5

106 50 32
                                    

Temía que fuera un sueño. No quería dormir, temía que no fuera real, temía que tanta devoción la estuviera volviendo loca. Por primera vez se sintió vulnerable, estaba agotaba física y emocionalmente, y el miedo y la emoción la abrumaban.

Luego de unos cuantos días de aquella noche, Radamés la volvió a visitar por segunda y última vez.
Le habló sobre la nota y los cambios físicos que ella sentiría.

- Te sentirás agotada hasta que el último pétalo caiga. Se debe a que el poder es muy fuerte y tu cuerpo está sorprendido por tal poder, pero lo acepta de forma exitosa, una vez que todos los pétalos hayan caído, el agotamiento se irá para siempre hasta el día que mueras...

- ¿A qué te referías con la nota? -le había preguntado Rose cuando lo escuchó mencionar su muerte.

- Eres humana -comenzó- pero el poder que te ha sido otorgado te convierte en un ser sobrenatural, no envejeceras pero llegará la hora de tu muerte tarde o temprano, eso se debe a que eres mitad humano y mitad sobrenatural... Y cuando fallezcas, no irás al cielo, tampoco irás al infierno, porque ahí van los humanos.

- ¿Dónde iré? -la curiosidad le atormentaba y tenía ganas de preguntar tantas cosas que la dejó en blanco.

- Resucitarás. -las cejas de Rose subieron con alegría- tendrás tu Reino y serás una diosa. De acuerdo a las obras que realices con éste poder en el mundo, adoptaras tu nombre de diosa, así es como el mundo nuevo sabrá de ti así como saben de mi.

- No comprendo por qué me tocó tanta dicha... Que es lo que hice para merecer ésto -dijo Rose. Ella se sentía indigna de tal poder, era demasiado hermoso para ser real.

- Es tu destino, Rose-le dijo Radamés- es la primera vez que se concede poder a una mujer. En millones y millones de años, nunca se había dado un poder a nadie sobre la tierra... Nunca solemos llamar a los humanos para convertirse en dioses, pero tú eres muy excepcional, ni yo sería capaz de subestimar tu poder, serás poderosa-se acercó a ella y tomó su rostro en sus manos- temblaran ante ti.

- ¿Me ayudarás?-él la mira fijamente y niega con la cabeza.

- No lo haré. Podrás tú sola, Rose.

- Pero...

- Ésta será la última vez que me verás. Es un regalo que te he otorgado, será tu responsabilidad convertirlo en un poder mucho mayor, puedes hacer lo que desees.

- ¿No volveré a verte jamás?

- Quizás algún día...

Recordar aquella conversación le dejaba un gusto agridulce. Deseaba que él la guiara, la sostuviera si algo salía mal, pero no, se encontraba sola, era el poder y ella. Se sintió como un universo vacío.
Estaba agradecida de forma infinita, y Radamés lo sabía.
Una sensación de alegría y energía llena de ego se apoderó de ella, no podía creerlo. Tenía en sus manos el poder de castigar a quien se le diera la gana, tenía en sus manos el poder de hacer lo que quisiera.

- Sólo somos tú y yo -dijo mirando a la rosa que de forma débil sostenía los dos últimos pétalos. Una sonrisa cargada de orgullo se dibujó en su rostro y sus ojos cargados de emoción brillaban.

Había encontrado su destino, se había encontrado a si misma, ahora entendía porque amaba tanto las sombras, ahora comprendía porque le interesaba tanto cosas que a otros les daba igual.
Sintió como el marcador de su vida indicaba el número cero; éste era su momento, empezaría de cero y empezaría cuando el último pétalo caiga.

El mundo presentía su llegada. La luna brillaba para ella, el viento la acariciaba con respeto, y los grillos cantaban en coro para ella.

Su cuerpo cada vez respondía al poder con más gentileza, ya no se sentía tan débil, la sonrisa no podía desaparecer de su bello rostro, ese rostro angelical que engañaba a todos, estaba tan feliz que sentía estallar.

- Nadie se interpondrá en mi camino, y juro... Que quien lo haga, sin importar quien sea, lo pagará con dolor -dijo apretando los dientes, sus ojos ahora brillaban de rabia, miraba con devoción la luna llena, y un aguacero comenzó a regar el césped, aspiro con fuerza sintiendo el aroma a tierra mojada, se deleitó en la sensación.- Si, lo juro. -soltó en un susurro que se mezcló con el viento. El viento obedeció y llevó su mensaje al mundo.

¿Cómo es que no lo sabías? No podrás escapar de su mirada.

Ruega misericordia. Ruega, si quieres vivir, y si te perdona... Te enseñará lo hermosa que es la vida. Ella lo sabe, y sabe muchas otras cosas.

La sombra de tu presencia [Pausado]Where stories live. Discover now