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Lauren se sentía tan valiente luego de haber dicho aquellas palabras a la chica de la ventana. Su constante
estrés, luego la pelea con su madre y finalmente su ataque de pánico en la casa de la señora Hansen (Lo cual
vino después del vomito), habían hecho de su día un terrible día, y es por esto que, el hecho de estar hablando con una completa desconocida sin tartamudear, aunque
parecía algo muy simple para otros, logro que su día dejara de parecer una mierda.

Pero fue la voz de la chica cuándo la escucho por primera vez la que hizo que su día realmente dejara de ser tan
malo.

Camila: Tu voz acaba de alegrarme el día, chica de la ventana

Lauren no pudo evitar sonreír. Su voz era tan… No sabía cómo describirla. Solo podía decir que la hacía sentir de
una increíble forma, como en su heladería favorita o en un concierto de Lana del Rey. Su voz también le había alegrado el día.

Camila: Oye, se que ya te lo había dicho, pero tu sonrisa es en serio muy hermosa –Le dijo con los ojos brillando de emoción. A cambio, Lauren, inconscientemente, sonrió
aun más.

Lauren: Técnicamente lo escribiste
.
Camila: Escrito o no, sigue siendo hermosa. Como tú. Fue entonces cuando Lauren levanto la mirada, y sus ojos se encontraron con los de la chica de la ventana. Por primera vez en su vida, el hecho de estar mirando
fijamente a alguien a los ojos no le molesto.

Al menos no de inmediato. Por unos pequeños segundos, se fijo en
los ojos de la otra chica, notando lo marrones que estos se veían, convirtiéndose así este color en su favorito… Pero luego de unos diez segundos se sintió incomoda,
como siempre, así que desvió la mirada y borro la sonrisa de su rostro, comenzando a chasquear los dedos.

Camila: Tus ojos son realmente hermosos, chica de la ventana. Siempre he amado los ojos claros, pero los tuyos son tan… ¿Crees que puedas prestármelos algún
día?

Lauren frunció el ceño, confundida. Aquella chica debía de ser estúpida o algo así. Una persona jamás podría
prestarle sus ojos a otra. Era imposible. Y mucho menos solo por un día… y si lo hacía ¿qué ojos usaría ella? ¿Tendría que quedarse ciega durante un día o ella le prestaría los suyos?

Camila: ¿En qué estás pensando, chica de la ventana? ¿Te he ofendido?

Lauren: No… no me has ofendido… es solo que no puedo prestarte mis ojos. Es… imposible.

Camila: Tranquila, solo estaba jugando, chica de la ventana. Deberías dejar de tomártelo todo tan a lo literal.

Fue entonces cuando Lauren comenzó a reír como una loca. Rio y rio, sujetándose el estomago, hasta que por fin logro recuperar el control y volver a mirar a la chica de la
ventana, aun con una sonrisa en los labios.

Camila: Chica de la ventana, sé que soy un payaso y que mis chistes no pueden igualarse, pero no he dicho nada gracioso esta vez.

Lauren: Claro que si –Contesto con los ojos iluminados

Camila: En serio, no he dicho…

Lauren: Dijiste que dejara de tomarmelo todo tan a lo
literal –Revelo, una carcajada amenazando con salirse por
entre sus labios.

Camila: ¡¿Y eso te causa gracia?

Lauren: Es que no puedo dejar de tomarme las cosas a lo literal, chica de la ventana.

Camila: ¿Por qué? –Pregunto con algo que Lauren de inmediato reconoció como curiosidad.

Fue entonces cuando la chica de ojos claros suspiro y comenzó a contarle su historial médico a la chica de la
ventana, esperando a cada segundo que esta saliera corriendo y no le hablara nunca más. Pero ella
permaneció allí, escuchándola atentamente, dejando resbalar un par de lágrimas por sus mejillas de vez en
cuando. Al terminar, lo único que la chica de la ventana hizo fue sonreírle, secarse las mejillas y decir con una
tierna voz que hizo que su corazón rechazado palpitara como nunca:

La Chica de la VentanaWhere stories live. Discover now