Un momento de... ¡Pavor!

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Esperando lo peor, Bob empezó a actuar como si hubiera vuelto a los tiempos de guerra, preparándose para la batalla. Ordenó que su mujer mantuviera cerrada la persiana de su ventana y, tratando de demostrar una calma que no poseía, pidió a todos que se quedaran en silencio. En el silencio, sintiendo sólo las vibraciones que venían del techo y de sus propias palpitaciones, los cuatro esperaban la secuela de los hechos durante un momento que parecía eterno: la sensación común era que el destino de sus vidas sería cumplido en aquellos próximos segundos. La tensión del momento fue interrumpida por una ligera sacudida del avión y el crujido de la puerta siendo forzada por fuera. Por suerte, Bob pensó, que el mecanismo de bloqueo sólo permitía que fuera abierta por dentro, sin embargo, simultáneamente un frío subió por su espina dorsal, cuando escuchó el chasquido metálico de la apertura de la cerradura, luego enseguida, la puerta empezó a abrirse.


Nisiquiera cuando volaba sobre las baterías antiaéreas japoneses en los tiemposde guerra, el ex caza Bob sintió tanto miedo como en aquel momento en queesperaba que la puerta del avión abriera. Imaginaba, en la época de guerra,que, al sobrevivir a ella, sería fácil enfrentarse a la muerte cuando fuera mayor,sin embargo, nunca se sintió tan poco preparado para ese momento que parecía elfin inminente, por lo menos no para este tipo de fin que se presentaba.Sabiendo que de donde estaban no habría ningún escape, mientras la puerta seabría en medio de un brillo que invadía e iluminaba el interior del avión, sacóun revólver de su cintura y, bajo el asombro de todos, le señaló para lasfiguras que, con la puerta finalmente abierta por completo, pusieron sus cabezasbrillantes hacia adentro del avión como si fueran dos lámparas fluorescentesovaladas gigantes, lado a lado, dos de ellas vistas allí aproximadamente a mediometro de los cuatro asustados. La luz que emanaba de sus cabezas impedía que seviera el rostro del bulto posicionado un poco más cerca de los Firmlegs,momentáneamente mudos con la visión sin igual que tenían delante de ellos,pero, la figura posicionada luego atrás de la primera parecía reflejar subrillo, por lo cual era posible distinguirse, debajo de un enorme frente de unacabeza larga y redondeada, aparentemente calva, su rostro y su par de ojos, losdos enormes y negros como la oscuridad. Sobre un fino y puntiagudo mentón, sepodía también ver su boca, oscura y desproporcionadamente pequeña en relación alos ojos, aun que estuviera abierta en una ligera expresión de asombro, parecíamirar con atención a la incrédula familia sin la mínima demostración de miedo,aunque Bob estuviese señalándoles un arma a pocos centímetros. El rápidomomento de estudio visual de los dos grupos fue, súbitamente, interrumpido porJulia que, inicialmente tartamudeando, exclamó señalando el dedo en dirección alas dos personas delante de sí:

— Esas cosas, Bob. Esas cosas no son ángeles no... — Entonces, después de una breve pausa para respirar, fue aumentando el tono y soltando toda su voz en un grito de horror: — Esas cosas... ¡Ellos van a levarnos al INFIERNO! — Había alcanzado el límite de su cordura, se levantó como si quisiera huir, jugando en el suelo la hija que estaba en su regazo sin siquiera darse cuenta de lo qué hacía, apretándose al lado del cuerpo del comandante Kelly en la cabina del avión, gritando seguidamente:

— No,no, no quiero ir... no voy para el infierno. — La mujer estaba en completo estadode choque. 

El Vuelo Chárter para MiamiWhere stories live. Discover now