Nine

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Abrió los ojos sintiéndose mareado, volvió a cerrarlos y respiró profundamente un par de veces intentando calmar las náuseas que le avisaban que los somníferos estaban dejando de tener efecto. Abrió los ojos nuevamente y observó por unos minutos la habitación, no tenía idea de dónde estaba, tampoco de qué día era, sólo podía intentar adivinar la hora del reloj en la pared, pero su vista estaba borrosa. Fue consciente del peso extra en la cama, peso que estaba ligeramente apoyado sobre su brazo, y miró a HyoRi completamente inmóvil a su lado. Lo observó asustado hasta que notó su débil respiración.

Maldición, por un momento pensó que tenía un cadáver al lado.

Miró a su alrededor, todo el lugar estaba en completo y horroroso silencio, y volvió a mirar al joven a su lado, quien parecía estar profundamente dormido y como pudo se observó a sí mismo, estaba vestido. Sus labios temblaron de ansiedad, volvió a mirar la cara pálida y las ojeras violetas del muchacho a su lado.

Maldición... ya no tenía nada que perder, cualquier cosa era mejor que su situación en ese momento, incluso la muerte.

Con eso en mente, forzó a su cuerpo a moverse, se concentró tanto como pudo en sus extremidades, y por un momento pensó que no estaba funcionando, hasta que logró mover su brazo.

Jadeó y tembló de anticipación.

Vamos, sé que puedes...

En un movimiento algo brusco consiguió mover sus piernas, una cayó de la cama, y miró aterrado a HyoRi.

Nada, ni una mueca.

Oh Dios.

Empujó su otra pierna fuera y se deslizó cayendo de rodillas en el suelo al costado de la cama, una vez más, HyoRi no pareció enterarse.

Miró hacia su izquierda, el camino hacia la puerta estaba completamente limpio de algo que pudiera entorpecer su débil paso y su corazón dio un vuelco. Apretó los dientes, se tambaleó pero logró mantenerse de pie, incluso si sentía que sus pies temblaban casi incapaces de sostenerlo.

Y sin más, sin darle vueltas o sin siquiera pensarlo, caminó; se obligó a arrastrar sus pies hacia la puerta, obtuvo soporte en la pared y caminó hasta llegar a la entrada... o salida, su salida.

Estiró su mano temblorosa hacia el picaporte e inhalo profundamente, cerrando los ojos antes de girar. Todo el aire escapó de golpe cuando se dio con que estaba sin llave. Tiró un poco y esta se abrió silenciosamente, sus ojos escocieron y mordió su labio incluso si apenas podía sentirlo. Sin más salió y miró sus lados aun con la vista borrosa, parpadeó un par de veces intentando enfocar mejor, el mareo se hizo presente una vez más pero lo ignoró y apoyándose otra vez en la pared, caminó a su izquierda, pudo ver una escalera a menos de cinco metros, sin dudarlo se dirigió allí.

Se tambaleó hasta lograr apoyarse en la pared contraria, del lado del que estaba la escalera, y se dirigió al barandal y sus ojos se abrieron desmesuradamente al ver hacia abajo, una recepción vacía, con una puerta cuyo centro era vidrio polarizado, podía ver hacia afuera. Por un momento quiso llorar, pero no se lo permitió, debía salir de allí lo antes posible.

Sólo un poco más... Se dijo a sí mismo y con cuidado, aun apoyado en el barandal, se dirigió al primer escalón.

--Maldito pedazo de mierda. – no tuvo tiempo de voltear a ver a su secuestrador, cuando este ya lo había tomado por la espalda cubriendo su boca y apuntando un arma a su cuello mientras con el resto del mismo brazo comenzaba a empujar hacia atrás. Supo en seguida que la personalidad violenta de HyoRi había tomado el control. Sin embargo, no podía volver a dejarse llevar así de fácil, no volvería a estar en manos de ese loco, antes prefería estar muerto. Por lo que, sin importarle el arma apuntando directamente a su cabeza desde abajo, comenzó a forcejear tanto como su cuerpo aun adormecido se lo permitía, y con brusquedad, golpeó la car del su asaltante con la parte trasera de su cabeza, provocando que HyoRi se alejara distraído por tan sólo unos segundos, que sólo le sirvieron para voltearse a mirarlo de frente.

Quiso golpearlo, y aunque el contrario detuvo su golpe, pensó rápido, lo que terminó con su rodilla en el estómago del chico, quien enseguida se dobló claramente de dolor, e incluso aun así, lo empujó.

Lo siguiente fueron sonidos y golpes fuertes, seguido de un dolor punzante en su cabeza y su espalda. No supo cómo es que seguía consciente, miró hacia arriba, el techo daba vueltas, y al bajar un poco la mirada, su vista enfocaba y desenfocaba la silueta de HyoRi aun en la parte de arriba de las escaleras. Miró aun costado, el arma estaba a tan sólo unos centímetros de distancia.

No lo pensó, la tomó, apuntó. Disparó.

Cerró los ojos con fuerza sin siquiera estar seguro de si le dio o no, su única pista, fueron golpes sordos, algo grande y pasado cayendo por las escaleras y sintió el golpe seco a su lado. En el momento en que abrió los ojos la puerta fue abierta bruscamente produciendo un sonido estruendoso.

Una lágrima cayó traicionera por un costado de su rostro al oír, como salido de una película: - ¡Policía!

En seguida alguien apareció frente a él, no pudo ver bien su rostro, su vista aun no mejoraba.

--¡Necesitamos un médico! ¡Urgente, un médico!... – gritó aquella persona y luego le habló a él, - tranquilo JiMin, todo estará bien. Ya acabó.

¿De verdad había acabado?

Lo ignoró y volvió a forzar su cuerpo a pararse, los tranquilizantes cada vez tenían menos efecto.

--JiMin espera, quédate quieto, será mejor que te quedes re-...

--No me toques. – dijo apoyándose en sus brazos, intentando levantar su cuerpo que de repente parecía estar más pesado, o quizás él estaba demasiado cansado. Alguien a su lado habló paralizándolo por completo.

--Herida de bala... - le decía alguien más. – Está muerto.

Sus ojos ardieron sintiendo las lágrimas acumularse repentinamente, pero ignorándose a sí mismo se levantó y lentamente, cojeando, caminó hacia afuera. La misma persona que había hablado primero se acercó a él y tomó su brazo con cuidado.

--JiMin por favor espera debemos-...

--No. Me. Toques. – dijo amenazante, rápidamente el hombre lo soltó, y sin más salió y miró a los autos y las camionetas de la policía en el enorme estacionamiento, de aquel lugar rodeado de grandes árboles.

--¡JiMin!

La segunda lágrima se deslizó al oír aquel llamado, siguió caminando, esta ve queriendo ir más rápido, y pronto sintió un cálido pecho pegándose a él y unos fuertes brazos rodeándolo y apretándolo con fuerza.

No se resistió de llorar y se aferró al cuerpo del maknae con fuerza, ya incapaz de sostenerse, cayendo de rodillas al suelo y levándose al menor con él. De pronto cinco personas más aparecieron y lo apretaron con cariño.

El alivió que sintió fue tanto, que comenzó a llorar con más fuerza, sintiendo los espasmos del cuerpo del maknae que también lloraba escondiéndose en su pecho mientras el resto lo abraza como podían, donde fuera que entraran.

Se sintió a salvo.

Luego, sin poder esperar más, se separó un poco de ellos, hasta que su vista dio con los ojos brillosos de YoonGi, su YoonGi. Y esta vez saltó hacia él, y lo abrazó fuertemente, clavándole las uñas en la espalda, en un acto casi inconsciente, asegurándose que por fin era libre. Fue inmediatamente correspondido, y sintió las cálidas lágrimas del mayor en su hombro.

Su corazón volvió a tener paz.

Y de pronto, todo se volvió negro.

-->Penúltimo capítulo, Sigue leyendo.

Our Beautiful Secret. [YoonMin] [2da Temporada de TWOS]Where stories live. Discover now