Capítulo 4: Primer día de clases

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NICOLAS'S POV

Me desperté a causa del fuerte sonido de la maldita alarma, no me dejaba dormir lo necesario o realmente lo que mi cuerpo quería.

Era el primer día de clases y nada mejor que la palabra aburrido lo podía describir.

Tediosamente, me levanté antes de entrar al baño y mojarme el rostro. Al llegar a la primera planta me choqué con mi papá cómodamente sentado en el sillón de mamá. Tenía los pies sobre la mesa frente al sillón, dónde mamá solía guardar sus revistas de cocina.

Comencé a respirar con rapidez con la furia corriéndome por las venas. Apreté la mandíbula tratando de mostrar que su presencia no me afectaba pero realmente lo hacía y odiaba eso.

Caminé hasta la cocina oliendo la deliciosa comida que Dorottea acababa de preparar. Un buen desayuno estaba listo frente al mesón de mármol. Le sonreí a Dorottea mientras tomaba asiento frente al plato antes de volver a mirar en dirección a mi padre quien tenía una sonrisa de oreja a oreja. Algo malo estaba planeando, lo podía jurar.

—¿Por qué sonríes? — Pregunté señalándolo con el tenedor.

—Buenos días, hijo. ¿Acaso ahora te importan mis asuntos?

Bufé antes de probar los huevos.

—Nada de eso.

Se carcajeó antes de responder: —Acabo de firmar un negocio con un empresario bastante importante que se ha mudado a este mismo barrio.

— ¿Y?

—Pues es un negocio bastante importante para mí, además él tiene una hija que ira contigo a la secundaria y espero que te lleves bien con ella, pasaran juntos mucho tiempo o echarás todo a perder y nada bueno saldrá para ti. — No dejó de sonreír.

—¿Cómo se llama la chica?

Empresario. Una chica morocha plástica, antipática, consentida e hija de papi y mami se creó en mi mente. Si realmente tenía que pasar tiempo con ella le debía enseñar las reglas o nada entre los dos saldría. Un polvo de más en la lista.

1. Cero sentimientos.

2. No pedir por más de una noche.

3. Nadie debía saber que pasó entre ambos.

4. No joderme. Es solo UNA NOCHE y ya.

—Aria McLagguen.

Apunté su nombre en mi mente por si me la encontraba en el instituto. Terminé de desayunar y luego de agradecer a Dorottea por la comida subí había la puerta de entrada en donde se encontraba Benjamin.

—Buenos días, joven Nicolás.

—Buen día, Benjamín.

Abrió la puerta para mí y tomé rumbo hacía la bodega dónde estaban los autos y motocicletas que papá me ha pagado por todas las apuestas perdidas conmigo.

Tomé las llaves de Zacha y salí del conjunto residencial. Gracias al cielo las calles que daban al instituto se encontraban vacías y eso que acabada de comenzar la hora pico. La entrada del instituto se encontraba abarrotada de jóvenes -hormonales- y algunos maestros -también hormonales-.

Aparqué cerca de la cancha que nunca usaban y al momento de bajar del Zacha siento como las miradas se posan en mí y en el precioso auto.

Al llegar a la puerta de entrada me encontré con los de equipo de lacrosse quienes me saludan al instante. Moví la cabeza en su dirección antes de entrar y buscar mi casilla. Necesitaba ya mismo algo fuerte.

¿Quieres guerra? ©Where stories live. Discover now