Capítulo 8

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Capítulo 8 

Derek' POV

La tensión en la habitación era palpable, y Ryan parecía más enfadado de lo que jamás lo había visto. Su rostro reflejaba una mezcla de incredulidad y furia, y sus palabras resonaban en el aire con una intensidad que dejaba claro cuánto lo había afectado la situación.

—No puedo creer que hayas hecho esa estupidez, Derek—, gruñó, su tono lleno de rabia contenida. Era evidente que se sentía traicionado y herido, y eso solo alimentaba mi propio resentimiento hacia la situación.

Y ¿por qué estaba tan furioso conmigo? Por culpa de mi ex jefa y su mentira descarada. ¿Cómo podía alguien inventar algo así y esperar que los demás lo creyeran? La frustración me inundaba mientras intentaba comprender cómo alguien podía ser tan deshonesto y manipulador.

—Vamos a ver—, me quejé, rodando los ojos mientras intentaba explicarle la verdad. —Ella me buscó y no pensé que llegaría a mentirte de esta manera, así que no me molestes a mí. Además, solo esa noche me acosté con ella y...—Ryan me interrumpió antes de que pudiera terminar mi explicación.

—... y te aprovechaste de su inocencia para pedirle que te ascendiera de puesto durante un puto año—, completó furioso, empujándome con cada palabra. —¡Mierda, Derek! Es mi amiga, joder—, continuó, su voz llena de desilusión y enojo. —Hubiese aceptado que te metieras con cualquier puta, pero no con ella. No debiste jugar precisamente con ella—, agregó, empujándome una vez más y conteniendo apenas las ganas de golpearme.

Bufé, frustrado por su reacción. 

—Deja de empujarme, joder—, le dije, irritado. —¿Te gusta o qué?— añadí con sarcasmo, pero su siguiente comentario me dejó sin palabras.

—¿Qué dices, idiota? Tengo novia, ¿lo recuerdas?—, dijo con frialdad, su tono cortante como un cuchillo afilado. —Lo digo porque es mi amiga y debo defenderla de cualquier hijo de puta, sobre todo si tiene que ver contigo. Jamás pensé que fueras a ilusionarla y romperle el corazón, sobre todo sabiendo que te ayudó en tu peor momento. Ella era una chica inocente—, continuó, señalándome con un dedo acusador.

Mi incredulidad se transformó en indignación. 

—¿Pero de qué inocencia hablas, idiota?—, espeté, mi paciencia llegando a su límite. —Esa chica era una puta fiera en la cama y dices que es inocente. No me vengas a joder con su 'inocencia' porque, amigo, déjame decirte que es lo que menos tiene—, agregué, mi voz llena de amargura y desdén. Ryan abrió los ojos sorprendido por mi respuesta, pero antes de que pudiera decir algo más, continué defendiéndome. —Además, se supone que yo también soy tu jodido amigo, por lo tanto, si te digo que ella me buscó, deberías creerme, idiota—, le espeté, mi frustración alcanzando su punto máximo.

Pero Ryan parecía decidido a no creerme. 

—No puedo creerlo, ¿de qué mierda estás hablando, Derek?—, murmuró incrédulo mientras se dejaba caer en el sofá de mi departamento. Bufé, agotado por la discusión. 

—Ah, ¿ella no es capaz de mentirte así, pero yo sí? Por favor, Ryan, no puedes ser tan ridículo—, le dije, molesto, mientras me sentaba a su lado. —Te está utilizando y creerá que así me la llevaré a la cama, pero eso ni loco lo hago de nuevo—, agregué, cruzando los brazos con determinación.

Ryan pareció reflexionar por un momento antes de hablar de nuevo. 

—Ya hablaré con ella para exigirle la verdad, pero, Derek, si me estás mintiendo, te romperé los dientes—, amenazó, su voz llena de desinterés. Rodé los ojos ante su amenaza vacía.

—Pregúntale a tu novia si sabe algo, ella es amiga de esa loca—, sugerí, aburrido de la discusión. Ryan asintió y soltó un suspiro mientras se acomodaba en el sillón. De repente, su expresión cambió, y pude ver la preocupación reflejada en sus ojos.—¿Qué te pasa?—, pregunté, curioso por su repentino cambio de ánimo.

—Hace unos días... estuve pensando... en volver a Londres—, admitió, su voz llena de nostalgia. —Quiero ver a mis amigos de infancia, saber cómo están, ver a mis mejores amigas, ir de fiestas con ellos. Hace casi tres años que no los veo y... los extraño—, continuó, jugando nerviosamente con sus dedos. Abrí la boca sorprendido por su confesión. 

—¿Qué? ¿Y Kira lo sabe?—, pregunté, refiriéndome a su novia. Sabía que su relación con ella era complicada, y me preocupaba cómo reaccionaría ante la idea de que Ryan quisiera volver a su cuidad natal.

—Ese es el problema—, admitió Ryan, su tono lleno de ansiedad. —Ella no lo sabe—, agregó, preocupado. Fruncí el ceño ante su respuesta.

—¿Y se lo vas a decir? —pregunté, arqueando las cejas con curiosidad, observando la expresión preocupada en el rostro de Ryan.

—No lo sé, no quiero que piense que aún sigo enamorado de mi mejor amiga—, confesó, su voz cargada de dudas y temores, mientras desviaba la mirada hacia el suelo, como buscando respuestas en el parqué del apartamento.

—Entonces, eso ella debería entenderlo. Habla con Kira y explícale la situación —le aconsejé, encogiéndome de hombros con gesto comprensivo. La luz de la lámpara de pie proyectaba sombras danzantes en las paredes, creando una atmósfera de intimidad en la conversación. Una sonrisa asomó en mi rostro cuando sentí el leve golpe en mi brazo, señal de que mis palabras habían traído algo de alivio a su mente. —¿Cuándo pretendes ir? ¿Quieres que te acompañe? —pregunté, captando su entusiasmo repentino mientras me miraba con anhelo, como si la idea de una nueva aventura lo iluminara de repente.

—¿Lo dices en serio? —preguntó, su rostro iluminado por la emoción. Una risa espontánea escapó de mis labios, contagiándome de su alegría, y asentí con la cabeza. —Pretendo ir en seis meses más, así tenemos tiempo de juntar dinero y, de decirle a Kira —murmuró, tratando de ocultar su preocupación bajo una capa de optimismo. Observé el brillo de determinación en sus ojos, reflejado por la tenue luz que inundaba la sala, y comprendí que para él, este viaje significaba mucho más que una simple escapada.

—Eres un macabeo —bromeé, rompiendo la solemnidad del momento con una pizca de humor, tratando de aliviar la tensión que se había acumulado en el ambiente.

—Oye, que me hayas aconsejado no significa que en estos momentos no quiera sacarte los dientes uno a uno—, bromeó Ryan, haciendo que soltara una carcajada. Su tono juguetón trajo un poco de ligereza a la conversación, como si ambos estuviéramos compartiendo un secreto cómplice.

—¿Vas a seguir? ¿Es que eres tonto?—respondí, entre risas, divertido por su amenaza ficticia. La atmósfera relajada que se había formado entre nosotros era reconfortante, recordándome por qué valoraba tanto la amistad de Ryan.

—No soy tonto, por eso mayormente le creo a ella, porque tú sí eres capaz de jugar con un corazón—, replicó Ryan, su tono lleno de sarcasmo, mientras apoyaba una mano en la cadera y me lanzaba una mirada de desafío. Negué con la cabeza, sintiendo una punzada de frustración ante su falta de confianza en mí. 

—Jamás jugaría con un corazón—, aseguré, mi voz resonando con sinceridad y determinación, buscando sus ojos para transmitirle mi convicción.

—Pero claro, claro—, respondió Ryan, su tono burlón resonando en el aire como un eco desafiante. —Y yo soy un marciano—, añadió con un gesto de incredulidad exagerada, provocando una risa irónica que se escapó involuntariamente de mis labios.

—Claramente, con esa cabeza—, bromeé, alzando una ceja en complicidad mientras señalaba su cabeza con gesto teatral, haciendo que se uniera a mi risa con una sonrisa cómplice.

—¿Cuál de las dos?—, preguntó, coqueto, con una chispa traviesa en sus ojos, y su comentario repentino me tomó por sorpresa, haciéndome toser de sorpresa antes de soltar una carcajada genuina.

—Hijo de puta—, respondí, entre risas, disfrutando de la dinámica juguetona entre nosotros y dejando que la tensión se disipara en un mar de complicidad y confianza.

Dark Past (Libro 3) [En Proceso]Where stories live. Discover now