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CAPÍTULO 3
El mejor día de mi vida

Tu puedes Louise.

Mi nombre es Louise Dunne. Soy una joven que no podía presumir de estatura, apenas medía un metro sesenta. Tampoco era la más delgada del mundo, pero intentaba no preocuparme mucho por ello. Mi cabello es lo más simplón del mundo; castaño y ondulado, y por último lo único que destaca de mí, mis ojos verdes. Vivo con mi hermano por... Problemas familiares, y amo la música, podría estar todo el día con mi tocadiscos escuchando toda mi colección de vinilos en la que he invertido la mayor parte de mi tiempo y mis ahorros. De hecho tendría que estar escuchando uno de ellos en vez de estar en esta maldita fiesta en la que me encuentro.

—¡Tienes que venir, es mi primer partido! ¡Además gané la apuesta!

—No tengo ganas, Aiden, no me vas a dejar en paz ni el último día de la apuesta...

Me encontraba en esos días del mes donde la única cosa que se me apetece es dormir, comer, y dormir, y ir a ver un partido de baloncesto no entraba dentro de mis posibilidades. Hacía ya una hora que Aiden había entrado en mi habitación, invadiendo mi espacio y molestándome con un estúpido partido de baloncesto. No pensaba ir, no pensaba ponerme ninguna camiseta de su equipo, ni mucho menos pensaba corear su nombre tras los 10 triples que se marcó. No pensaba relacionarme con gente, ni mucho menos ir a la fiesta de después del partido con salvajes que apenas conocía.

—No puedo creer en los líos que me metes, Dunne.—susurré para mí misma.

Aiden, Drew y yo estábamos sentados en un sofá en la casa de uno de los jugadores, la cual estaba llena de gente. A nuestro alrededor un grupo de chicos y chicas mantenían una conversación en la cual yo estaba participando, por que sí chicos, Louise Dunne sabe hablar.

Estábamos conversando de un tema para nada interesante cuando me pasaron un vaso rojo. Sin saber su contenido di un trago, y vaya que si agradecí haberlo dado, menuda valentía me otorgaba aquel líquido. Escuché como Drew se reía a mi lado, estos últimos días hemos estado hablando y bueno, no me cae mal, simplemente hay algo que no me acaba de convencer de él, pero es el mejor amigo de mi hermano y lo respeto. Decidí ir a por más bebida, ya que me estaba sintiendo como nunca. Mi hermano preguntó que adonde iba, yo me encogí de hombros.

Tras abrir la mayoría de puertas y encontrarme cosas que espero olvidar, di con la cocina.

¿Estaban abriendo whisky del caro?

—¡Hey, yo también quiero de eso!

Fueron varios los vasos que tomé y con cada trago que ingería más me olvidaba de todos mis complejos y de todas las cosas que rondaban mi mente. Escuché algunos murmullos sobre que la nueva se estaba poniendo como una cuba, pero ahora no me importaba nada que no fuese rellenar mi vaso.

—Suficiente, Donnut, ven vamos a hablar un ratito— era Austin, y estaba tan notablemente ebrio como yo. Me llevo al pasillo y me tomó de los hombros.— Pasemos una buena noche, deja de ser una amargada y pasemos una buena noche...

Me empujó contra la pared y empezó a dejar besos en mi cuello, no me gustaba esta sensación, intenté apartarme pero me tenía cogida por las muñecas. ¿Cómo había acabado así de demacrada? ¿Dónde estaba la sensación de valentía que tenía minutos atrás?—Austin... Austin para... Por favor...

Cerré los ojos, como podía haber sido tan tonta.

—Te ha dicho que la sueltes, gilipollas.

No sé quien fue, no cómo lo hice, pero aproveché para soltarme y salir corriendo lejos de la casa. Había venido en el coche de Drew y no me iba a dar tiempo de avisarle para que me llevase de vuelta, así que corrí y corrí todo lo que pude hasta llegar a la parada de bus más cercana. Allí me senté y las lágrimas brotaron. En mi cabeza solo tenía millones de insultos por haber sido tan ingenua. Solo quería cerrar los ojos y no abrirlos.

Me monté en el autobús e intenté contener las lágrimas para que los demás pasajeros no se preocupasen, aun así se podía ver en mi rostro que había llorado recientemente. A pesar de que fuese medianoche, y viernes, el autobús estaba muy transitado, y podía sentir todas las miradas.

Decidí coger mis auriculares y conectarlos a mi teléfono para escuchar a mi banda favorita, lo único que me podía calmar en estos momentos. Cerré los ojos y sonaron aquellos acordes de guitarra que al instante me hicieron sonreír. Odiaba que todo me pasase a mí, me mudaba de ciudad en ciudad pero siempre acababa pasando lo mismo. Siempre acaban encontrando a la chica débil y se aprovechaban de ella. Cuando los abrí vi como las personas que ocupaban los asientos delanteros se giraba a mirarme. No sabía que mi cara de después de llorar fuese tan monstruosa. Intenté ignorarlos y subí más el volumen, de hecho, lo tenía al máximo y aun así sonaba demasiado bajo para mí, así cualquier día perderé la audición.

—No trato de molestar ni nada de eso—me giré el chico de detrás me estaba hablando y me dedicó una pequeña sonrisa— Amo a ese grupo, y sobre todo ese álbum es mi favorito pero...

Vi como señalaba a mi teléfono y mis auriculares, y por un momento no quise ni mirar. ¿De verdad me tenía que ocurrir esto a mí? Por que claro, llorar es un sentimiento, la gente no va a mirar simplemente por un par de lágrimas, pero a una chica que escucha música a todo volumen de tal forma, ya era algo más corriente. ¿Cómo puedo ser tan torpe?

Miré al chico para agradecerle. Me llamó la atención su cabello rizado, cómo los tirabuzones caían por su frente haciendo que se viese muy divertido. Sus ojos azules eran preciosos y pude apreciar varias pecas repartidas por el puente de su nariz. Y le gustaba aquella banda, ¡nunca había conocido a nadie que...! Sacudí mi cabeza tratando de frenar los divagues y finalmente, miré hacia mis auriculares, los cuales efectivamente estaban rotos. Me ruboricé y lo único que quería era desaparecer. Entre lo sucedido en la fiesta y eso, había sido el mejor día de mi vida, ¡bien hecho Louise Dunne! El chico de detrás volvió a dar un pequeño golpe en mi espalda para que me girase, me dio sus auriculares y sonrió de nuevo.

—Soy Levi.

madness || Levi JonesWhere stories live. Discover now