Capítulo 5

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A las siete menos cinco, Draco llegó al departamento de Hermione temblando de emoción por lo que podría deparar la noche.
Una vez que entrará en la casa, no habría vuelta atrás, pues su presencia demostraba que tenía intención de seguir el pacto hasta el final.
Le había dado una última oportunidad para cambiar de opinión, y a juzgar por su desinhibida respuesta, el tórrido beso que había compartido y su descarada actitud posterior, era obvio que sabía muy bien donde se estaba metiendo y que tenía muy clara su intención. Y él también.
La suerte estaba echada y desde ese momento en adelante se acababan las dudas. Aceptaría egoistamente todo lo que ella le ofrecíera, la llevaría hasta donde ella se atreviera a llegar, y haría todo lo posible por ayudar a aumentar su seguridad en sí misma.
Aquel fin de semana significaba para él tanto com o para ella y tenía intención de darle una aventura que nunca pudiera olvidar.
Llamo a la puerta con los nudillos para advertirle de su presencia y uso la llave que ella le había dado meses antes, por cualquier emergencia.
-Hola, Herms, soy Draco- dijo, cerrando la puerta tras él.
-Estoy en mi habitación- respondió ella- ven.
Draco había estado muchas veces en su casa, pero nunca había tenido un motivo para invadir sus dominios femeninos, y ahora era ella quién lo invitaba personalmente. Una invitación que no estaba dispuesto a rechazar.
-Hola- saludo Hermione con una sonrisa mientras se ponía una sandalia de tacón- ya casi estoy lista.
El ojigris contemplo la escena que tenía ante él, pensando que todas sus fantasías se habían echo realidad.
La transformación de la castaña, le seco la garganta y le aceleró el pulso. Siempre había sabido que bajo la ropa conservadora y práctica de Hermione se escondía una hermosa sirena y aquel atuendo corroboraba sus sospechas.
El vestido le llegaba hasta el muslo, se le ajustaba a la cintura y un pequeño lazo ataba el escote entre los pechos.
Draco tuvo que contenerse para no tirar de esas cintas y exponer sus apetecibles atributos a la vista. Pero de donde había sacado ese infernal vestido, acaso quería matarlo.
-Cielos, estás...increíble- dijo con voz áspera, contemplando el recogido que se había echó en lo alto de la cabeza, exhibiendo la elegante línea del cuello, que parecía tentar a sus dedos y su boca, se sacudió mentalmente y se aclaró la garganta.
-Desde cuando tienes ese vestido?
-Desde hace unas semanas- respondió ella sonriendo vacilantemente mientras se ponía unos pendientes de oro- me pareció tan bonito en el maniquí que no pude resistir la tentación, pero hasta ahora no había tenido la ocasión de ponermelo.
Él arqueo una ceja y se sintió en la obligación de preguntar, por la opinión de su novio.
-Ni siquiera para Ron?
-No estaba seguro de que a Ron, le gustase- dijo ella con un tono de sierta inseguridad- es de gustos conservadores y no cree que sea apropiado mostra mucha piel en público.
Draco la miro atónito y disgustado a la vez, ¿que tenía Ron en la cabeza? ¿o en la entrepierna?. Dudaba que Hermione quisiera oir su opinión sobre Ron, así que se la guardo para sí mismo, esperaba que las lecciones que aprendiera aquel fin de semana le inculcaran a Hermione un poco de sentido común.
-En cualquier caso, el vestido a estado colgado en mi armario hasta Hoy, y ésta noche es la oportunidad perfecta para estrenarlo- giró sobre sus talones, sonriendole, para ofrecerle una perspectiva completa- que te parece...¿Te gusta?.
-Como no va a gustarme?- pregunto él, bajando la mirada hasta los muslos.
La actitud desagradecida de Ron, hizo que Draco quisiera saltarse todos los obstáculos con Herms y hacerla sentirse sexy y deseada en todos los aspectos posibles.
-Estás preciosa con ese vestido y personalmente, me encantaría que muestres tú piel, me despierta el deseo de tocarte por todas partes, aunque sea solo para sentir tú suavidad y tersura.
Las mejillas de la castaña se enrojecieron y la excitación llegó hasta sus pechos y en sus ojos brilló el desafío.
-Pues hazlo.
Sin dudarlo ni un segundo, Draco atravesó la habitación en dos sancadas. El aparador estaba detrás de la chica, él la agarró por la cintura y la levantó para sentarla en la superficie. Presionó las manos contra sus rodillas y le separó las piernas para meterse entre ellas.
Si acometida la sorprendió, pero como ella no puso la menor objeción, consideró la posibilidad de saltarse los preliminares e ir directamente al grano.
Hermione lo había empujado a un nivel de excitación casi incontenible y se moria por sentir su calor líquido y exuberante rodeandole el miembro endurecido y la suavidad de sus pechos mullidos contra los músculos de su pecho.
Pensó en subirle el vestido, bajarle las bragas y hundirse en su cuerpo, se imaginó como ella le rodearia la cintura con sus piernas, empujando a que la penetrara hasta el fondo y como gritaria su nombre cuando llegara el orgasmo.
Se estremeció solo de pensarlo.
Le tocó un mechón de pelo que se había soltado del recogido, la textura sedosa le provocaba los sentidos, al igual que la fragancia sutil y femenina que desprendia.
-Me gusta que lleves el pelo así-dijo
le tomó la mejilla en la palma y le hizo levantar la cabeza para rozarle el cuello con la nariz, sintiendo como temblaba- Me permite acercarme a las partes más sensibles de tu cuerpo...como esta- llevo la boca hacía su oreja y lamio el punto situado justo debajo del lóbulo
Ella gimio y se aferró a los brazos de Draco en busca de apollo.
-Me...me gusta.
A él también le gustaba
-Mmm...y aquí- murmuró y clavó suavemente los dientes en su tendón en la base de su cuello.
Hermione volvió a gemir- Oh Draco...
-Apuesto a que sientes ese mordisco en otras partes de tu cuerpo...¿verdad?- le susurró al oído.
Ella asintió bruscamente y apretó las rodillas contra sus caderas.
-Sí...
Satisfecho con su respuesta y con el deseó que ardía en su mirada, siguió provocandola...a ella y así mismo.
-Pero por mucho que me guste tu pelo recogido, me gusta aún más verlo suelto.
Le soltó el pasador que sujetaba el cabello en lo alto de la cabeza y vio como la tupida melena castaña caía libremente hasta los hombros.
-Me encanta ver tu pelo alborotado, enmarcando tu hermoso rostro- dijo undiendo las manos hasta las muñecas en los mechones- y sentirlo suave y cálido contra mi piel.
-Me gusta sentir tus manos en mi pelo-admitió ella y gimio cuando él le acacarició el cuero cabelludo y deslizó los pulgares a lo largo de la mandíbula- es tan sensual y excitante...
-Estoy de acuerdo- dijo él, igualmente seducido por ella y por la intensidad del momento.
Hermione le estaba mirando los labios, de modo que pegó la boca a la suya y le dio lo que deseaba, lo que él mismo ansiaba sabiendo que muy pronto ya no tendría bastante de besarla.
Había cruzado una línea, que nunca antes habían traspasado, compartir aquella intimidad con ella estaba sacando a la superficie un caudal de emisiones y deseos que había permanecido enterrados durante años.
La beso lenta y pronlogadamente, sentía la boca de Hermione tan dulce y ardiente como se imaginaba que sentiría su cuerpo cuando la penetrara.
Con aquel pensamiento enloquecedor, bailando en su cabeza, llevó una mano a la espalda de ella y acercó su trasero al borde del aparador, hasta que lo único que separó sus cuerpos, fueron sus pantalones caqui y las braguitas de Herms. Ella apretó los tobillos contra la parte posterior de sus muslos y movió la pelvis contra su erección en un gesto inconciente y natural de invitación.
El miembro del platinado se incho hasta casi estallar.
Con cada beso su adicción por ella crecía lenta pero inexorablemente y se preguntó si tras aquél fin de semana sería capaz de dejarla y verla con otro hombre.
La parte lógica de su cerebro le recordada que no tenía elección, pero su cuerpo y su corazón luchaban por convencerlo de lo contrario.



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