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La luz de sol se colaba entre las cortinas de tul de color blanco, la calidez de la luz era siempre el despertador de Rose. Abrió lentamente sus ojos, ayudando a sus retinas acostumbrarse a la repentina claridad, estiró sus brazos y dejó escapar un bostezo.
Antes de levantarse, miró hacia el grande ventanal de su habitación y podía admirar el cielo totalmente despejado, hacía mucho sol y a ella le encantan los días soleados, detestaba los días de lluvia porque le causaba nostalgia y ese sentimiento era algo que la ponía débil y no toleraba la idea de sentirse de esa forma, le costaba trabajo disimular el bajón emocional que le provocaba haciendo que los demás pudieran notar que algo le sucedía aunque realmente no fuera nada más que esa molesta sensación de nostalgia.

—Por suerte es sábado, no tendré que ver las caras de siempre —dijo para si misma, mientras que con una sutil sonrisa se ponía de pie. Le fastidiaba mucho tener que ir a la Universidad y tener que chocar con personas con las que no le interesaba hablar en absoluto, más éstas atraídas por su encanto, insistían en buscar un poco de atención.
Se dirigía al cuarto de baño, cuando de repente algo inusual en su habitación llamó la atención de sus ojos.

— ¿Una rosa?  —arrugó el ceño, desconcertada y curiosa. — ¿Qué fecha es hoy?  —preguntó para si misma, ¿acaso era una fecha especial para recibir obsequios?, caminando hacia su mesa de noche, tomó su teléfono y vio la fecha...

09 de agosto

En ese momento, deseó maldecir aquella rosa que la motivó a ver el calendario. La ira corría con violencia por todo su cuerpo, el calor se acumulaba en su espalda provocándole escalofríos a la vez.
Miró al techo, cerró los ojos con fuerza, suspiró muy pesadamente, y dejó el teléfono con calma sobre la mesa. No podía perder el control, no otra vez, no por lo mismo.

— Esto es una maldita burla. Quien sea que haya dejado ésta asquerosa rosa... —dijo con rabia tomando la rosa y en el instante en que la iba arrojar por la ventana, se percató que había una nota. Tan distraída la puso el obsequio que no se había fijado en la nota. Tomó el papel, y observó la letra ilegible, su rostro formó una mueca de desdén y confusión, su ceño se fruncio aún más al leer el corto contenido...

》Después de ésto, cuando mueras, no pretendas ir al cielo o al infierno. 《

El contenido la confundió en extremo pero no hizo que perdiera el control. Más se preguntó que rayos significaba aquello. La rosa. La nota. La fecha.

Observó la rosa, las espinas salvajes de ésta le daban un aspecto ilegible, pero le recordaba tanto a ella, que en seguida algo la conmovió y decidió conservarla. En tanto a la nota, se dedicaría a ella para estudiarla y pensar mejor al respecto. De todos modos no tenía demasiado sentido para ella aunque había tantas señales en ésta fecha y en éste extraño obsequio, que le parecían una extraña coincidencia.

— Buenos días, madre —saludó con dulzura al bajar las escaleras al salón comedor. Su madre de rizado cabello, la miró con alegría y le dedicó la misma sonrisa que su hija le había dado.

— Buenos días, cariño. ¿Té con leche?—pregunta con una sonrisa. Rose adoraba el té con leche con tres cucharaditas de azúcar, la acompañaba con galletas de vainilla. Olvidando por completo el suceso en su habitación, sonrió a su madre en respuesta y se sentó junto a ella en la mesa, las dos aun estaban en pijama. Enseguida se escuchan los arrastrados pasos de David, el hermano menor de Rose, eran dos gotas de agua, ambos tenían  el cabello naranja y con rizos igual que la señora Lawliet, los grandes ojos celestes de David se posa en las dos mujeres sentadas en la mesa. Algo curioso de estos hermanos pelirrojos era que no tenían pecas en el rostro como la mayoría.

—Tuve una pesadilla espantosa, no logré conciliar el sueño de nuevo —dice con la voz ronca de recién levantado, frotando sus ojos y tomando asiento en la mesa.

— Relájate y come una de mis galletas—ofrece Rose en tono tranquilo, David odiaba sus galletas de vainilla lo que hizo que él rodara los ojos.

— ¿Y papá? —la pregunta de David, hizo que un escalofrío corra por la columna de Rose. Odiaba que David lo llamara de esa forma.

— No comprendo por qué demonios lo llamas así. Nuestro padre murió  hace años, David.—ataca Rose con un tono severo pero bajo control, el chico la mira con la expresión dura y se limita a inclinar la cabeza— ese hombre no es tu padre, no es el padre de nadie—agrega con crueldad

— ¡Rose! —la señora Lawliet en tono disgustado y ofendido, reprende a su hija— sabes que gracias a él tenemos donde vivir y estamos muy bien económicamente, no hables de esa forma y sé más agradecida, siento tanto tener que amonestarte pero no puedo permitirtelo.—sisea apretando los dientes y hablando casi en un susurro.

La mirada penetrante y asesina de Rose clavada en los ojos de su madre, en éstos momentos la odiaba, odiaba a todo el mundo pero más a ese hombre de quién aún dependía. No veía la hora de largarse de ese lugar y no volver a ver su rostro jamás, deseaba con todas sus fuerzas poder tener una oportunidad para vengarse de lo que él le había hecho.

Ha arruinado su vida, ha arruinado su mente, sus emociones, eso no quería decir que ella no tenía seguridad y control sobre si, pero la ira constantemente la abrumaba y se deleitaba en ella, sentía que la hacía poderosa y fuerte, era el único sentimiento que la sostenía.

Su padre, había muerto de un ataque al corazón cuando a penas contaba con siete años de edad, David no llegó a conocer a su padre. Rose, a pesar de tener tan pocos recuerdos de su padre en la memoria, lo amó con mucha fuerza, pero su pequeño mundo cayó en trizas cuando falleció. Gradualmente su madre con la depresion que traía se vio en aprietos, hasta que conoció al señor Oaks, un hombre millonario con muchos bienes, se enamoró perdidamente de la señora Lawliet, quien en aquellos tiempos, era idéntica a Rose, aún poseía su belleza pero ya los años han hecho que su naturaleza pasara de moda, no podían hacer nada más que depender de éste hombre, de otro modo estarían perdidas debajo de algún sendero oscuro.

Cuando Rose llegó a su madurez física, se convirtió en una mujer irresistiblemente bella. Su cuerpo esbelto, su largo y rizado cabello rojizo, sus grandes ojos verdes, su exquisita blancura, hicieron que el hombre de quien dependían económicamente, se sintiera tentado, y la forzó descaradamente a satisfacer sus deseos carnales, la amenazó a muerte, y ella nunca dijo absolutamente nada. Antes de todo ésto, ella era realmente una mujer segura con mucho carácter y también muy dulce y amable, pero el 9 de agosto de aquel año, la dulce y amable Rose se esfumó para siempre y desde ese entonces su alma gritaba venganza, cada poro de su ser gritaba de ira y los años la volvieron en alguien dura.

Ella evitaba cualquier contacto por más mínimo que sea con el señor Oaks, le dolía profundamente la clase de basura que era y  no podía decir nada, o quedarían en la calle, y su madre probablemente no sabría que pensar y la hundiría en una depresión igual o peor que la vez en cuando su padre partió; ella no podia hablar, pero dentro de ella, sabía que era poderosa y que pronto se vengaria.

Muy pronto—habló en su mente una voz que nunca había escuchado.

La sombra de tu presencia [Pausado]Where stories live. Discover now