Parte 29

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El departamento que los escritores compartían fue del agrado de Tiz desde el primer instante. El piso era de madera clara - al igual que la mayoría de los muebles - y plantas y libros se repartían con orden dudoso en estantes clavados a todas las paredes.

- Ven. Te voy a enseñar el lugar donde sucede la magia.

"Ay Dios" dijo la voz en la cabeza de Beatriz. Ella abrió mucho los ojos.

Adriana estiró su mano hacia ella, y Tiz, incontrolablemente temblorosa, la tomó. La mujer la apretó con fuerza y comenzó a caminar. A sus espaldas, Fabricio servía tres copas de vino en la barra de la cocina.

- Señoritas - Tiz se volvió a mirarlo. Él, aún más que ella, lucía incapaz de creer que lo que tenía enfrente estaba pasando en realidad. - ¿Les parece bien si pongo algo de música?

Adriana afirmó con la cabeza sin voltear, quitándole tiempo a Beatriz de dar una respuesta. La escritora comenzó a tararear una tonada tan melancólica como sensual. Fabricio subió el volumen de las bocinas sin parpadear, recorriendo el arco de la nariz de Tiz con la mirada. Los ojos de ella se cerraron pesadamente.

- Ven - la voz de Adriana la sacó de su ensimismamiento.

Dieron quince pasos más.

- ¡Taran! - dijo haciendo un gesto triunfal al tiempo que recorría un par de cortinas color hueso.

Beatriz exhaló, un tanto aliviada y un tanto llena de decepción

Frente a ella había un balcón en un octavo piso. En él había dos sillones azul turquesa, una mesita de mimbre, un librero atiborrado y por lo menos una decena de macetas con coloridas plantas. Observó dos laptops sobre la mesa.

- Aquí es donde Fabricio y yo escribimos.

Él llegó hasta ellas y puso el vino sobre una repisa.

- Entre otras cosas - agregó él tomandolas a ambas con un brazo por la cintura y pegándolas contra su cuerpo.

***

Beatriz recordaba pocas cosas cuando despertó. No supo si fue el vino o su mente reprimiendo recuerdos.

Adriana le había apartado el cabello de la cara y Fabricio había mirado la escena con atención. Luego la escritora se paró en sus puntas para plantar un beso que rozó su labio inferior; miró a su novio y movió la cabeza de arriba a abajo. Lo siguiente que Tiz sintió fue al maestro apretando su cadera mientras la besaba. 

Sobresaliente: Parte II (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora