Capítulo 12

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-¿No crees que de joven habrías tenido muchas cosas que hacer aquí detrás con una chica que estuviera loca por tí?.
Una llamarada de excitación lo recorrió por dentro haciéndole sonreír como un tonto.
-¿Me estás ofreciendo cumplir una fantasía de adolescente?.
-Eso mismo- respondió y le hizo un gesto con el dedo para que se acercara- ¿Te importa acompañarme?.
Incapaz de resistirse a una propuesta tan tentadora, Draco se deslizó en el asiento trasero y cerró la puerta tras él, envilviendose con el calor del vehículo, la embriagadora fragancia de la castaña y la promesa de seducción que ardía en sus ojos cafés.
Hermione tenía a Draco justo donde quería. De acuerdo tal vez el asiento trasero de un auto no fuera tan cómodo como una cama, pero de momento era perfecto para lo que tenía pensado.
Le puso una mano en el pecho y lo empujó hacía atrás, de modo que estuviera declinado contra el lateral del vehículo. Entonces se sentó a horcajadas sobre su cintura y apoyó su trasero sobre sus muslos.
-Nunca había echo esto en el asiento trasero de un auto- dijo con voz  semsual, y se movió hasta que el bulto endurecido de lo pantalones estuvo firmemente presionando contra la unión de sus muslos- ¿Te importaría guiarme un poco?.
El llevo las manos a su cintura y metió  sus dedos bajo el borde de el corset separando de la cintura del yeans para poder acariciar su piel.
-Sinceramente, también es la primera vez para mí, pero creó que podré darte algunos concejos.
Hermione se estremeció cuando los dedos de Draco le recorrieron las costillas, y decidió que sí aquella iba a ser la primera vez que Draco hiciera algo en su Camaro nada menos, quería que la experiencia fuera memorable para él. Un recuerdo que lo hiciera sonreír siempre que mirará por el espejo retrovisor.
-En realidad, me preguntaba si...¿ te importaría que está vez llevara yo la iniciativa y tú te limitaras a seguirme?- le preguntó.
Él sonrió con indulgencia, haciendo aparecer su encantador hoyuelo.
-Por Díos Hermione, esa es una petición que pocos hombres podrían rechazar.
Ella tiró de su camiseta y él la ayudó a que se la quitara por encima de la cabeza.
-¿ Tú incluido?- le preguntó con cierta inseguridad en la voz. Muy pocos hombres, por no decir ninguno, la habían encontrado sexualmente irresistible.
Draco se puso repentinamente serio como la pregunta que ella acababa de formularle, y Herms se maravilló de que conectará tan bien con sus sentimientos.
-Sobre todo Yo, cariño- murmuró, y le pasó un dedo por el escote, dejando una sensación de hormigueo tras su tacto- resistirse a tí es casi imposible.
-Estupendo- dijo ella. Aquello era todo lo que importaba para el último día y la última noche que pasaría con él.
Extendió las palmas sobre su pecho desnudo y se inclinó hacía adelante para besarlo.
Sus labios se encontraron y se acoplaron a la perfección y ella introdujo la lengua en su boca para explorar sus húmedos recovecos.
Las manos de Draco volvieron a deslizarse por si corset, está esta vez para moverse con celebridad por su espalda y luego a sus pechos. Encontró el cierre y lo bajo un poco, sólo lo suficiente para acceder a sus pezones, que al llegar a ellos los pellizco suavemente dándole placer y al mismo tiempo permitiéndole a ella llevar el ritmo de la seducción.
La rígida longitud de su erección de presionó duramente contra su sexo y ella movió las caderas creando una deleitosa fricción que lo hizo gemir desde lo más profundo de su pecho y que avivó el beso aún más.
Sabiendo lo que él deseaba, lo que más ansiaba, desplazó la boca a su mandíbula y le rozó el cuello con la nariz mientras descendía con los labios y la lengua. Le lamió avidamente las tetillas y él entrelazo los dedos en su cabello cuando sus dientes llegaron al vientre  y empezó a lamerle el ombligo, Draco se movió hacía atrás y ella encontró una postura relativamente comida entre sus piernas, desde la que consiguió desabrocharle el botón del pantalón y bajarle lentamente la cremayera. Intentando no ceder a la impaciencia por tocarlo de aquel modo tan íntimo, de aprender la forma, la textura y él sabor de su cuerpo masculino, sin ninguna barrera material entre ella y su carne.
Él la agarró de la muñeca antes de que pudiera seguir avanzando, y cuando ella lo miró a los ojos vio que tenía el rostro en tensión por el deseó y la necesidad más acusiante.
-¿Estás completamente segura?
-Sí, completamente- respondió ella pellizcandole a través de los calzoncillos de algodón y contemplando fascinada como se estiraba su hermosa erección- quiero poner en práctica lo que me enseñaste  anoche sobre sexo oral. Y noe refiero a la bebida.
La respuesta de Draco fue un estremecimiento que le recorrió todo el cuerpo. Le soltó las manos y le permitió empezar. Ella le agarró la cintura del pantalón y calzoncillo y él levantó las caderas para que pudiera bajarselos hasta los muslos, liberando su sexo erguido. Hermione se humedecio los labios con la lengua y le tocó la punta del pene, maravillandose de la suavidad aterciopelada del glande, que contrataba fuertemente con la dureza abrazadora del tejido eréctil.
La imagen de su virilidad y excitación masculina hizo que un torrente de calor y húmedad la anegara, pero aquella tarde era para Draco. Ella ya tendría lo suyo más tarde, por la noche.
Le rodeo el grosor con los dedos y con la otra mano le acarició los testículos. La respiración del platinado se aceleró y sus músculos se tensaron cuando cuando ella separó los labios y se metió su sexo en la boca.
Había algo poderosamente estimulante en tener la parte más masculina de Draco llenándose la boca y en ejercer un control completo de su placer. Y había algo maravillosamente provocativo en los empujones que daba él con la parte más vulnerable de su anatomía. Se sentía increíblemente sexual y desinhibida, el pulso se le aceleró en un ritmo frenético de excitación. Su máximo deseó era llevarlo al orgasmo.
Recordando las técnicas que él le había enseñado la noche anterior, combinó los labios y la lengua lamiendo rítmicamente en círculos y finalmente añadió una succión constante que provocó una violenta sacudida de sus caderas y un gemido ronco de su garganta.
Los dedos de Draco se aferraron a sus cabellos, tirando de ella y luego intentando separarla a medida que se aproximaba el clímax.
-Herms...Hermione!?- susurró con Voz temblorosa intentando avisarla.
Ella ignoro su advertencia y siguió poniendo todo su empeño en la tarea, lamiendo y succionando el miembro en toda su longitud. Y en tonces, con un rugido que se elevó desde su pecho y con todos los músculos en tensión infinita, Draco cedió al torrente de placer que expulsó su cuerpo. Y ella no se apartó hasta que los últimos temblores cedieron, y Draco se desplomó  contra el asiento con los ojos cerrados y jadeante, como si acabara de correr una maratón.
Parecía total y deliciosamente consumido y eso satisfacio a Hermione más que un orgasmo propio, ya que había sido ella, la responsable de aquella expresión aturdida. Se colocó a su lado y se fijó en que las ventanas estaban empañadas por el calor que habían generado. Sintió el impulsó infantil de escribir algo íntimo en el cristal, como "Quiero a Draco" algo que lo reclamará para ella sola.

Disculpen la tardanza, espero les haya  gustado...gracias por leer

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