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Querido Daniel,

hoy he aprendido una gran lección de una personita muy especial.
Mi hermana me pidió que recogiera a Marina, mi sobrina, a la salida del colegio porque a ella le había surgido un imprevisto en el trabajo y no llegaría a horario.
Cuando Marina me vio en la puerta de su colegio corrió hacia mi y se lanzó a mi cuello, como un pequeño mono. Esa niña es tan alegre que es imposible no sonreír al verla.
Le pregunté que había hecho hoy en el colegio y muy entusiasmada sacó un dibujo de su mochila. En el dibujo se veía una niña con una gran sonrisa junto a un perro, sonriente también.
Me dijo que la maestra les había pedido que dibujen algo que los hacia felices.
Entonces dijo unas palabras que me hicieron pensar en mi situación y darme cuenta que necesito un cambio.

«Mi perrito ya no está más en casa porque un día había una tormenta muy grande con muchos truenos y él se asustó y salió corriendo de casa y no lo hemos encontrado más. Pero no estoy triste, porque mamá me ha dicho que seguro lo ha encontrado otra niña y ahora lo cuida. Además siempre pienso que era muy divertido cuando estaba en casa, jugábamos siempre con su pelota y era muy gracioso verlo correr, entonces me pongo feliz.»

No entiendo como una niña de seis años puede ser tan madura y darme una lección de vida tan importante.

Me he dado cuenta que hasta ahora he estado hundida en pensamientos negativos sin darme cuenta que podía aferrarme a los recuerdos positivos, que son muchos. He decidido que a partir de ahora habrá un cambio en mis cartas. En lugar de decirte lo mucho que te echo de menos te recordaré lo mucho que te quiero y te contaré todos nuestros momentos más bonitos.
Te contaré mis sueños y mis deseos y te diré un secreto que nunca me atreví a contarte.
Pero no quiero abrumarte dándote toda esa información en una sola carta, así que tendrás que esperar a que siga escribiendo. Una carta por día.

Siempre tuya
Nerea

Cartas al olvidoWhere stories live. Discover now