2

3.2K 72 6
                                    

Querido Daniel,

te escribo otra vez, pero esta vez no estoy sentada delante de mi portátil.
La terapeuta me ha recomendado escribir en papel y no en el ordenador. Ella opina que con el papel tengo mucho más contacto y si me equivoco puedo tachar lo que está mal y corregirlo, pero aún así tendré el error ante mis ojos y me ayudará a darme cuenta que no todo tiene que ser perfecto, mientras que si uso el ordenador es algo mucho más frío y sin sentimientos, algo que me permite borrar mis errores sin aprender nada de ellos. Sinceramente no entiendo como todo esto me puede ayudar, me parece una pérdida de tiempo, además me hace recordar cosas que quisiera olvidar, y me hace mucho daño.

Desde que te he perdido mi hermana me ha estado insistiendo en que visite a una psicóloga, pero nunca le he hecho caso. Yo no estoy loca, por lo tanto no necesito ni terapia, ni psicóloga ni nada de eso. ¿Quien no ha sufrido alguna vez por amor? Nadie. Hasta mi sobrina de seis años ha llorado porque el niño de su clase le ha regalado un caramelo a su amiga y a ella no. Llegamos al mundo con la necesidad de ser amados y si en algún momento esa necesidad no es saciada sufrimos. Desde luego que hay muchos tipos de amor, y aunque lo neguemos, somos dependientes de él.
Está el amor que siente una madre por sus hijos y viceversa, el amor que se siente por los amigos, el amor por las mascotas, el amor alocado de cuando se es adolescente, el amor por una profesión, el amor a una religión, el amor a un país, el amor a una afición.
Y en una sección muy sensible de nuestro corazón está el amor verdadero. Aquel que te hace sentir mariposas en el estómago, aquel que te hace ver la vida de otro color, aquel que cuidas como el tesoro más preciado, aquel que te hace estar completo. Pero en este mundo nada es eterno, todo se marchita en un abrir y cerrar los ojos, y el amor verdadero desaparece, llevándose consigo cualquier otro tipo de amor.

Ya no siento mariposas en el estómago, mi vida ya no tiene colores, mi tesoro más preciado lo está cuidando otra persona y me siento más vacía que nunca.

Siempre tuya
Nerea

Cartas al olvidoWhere stories live. Discover now