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CAPÍTULO 2
Denver Nuggets

Volver a casa ya no era tan divertido como solía ser cuando era pequeña.

Cuando era pequeña y mamá me recibía con un gran plato de macarrones y una sonrisa, cuando papá, Aiden y yo hablábamos de baloncesto antes de empezar una guerra de cosquillas en el sofá. Volver a casa ya no era tan divertido porque los recuerdos me hacían tener múltiples dolores de cabeza. Hacían que no parase de llorar, que fuese débil.

—Lou ¿te ha estado molestando todo el día?

Yo negué con la cabeza, como él había dicho cuando veníamos de vuelta a casa, no merecía la pena. Fui directa a mi habitación y me tumbé en la cama de un majestuoso salto digno de haber sido grabado. Cerré los ojos y mi vinilo favorito, sonó por toda la estancia, haciendo que me sintiese mejor. La música era lo que me ayudaba a seguir intentándolo, o simplemente me ayudaba a mantener la mente en blanco y evadir todos mis pensamientos. Cuando había llegado a una calma realmente agradable escuché un grito por el pasillo.

Oh, no.

—¡Pelea de cosquillas!— gritó Aiden mientras movía sus dedos y empezaba a hacerme cosquillas.

Si hay cosas que más odie en el mundo son socializar, y que me hagan cosquillas.

—¡Aiden, para por favor! ¡Por favor!— conseguí formular entre carcajadas.

Pero entre tanta risa, a mi hermano pequeño se le estaba olvidando cierto detalle... Que yo era la reina de las cosquillas. De un momento a otro lo tuve suplicando que parase e incluso llorando de la risa. Paré, le quité las arrugas a la colcha y puse bien los cojines que habíamos caído después de la guerra de cosquillas. Me senté en el borde de mi cada y mi hermano me imitó.

Algo no iba bien, la enorme sonrisa que tenía hace menos de cinco segundos había desaparecido, de hecho estaba pasando las manos por su cabello— cosa que solo hacía cuando estaba nervioso— tenía que contarme algo, importante y no podía.

—Lou... Yo...—murmuró— Tenemos que hablar.

Paré el tocadiscos y le sonreí— Dispara, microbio.

—¿Microbio yo? Anda no seas tonta...

¿Yo tonta? Se había metido en un buen lío.— ¡Pues tú eres un Rayo McQueen! ¡Eres tan arrogante como él!

—Cállate, Zazu— rodó los ojos y yo me crucé de brazos.— A lo que iba, esto no puede seguir así, Louise... Sé que lo estás pasando mal, de hecho yo también, a mí también me duele... Ese accidente nos ha jodido la vida a los dos, pero no puedes ser tan egoísta contigo misma...

—Aiden, yo...

—Estoy hablando— me miró fijamente a los ojos— No te cierres a las personas, en ellos vas a poder encontrar apoyo, no todos son como el siñir Imirgidi— imitó a Austin y me sacó una sonrisa.

Intentaba no cerrarme, pero cuando no lo hacía, todo lo que venía eran problemas.

— Es difícil, Aiden, no lo comprendes...

Empecé a sollozar, como buena llorona que soy, odiaba ser tan débil.

—Lo intento, Lou, lo intento... Al igual que tú lo debes intentar...

Yo era la hermana mayor, pero sin duda la más inestable, no lograba controlar mis emociones, en cambio él era como una piedra, y siempre estaba ahí para hacerte sentir mejor. Me abrazó y nos sentamos en el sofá del salón para ver un partido de baloncesto. Eso siempre nos hacía sentir mejor a ambos.

—¡Prométeme que intentarás empezar de nuevo!— me había levantado para preparar palomitas en la cocina y Aiden me estaba hablando desde el salón.

Aunque no pudiera verme asentí, lo iba hacer, iba a intentarlo. Nos merecíamos ser felices, y esta vez nada ni nadie lo iba a estropear. Mientras programaba el microondas le escuché gritar, probablemente al televisor. Y cuando entré en el salón... ¡Eureka! Allí estaba jugando a ser un entrenador, murmurando cosas inexistentes y gritando los nombres de los jugadores que corrían por la cancha sin sentido ninguno. Yo reí, ya que siempre hacía lo mismo con cada partido.

—Tengo una idea, Aiden—murmuré— ¡Vamos a hacer una apuesta!

Me miró como si estuviese loca.— No me mires así, todos los inútiles que tengo por compañeros de clase están locos por hacer apuestas, por lo visto es lo más ahora...

Soltó una carcajada y se llevó una mano a su frente.— A ver, cuéntame, Zazu.

—Qué pesado eres microbio...

—Por un momento creí que me ibas a llamar Rayo McQueen de nuevo y que te tendría que llevar al hospital o algo— me reí tan fuerte que una palomita se escapó por ¿mi nariz?— Eres divertida cuando quieres, Zazu.

Negué con la cabeza mientras mordí mi labio y tomé aire para poder formular la apuesta.— Los Warriors, están jugando ahora, y van 40 abajo, si remontan en lo que queda, voy a hacer lo que quieras durante una semana.

—¿Y si no?

—Te quedas conmigo todos los descansos sin traer a Drew y me haces mis deberes de matemáticas.— asintió dudoso y yo reí.

Miré al contrincante, y aguanté otra carcajada al ver el nombre.— ¿Denver Nuggets? ¿Se puede saber quién le ha puesto ese nombre al equipo?

—Probablemente alguien de Denver con hambre—dijo mi hermano con una sonrisa.

Un momento, yo conocía esa sonrisa. Me estaba ocultando algo. Se dio cuenta de que le estaba observando y su semblante se volvió serio. Demasiado tarde, ya me había dado cuenta de que... No podía ser... Me la había jugado.

—Maldito Aiden.

—Al parecer alguien se ha dado cuenta de algo—sonrió— Debes de estar más atenta cuando repitan los partidos, Lou... ¡Tu serás la reina de las cosquillas pero yo soy el rey de las apuestas! ¡Mira que pedazo remontada! ¡Te quiero, Stephen Curry!

Rayo McQueen; personaje principal de la película Cars.
Zazu; personaje del Rey León que siempre está arruinando los momentos divertidos de Simba y Nala.

madness || Levi JonesWhere stories live. Discover now