? —ladea la cabeza entrecerrando los ojos.

Gemma se sonroja hasta el cuello y niega muchas veces con la cabeza. Sus ligeros rizos oscuros se mueven a la par del movimiento, y ¿qué carajos hago fijándome en cada minúsculo detalle? Demonios, tiene un lunar en el cuello que me hace pensar en cosas calientes en momentos inadecuados.

Mira a otro lado, James, a otro lado. Barney es un dinosaurio que no quiere levantarse en tus pantalones... Acabo de joder mi infancia en una frase.

—Soy Gemma, Gemma —repite su nombre aceptando el apretón de manos.

¿Su apellido entonces es Gemma? Agh, carajo. Ni siquiera se lo dice a los suegros.

—Gemma —vuelve a decir mamá en tono bajo, lento. De pronto tira de ella y acerca sus rostros amenazante—. ¿De verdad eres su novia novia? ¿Tienes una relación sentimental con mi hijo o es una mentira?

Abro los ojos como platos ante la repentina actitud de mamá, y mi padre suelta una tos falsa con incomodidad. Creo que Gemma está temblando.

—Claro que sí, ¿qué te pasa, mamá? —digo yo medio riendo para calmar la situación.

—Callado, James. Quiero que ella responda.

Observo a la morena relamerse los labios y mirar hacia la puerta, mis ánimos caen en ese momento. Claro, tenía que ser tan idiota como para enamorarme de la persona con quien acordé un pacto de solo sexo. Ahora me aguanto si ella me deja y...

—Sí, lo soy. Es muy repentino a decir verdad, por ello estaba indecisa con venir a saludarlos, señores Potter.

Su voz suena como un eco en mi cabeza, y ahora es mi turno de mirarla (junto a mis padres) con la boca y los ojos muy abiertos. Gemma solo sonríe tiernamente, como nunca la he visto.

Creo que me va a dar el patatús.

—Lamento eso, pero lo importante es que ya tenemos el placer de conocernos, ¿no?

Mamá asiente mientras la suelta de su agarre y una enorme sonrisa se forma en su rostro. Cinco segundos después tengo a mi madre dando saltos de euforia alrededor de papá, quien también se ve muy emocionado.

— ¡Mi hijo tiene novia al fin! —dice ella.

— ¡Y es agradable y educada! —añade él.

— ¡No era gay a escondidas! —carcajean a la vez y mi expresión cae.

— ¡¿A qué se refieren con eso?!

Luego de quejarme por dos minutos porque dudaron de mi sexualidad fue el turno de mamá para bombardearnos con preguntas. Recordé de pronto la situación del segundo piso, así que respiré profundo y propuse ir a la cocina a beber té mientras hablábamos del tema. Mis padres parecían extrañados, horrorizados y maravillados con mi actitud; cada que los veía ellos miraban con gratitud a Gemma, como si ella me hubiese adiestrado bien.

¡Albus! Rompimos el muro.Where stories live. Discover now