Traidor

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Unas horas antes, Emil se encontraba con Michele compartiendo una cena maravillosa en el departamento del italiano

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Unas horas antes, Emil se encontraba con Michele compartiendo una cena maravillosa en el departamento del italiano. Todo iba normal hasta el brindis. Emil chocó la copa de vino con la de Michele y bebió todo el contenido de esta de un solo sorbo. El italiano, en cambio, ni siquiera lo probó. Unos minutos después de haber bebido la copa, Emil comenzó a sentirse mareado, su visión se nublaba cada vez más y sentía como se le dificultaba hablar. Bastaron un par de segundos desde que iniciaron los síntomas para que este cayera inconsciente.

Al despertar, Emil no sabía muy bien en dónde estaba. Una mirada alrededor le dio a entender que se encontraba en una especie de sala muy deteriorada y con fachada de estar abandonada hace muchísimo tiempo. El olor a humedad era imposible de ignorar y el lúgubre ambiente de bodega abandonada no lo hacía sentir muy tranquilo. Emil bajó la mirada al sentir el frío suelo bajo sus pies y descubrió con horror que estaba sentado en una silla metálica, la cual parecía un trono, con los tobillos esposados con grilletes a las patas de esta y las manos también estaban sujetas con grilletes a los reposabrazos. ¿Lo peor? Estaba completamente desnudo.

No importaba cuánto intentara arrancar sus extremidades de aquellas gruesas ataduras, era completamente imposible.

La confusión y el miedo comenzaron a crecer en el interior del checo. Por el rabillo del ojo divisó una silueta, al girar la cabeza hacia su izquierda quedó completamente horrorizado. En una camilla bastante vieja, yacía un cuerpo inerte sobre ella; y no era una persona cualquiera, era uno de sus mejores amigos... Leo.

Un grito de espanto se atoró en su garganta, pero Emil no se atrevió a dejarlo salir. Su instinto de supervivencia le advirtió que, tal vez, era una pésima idea gritar en un lugar como ese y en una situación como esa, en donde no tenía ni una sola manera de defenderse en caso de que alguien apareciera y quisiera hacerle daño. 

Sus ojos se cristalizaron al contemplar al estadounidense muerto sobre aquella camilla. El terror de imaginar que el resto de sus amigos, o su amado, hubieran corrido con la misma suerte, o se encontraran en algún lugar de aquel enorme y tétrico sitio. Cuando se había armado de valor suficiente como para gritar por ayuda, una chirriante puerta se abrió para que un hombre que conocía bien entrara a la sala. Era nada más y nada menos que su pareja, Michele.

Se hubiera alegrado de todo corazón al ver a su amado italiano, si no hubiera sido por la sonrisa perversa y morbosa que traía, además de aquella fría mirada. Eso sin contar con la vara eléctrica que afirmaba con ambas manos al entrar.

—Hola, amor. Me alegra que al fin despertaras.

Emil no pudo ocultar la sorpresa y la confusión en su mirada, sin contar la repentina angustia que dominaba a su corazón.

—Micky, ¿qué significa esto?

Michele golpeó el extremo más delgado de la vara contra su palma, sin dejar de sonreír de forma burlona.

Death's Diary (Victuuri) [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora