Parte 13

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Beatriz caminó dentro del departamento usando unos jeans negros desgastados, botas de combate y una blusa de tirantes con el emblema de Rammstein. Esa noche sus amigos la habían convencido de acompañarlos a una fiesta después de cenar, aunque ella no se sentía con ganas de salir de cama. Oscar había insistido en que se pusiera un vestido, pero ella se había negado tanto que su amigo se había dado por vencido.

La joven dio tres pasos y el olor a cigarro la inundó de inmediato.

- Me quiero ir -susurró a sus acompañantes.

- No. Tú no te vas a ningún lado - respondió Oscar al tiempo que la tomaba del brazo y la animaba a seguir caminando.

Beatriz refunfuño ligeramente, pero antes de que pudiera continuar su queja, dos mujeres paradas frente a ella caminaron hacia el baño. El espacio, ahora vacío, reveló una imagen que le enchinó la piel de la espalda.

Fabricio estaba sentado en una esquina del sillón de la sala sosteniendo una cerveza en la mano derecha y una revista en la izquierda. Los ojos de Tiz se abrieron de manera anormal.

- No ... - comenzó a decir mientras su torso se giraba hacia la puerta.

- Sí - respondió tajantemente Fer antes de que ella pudiera huir.

- ¿Por qué? - exclamó la joven a regañadientes.

- Porque estamos hartos de tu obsesión con él. Si lo vas a hacer, hazlo. Y si no, ya piensa en otra cosa.

***

Ella no sabía que Fabricio iba a estar allí, pero a su niña interna le daba gusto que así fuera.

Beatriz caminó hacia él lentamente, pero no hasta el momento en que se dió cuenta de que la miraba. Levantó la mano derecha a modo de saludo, y cuando estuvo lo suficientemente cerca para poder tocarse, el maestro se puso de pie.

- Que sorpresa encontrarte de nuevo. No te vi en años y de repente te encuentro dos veces en una quincena - Fabricio sonreía a medias.

La actitud pretenciosa que Beatriz había mostrado en su encuentro anterior la había abandonado, dejándola un poco más cerca de ser la estudiante que él recordaba. Tiz sonrió tímidamente, esforzándose por controlar sus nervios.

- Esta ciudad es muy pequeña.

Como respuesta, Fabricio levantó una ceja y dio un trago a su bebida. Tiz miró a su alrededor, en búsqueda de la novia del maestro.

- ¿Vienes solo? - agregó, arrepintiéndose al instante.

- Esta vez sí - Fabricio bajó la mirada y se topó con los dedos de Tiz, que jugueteaban entre ellos presas de la ansiedad. Ese último gesto le trajo a la mente el momento que Beatriz se había presentado con él y el resto de la clase: temerosa, insegura, con las uñas carcomidas hasta casi la mitad. Su estómago dio un vuelco.

- ¿Quieres tomar algo? - dijo elevando los brazos despreocupadamente para mostrar su cerveza.

- Sí - dijo ella sorprendida.

- Espera aquí.

Fabricio se dirigió a la cocina, y mientras observaba su espalda alejarse, vio de reojo como sus amigos hacían señas de aprobación mientras reían. Optó por no voltearlos a ver, temiendo que de hacerlo, ella también se echaría a reír, La joven aprovechó los segundos que siguieron para acomodarse el cabello y pellizcar ligeramente sus mejillas, dándoles color.

- Aquí tienes - Fabricio sostenía dos bebidas heladas.

Tiz recibió una y él le hizo una seña para que sentara. El espacio que el maestro antes ocupaba en el sillón era suficiente para que una persona cupiera cómodamente, pero estando ambos, sus rodillas se tocaban de manera inevitable. La espalda de Beatriz también rozaba la de un hombre que platicaba con una mujer joven a su lado, situación que agradecia porque la ayudaba a mantenerse conectada con la realidad.

Sin decir nada, dio un trago a la cerveza. La mirada de Fabricio se había posado sobre ella y Tiz creía poder sentir el calor que la misma provocaba sobre sus mejillas. Dió un trago más. El maestro la observaba en completo silencio, tan concentrado en sus pecas que había perdido la habilidad de ser discreto. Tiz se alejó de la bebida de golpe y él hizo lo mismo de ella.

- Y cuéntame, ¿que ha sido de ti? Nuestras últimas pláticas no fueron muy profundas.

- Me gradué ... - Fabricio insinuó brindar con su cerveza. - ... y ahora me dedico al modelaje.

El maestro no estaba sorprendido.

- Ah, sí. Vi algunas de tus fotos.

- Oh. ¿Te gustaron? - Beatriz esperaba que su respuesta le volviera a llenar el pecho de confianza.

Fabricio levantó los hombros.

-Sí, supongo - dijo con indiferencia. - No pareces tú en la mayoría de ellas.

Su inesperada honestidad volvió a hundir a Tiz en sus inseguridades adolescentes.

- Bueno, cambié un poco. Crecí.

- Sí, creciste. Y hasta te pintaste el cabello de azul.

- ¿No te gusta? - por la mirada que el maestro le había dedicado segundos antes, Beatriz estaba segura de cuál era la respuesta a esa pregunta. Aún así decidió hacerla, reuniendo toda la coquetería que le quedaba en el cuerpo y expulsandola en forma de sonrisa

- Eres más bonita al natural.

Fabricio dijo esa frase sin mirarla y sin pensarla demasiado.

- Gracias - dijo ella quedamente antes de ser interrumpidos por tres personas que querían platicar con Fabricio.   

Sobresaliente: Parte II (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora