Capítulo 23

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Un mes después.

—Dijiste que estarías esperándome, se supone que Paolo no ha venido por eso. -reclamé.

—Estoy en tu nueva casa Ellea, así que no me reclames por ello ¿si?.

—¿Ya esta lista? -pregunté subiéndome a la camioneta.

—Oh no, ni lo pienses, no vendrás hasta que yo lo autoricé, te espero en el Four Seasons.
-ella colgó.

Le di la dirección a el chofer y sonreí en cuanto el automóvil se puso en marcha.
No tardamos mucho en llegar, él había cortado por diferentes calles debido al continuo trafico y gracias a ello había tardado menos de media hora.

Al bajar, me acomode las gafas y el abrigo, Miranda ya estaba en la entrada esperándome con una gran sonrisa y los brazos abiertos.

—Dos días sin ti, son eternos.

—Pero vaya que eres dramática eh. -murmure besando sus mejillas.

—Oh cielos... -ella rio ampliamente al alejarse de mi– al parecer el cumpleaños en Australia fue inolvidable. Solo dime que es lo que pienso y no un golpe.

—Oh, no, no, no. -maldije y me apresure a el primer espejo que vi– Demonios.

Sin embargo ahi estaba, la marca morada en mi cuello relucia sobre la piel blanca.

—Así que... ¿El heredero italiano decidió ser gentil contigo por una vez en la vida? -murmuró abordando el elevador.

—Oh vamos... -susurre quitandome al gran abrigo al sentirme acalorada.

—¡Por un demonio Ellea! -exclamó y cerré los ojos rápidamente.

Había metido la pata.
Salí rápidamente de el elevador y procure entrar lo mas rápido posible a la habitación antes de que ella armará una escena en el pasillo.

—Tienes que decirle a tío Alec... ¡No pueden seguir con esto!

—Sabes bien que papá no va a escuchar, Miranda. -murmure sentandome en la orilla de la cama– Él no va a escuchar y no pienso ser una carga para mis hermanos.

—No eres ninguna carga para ellos, Elle, seguramente Atala podrá hacer algo. -murmuró recargandome mi cabeza en su hombro.

—No quiero hablar de eso ahora.

—suspiró– Feliz cumpleaños mi pequeño venado. -murmuró abriendo los brazos mostrandome todo lo que había preparado para mi– Se que es muy infantil, pero recuerdo que tía Élise lo hacía.

Y ahí estaba... La habitación entera estaba llena de arreglos de peonias y grandes globos de color verde y blanco, fue entonces que presté atención a la voz de Pavarotti que se escuchaba por toda la habitación y finalmente en aquel pastel de frutos rojos en la mesa central.

—Se que tía Élise no adornaba con globos -Miranda rio–, pero recuerdo las peonias y el pastel y... ¡Los tickets para el teatro! -sonreí ampliamente– recuerdo que todos tus cumpleaños ella nos llevaba a el teatro y luego comíamos una gran rebana de pastel de frutos rojos que Lori preparaba.

—Oh Miranda. -la abracé fuertemente– Muchas gracias por recordarlo.

—Se que solo soy dos años mayor, pero siempre seras como mi hermana pequeña y mi alma gemela Elle... Solo quiero que seas feliz.

—Ahora mismo lo soy y no vale la pena recordar lo demás. -respondí sonriendo– De verdad lo aprecio.

—Solo recuerda que mi cumpleaños es en Octubre y espero un gran regalo -Miranda rio–... Hablando de regalos, Klein sigue llamando para la campaña.

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