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Camila llego a su casa bastante adolorida. Conducir un auto definitivamente no es buena idea cuándo has recibido tantos golpes en el abdomen, los brazos, la espalda, las piernas, la cara… En fin: Todo el cuerpo. Cada minúscula parte de su anatomía le dolía como mil
infiernos. Cada vez que intentaba mover un solo musculo un sentimiento de quemazón la invadía y le hacía soltar gritos de dolor, seguido de unas cuántas lágrimas y un
montón de insultos hacía sí misma dentro de su cabeza.

Subió a su habitación, gritando con cada paso que daba y llorando, no a casusa del dolor, sino del odio que sentía hacía sí misma. Un baño de agua fría fue lo primero que
necesito para relajar su cuerpo adolorido. Cuando supo que ya era suficiente, que la sangre se le había
despegado del cuerpo y se sentía solo un poco mejor, salió de allí y comenzó a mirarse en el espejo. Se espanto al ver su reflejo. Definitivamente, jamás había estado peor. Una lágrima amenazo con salirse de sus ojos mientras escuchaba a su mente decirle “Estúpida, lesbiana. Esto es lo que te mereces”… Se estremeció. La
voz de su mente sonaba exactamente como la voz de Austin.
Lentamente, comenzó a detallarse.
Su labio estaba roto.
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En cuánto Camila se volteo a mirar a Austin y Luis, su corazón se paralizo al igual que su cuerpo. No había nada
que hacer. No tenía donde huir.

Austin: ¡No te quedes allí sentada! -Le ordeno mientras le sujetaba el cabello y la lanzaba contra el suelo, haciéndola gemir de dolor.

Luis: Jamás olvidaras este día, Camila Cabello, lo prometo.

Austin volvió a sujetarla del cabello y la levanto. Ella se mordía el labio, intentando reprimir sus gritos de dolor. Tenía que ser fuerte. Tenía que resistir.

Dinah: ¡Suéltala, estúpido!

Luis: No, preciosa, el no la perderá de nuevo.

Y así fue como Luis comenzó a golpear a Dinah, no sin que esta se defendiera lo suficientemente bien como para que este recibiera unos cuántos golpes de vez en cuando.
Normani intento ayudar, pero un solo puñetazo de Luis la hizo caer al suelo, inconsciente.

Austin, sonriendo como siempre, obligo a Camila a arrodillarse frente a él y grito delante de toda la cafetería:

Austin: ¡SEÑORAS Y SEÑORES, CON USTEDES: CAMILA GAYBELLO!

Todos los de la cafetería rieron y gritaron en ese mismo instante, mientras las mejillas de Camila se llenaban de lágrimas silenciosas y su cabeza de insultos. No todos en la cafetería eran malos. En realidad, muchos no aprobaban la conducta de Austin y Luis, pero tenían miedo de enfrentárseles, pues sabían cómo terminaría todo.

Camila: Puedes golpearme todo lo que quieras, Austin. Pero eso no te hará más hombre –Susurro. Si él iba a
herirla, ella lo golpearía donde más le dolía: su ego. Fue entonces cuando el puño de Austin aterrizo sobre su
rostro, haciéndola probar su propia sangre.
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Tenía también una herida en la ceja y otra en el puente de la nariz.
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Camila: ¿Eso es todo lo que tienes, pequeñín? –Pregunto mientras escupía toda la sangre que se había acumulado en su boca.

Austin: ¡CÁLLATE, IDIOTA! ¡CÁLLATE! – Grito, depositando en su rostro la más horrible expresión que Camila jamás vio en su vida.

Y así fue como a su rostro fue a parar, de nuevo y con más fuerza, el puño de Austin Mahone. El cuerpo de
Camila cayó directamente sobre el suelo.
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Su mejilla era decorada por un gran moretón. Incluso, si lo veía de cerca, podía notarlo palpitando.
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Camila sintió una gran presión. Era Austin, que se había colocado sobre ella y ahora sujetaba su cabeza contra el frio suelo de la cafetería. Camila intento moverse, sin éxito.

La Chica de la VentanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora