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-No voy a sobrevivir un mes sin ti. -Isco me llevaba abrazando por toda la casa, de cosa me pude bañar.
-Prácticamente acabas de llegar y te vuelves a ir. -Álvaro hizo un puchero, cruzándose de brazos.
-Solo será un mes, chicos. No os pongáis tristes. -cerré mi cartera y la dejé en el sofá.
-No te vayas. -Isco se aferró más a mí.
-Pareces un niño cuando lo van a dejar por primera vez en la guardería. -me burlé y él me soltó viéndome molesto.
-Perdón por molestarte con mi hermandad. -me miró con los ojos entrecerrados y reí. Esta vez lo abracé yo.
-¡Te amo, Isco! -exclamé. Luego sentí como otro cuerpo más alto nos rodeaba.- ¡Álvaro! -grité mientras buscaba aire ya que el madrileño me lo había quitado todo.
-Os amo. -confesó en medio abrazo.- Los Alarcón son lo mejor. -se separó de mi porque la bocina de un carro, anunciando que Paulo ya había venido por mi, sonó.
-Ya llegó el argentino. -Isco puso los ojos en blanco y yo reí.
-Trátalo bien. -le advertí buscando mi maleta al borde de la escalera. Álvaro ya había corrido hacia fuera, para saludar a su amigo, junto a mi sobrino.
-No prometo nada. -salió y suspiré. Mi hermano no tenía remedio. Me dirigí a la salida y ahí vi a Paulo fuera del carro, recostado a este mientras Álvaro estaba con su brazo apoyado en el coche, Isco estaba delante de ellos riendo y Jr estaba jugando con un carro de juguete que jamás le había visto.
-Esto es muy extraño de ver. -llegué al lado de mi hermano.- Me refiero a Isco, porque vosotros sois amigos. -señalé a Álvaro y Paulo, quien en un descuido me sonrió y guiñó un ojo.
-Hola, Giselle. -me saludó tranquilamente Paulo, le sonreí y guardó mi maleta en el coche, donde aguardaba un señor en el lado del piloto, supuse que era el chofer.
-Tío, ven, necesito hablar contigo un momento antes de que os vayáis. -giré a ver a Isco, el dueño de las ultimas palabras. Se llevó a Paulo, dejándome sola con Álvaro.
-Se viene la advertencia de "si le rompes el corazón, te rompo la cara". -intervino el madrileño, lo miré.
-Seguramente. -Álvaro y yo jugamos con Jr mientras aquellos dos terminaban de hablar, hasta que al fin llegaron.
-Ya, vámonos, perderemos el vuelo. -Paulo se acercó a mí y yo me levanté del suelo seguido de mí Álvaro quien se aferró a mi cuerpo.
-Te extrañaré, firulais. -dijo al separarse. Lo miré con el ceño fruncido por tal apodo.
-¿Acaba de llamarme firulais? -miré a mi hermano.
-No me olvides, hermana. -Isco me abrazó, ignorando mis palabras, y yo se lo devolví, que dramáticos somos.
