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Camila estuvo preocupada durante cinco días seguidos. La chica de la ventana no había estado en su habitación durante todos esos días. No la había visto ni una vez, y Camila dudaba que la estuviese ignorando, aunque conociendo a Lauren Jauregui y su extraña personalidad, esto no la extrañaría.
Fue entonces cuando lo supo.
Estaba desayunando con su familia, ya preparada para ir a su escuela, cuándo Sinuhe y Alejandro comenzaron a entablar conversación.

Sinuhe: ¿Sabías que la hija de los Jauregui está en el hospital?

Camila abrió bien los ojos. No podían estar refiriéndose a ella...

Alejandro: ¿Los Jauregui?
Sinuhe: Sí, nuestro vecinos. Los padres no son muy sociables, pero hable con sus hijos ayer mientras estaba en el supermercado.
Alejandro: Creo haberlos visto un par de veces, pero nada importante... ¿Cuál de sus hijos está en el hospital?
Sinuhe: La mayor, creo. La de los ojos verdes...

"No, por favor, no" Suplicaba mentalmente a quien sea que la estuviese escuchando.

Alejandro: ¿Qué le sucedió?
Sinuhe: Su corazón. Al parecer tuvo una falla cardiaca o algo así...
Alejandro: Pobre chica...

A Camila le ardían los ojos, repletos de lágrimas que deseaban salir.
"No es Lauren, Camila. Tranquila" Intentaba convencerse, pero sabía que solo se estaba mintiendo.

Sofi: Yo la conozco -Susurro Sofi, sonriendo, no entendiendo bien que era lo que sucedía con Lauren-. Cuándo mi tía me trae a casa ella siempre está saliendo del auto de sus papas. A veces tienen que llevarla cargada hasta la casa -Comento-... Una vez se le cayó un libro repleto de... crucigramas, creo que se llaman... y fui a devolvérselo. Solo dijo gracias y entro a su casa -Contó, moviendo sus manos exageradamente, como si este movimiento permitiera salir las palabras de su boca más fácilmente-. Creo que es algo gruñona -Murmuro riendo.

"¡No lo es! ¡Solo debes conocerla!" Grito mentalmente, enojada. Pero Sofi no tenía la culpa... ella era solo una niña. Ella no podía comprender todos los problemas con los que Lauren tenía que lidiar en su vida.

Sinuhe: Al parecer los doctores piensan que lo mejor es un trasplante de corazón, pero no pudieron hacerlo a causa de sus problemas renales...
Alejandro: ¿Problemas renales?
Sinuhe: Es una chica llena de problemas...
Camila: No lo es -Susurro, mirando su plato medio lleno, asqueada. Lo único que quería hacer era llorar y gritar. La comida ya no le interesaba, y esto era extraño siendo ella Camila Cabello-. Podría estar drogándose, fumando y bebiendo, mamá, y eso sería un problema porque ella lo habría elegido. Pero ella no eligió tener todos los problemas que tiene... Es como cuándo te da un resfrió. Tu no elegiste el resfrió, el te eligió a ti.
Alejandro: Tu mamá no quiso decir eso, Camila...
Camila: Lo sé, papá... Alejandro, quise decir -Aun después de tantos años viviendo con él, no se sentía cómoda llamándolo de aquella forma-. Pero se refirieron a ella como una chica llena de problemas como si fuese una drogadicta o algo así...

Sinhe coloco una mano sobre la de Camila y la apretó fuertemente con entendimiento.

Sinuhe: Lo siento ¿Está bien?

Camila simplemente asintió, dudando en poder responder gracias a las lágrimas que querían salir en ese momento por sus ojos.

Alejandro: ¿Y cómo se llama ella?
Sinuhe: No puedo recordarlo bien... Era algo como... Era... ¡Lauren!

"¡MIERDA!"
Lauren Jauregui estaba mal. La chica de la ventana estaba mal. La chica de la ventana podía estar muriendo en ese preciso momento.
Sin poder soportarlo más Camila se levanto de la mesa y fue directo a su habitación sin terminar su desayuno. Cerró la puerta y se apoyo en ella, mordiéndose el labio para que su boca no dejara escapar los gritos que deseaba. Fue deslizándose lentamente hasta llegar al suelo, y una vez allí se cubrió la cabeza con ambas manos y lloro.
Lloro porque la vida era injusta. Porque no se merecía aquello. Lloro porque no había podido hacer nada. Lloro porque la vida era una mierda. Lloro porque Lauren Jauregui era la única persona que podía hacerla feliz en aquel momento, y ella estaba en el hospital, tal vez inconsciente.
Estuvo llorando durante varios minutos con la cabeza entre las piernas, dejando que su mente evocara cada cosa que le encantaba de la chica de la ventana. Sus sonrisas, sus ojos, su voz, su inteligencia, su honestidad... Había tantas cosas. ¿Por qué una persona tan pura, tan hermosa, tan Lauren, tenía que sufrir tanto? ¿Por qué ella y no esos delincuentes que paseaban por las calles sin ser descubiertos?
Finalmente, su madre llamo a la puerta con suavidad.

La Chica de la VentanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora