Capítulo 9: "¿Qué me sucede?

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- Muchas gracias, prometo no defraudarte ni a ti ni a Jade. - Sonrío.

Creo que será un gran día...

CONTINUACIÓN...

Luego de aquella charla con algunas propuestas de por medio, continuamos el paseo observando cantidades excesivas de tiendas de ropa. Todo era fantástico debo decir, aunque bastante caro. Pero al parecer para Rebecca no parecía ser un problema, todo lo contrario.
Mientras observábamos un par de cosas hablábamos tonterías, cuando pasamos por una vidriera de la cual Rebecca mira de reojo y se regresa de inmediato.

- Guau ¡mira ese pantalón! Está bellísimo, ay no, necesito probármelo. - Dice tomando de mi brazo y prácticamente empujándome hacia el interior de la tienda, sin siquiera darme tiempo a responder.

- Buenos días, quisiera probarme el pantalón que está en vidriera, ¿puede ser? - Pregunta a la empleada con cara de feliz cumpleaños que se encuentra detrás del mostrador.

- Por supuesto señora. - Responde con una sonrisa.

Sin más, saca el pantalón de la vidriera y se lo da.

- Estoy segura que es su talla. - Dice la chica observándola.

- Espero. - Contesta Rebecca mientras sonríe.

Toma el pantalón, y mientras la muchacha nos guía hasta el probador, Rebecca me pide que la acompañe.
Los probadores eran extremadamente grandes a comparación de las tiendas a las que yo estaba acostumbrada a ir, y ni que hablar de lo lujosos. Eran dignos de Rebecca.
Al llegar a ellos Rebbeca elije uno y entra.

- No te quedes ahí afuera, entra. - Dice al verme que planeo quedarme allí afuera parada.

Entro algo insegura y me siento en un puf que se encuentra al lado de la puerta, colocando mis manos en las piernas.
Rebecca deja su bolso sobre otro de los puf, y cuelga la percha con el pantalón en unos ganchos que hay sobre la pared. Para luego comenzar a sacarse los zapatos, y seguido de eso el pantalón.

Mierda, esto no va bien...

- Ay no pongas esa cara Savannah, no tengo nada que tú no tengas. - Ríe mientras comienza a bajar el pantalón por sus piernas, y dejando su trasero al descubierto con aquella tanga negra de encaje.

Sin saber por qué mis mejillas se sonrojan y comienzo a sentir un calor inoportuno que sube desde mis piernas, ascendiendo hacia todo mi cuerpo y se mantiene en mis mejillas, las cuales hace arder.
A decir verdad sí, las dos éramos mujeres y no tenía nada de malo. Pero había algo que llamaba mi atención y que definitivamente yo no tenía, y era ese enorme y contorneado trasero.
Me sonrojo aún más al ver que el pantalón de la vidriera se le traba justo debajo de sus glúteos, y comienza a esforzarse y a quejarse para hacerlo subir.

- Mierda. - Se le escapa mientras se queja.

Yo he quedado perpleja y aún no sé la razón. Pero debo admitir que me sorprende el hecho de que esta mujer pase los 40 y se conserve de tal forma como si tan solo tuviera unos 20 años menos.
Bosco debe andar hecho un bobo.
Trato de no reir por aquellos inoportunos pensamientos y vuelvo a la realidad.

- ¿Entró? - Se me escapa seguido de una risa.

- No seas mala, odio que siempre ocurra eso. - Dice a modo de una niña pequeña. Me ha dado ternura su expresión.

- Al menos tienes para presumir, yo tengo 22 y no llego ni a la mitad de eso. - Río nuevamente.

- Eras una criatura hermosa, no sé de qué te quejas. - Dice mientras se sube la cremallera del pantalón y se lo acomoda un poco.

SAVANNAHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora