Bienvenida (Revisado)

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Cesó sus pasos traviesos al escuchar la voz compungida de su madre, retrocedió permaneciendo detrás de la pared en absoluto silencio. Sabía que no podría ser reprendido por su hermano mayor como era costumbre, pues este se encontraba entrenando en aquel sitio donde llevaba ya un par de años haciéndolo. Él mismo había querido acompañarle varias veces para saciar su curiosidad, pero tan solo obtenía negativas de todos y una mirada indescifrable del primogénito.

-Sabías que este día llegaría, es considerado el más grande honor y aun así...

-¡Preferiría mil veces que le cedieran ese honor a alguien más!

-Esta aldea le queda pequeña...

-¡Esta aldea es su hogar!

-Nosotros queremos verlo así, pero jamás lo fue, desde que nació llevaba esa estrella, no podemos oponernos a la voluntad de los Dioses...

De pronto todas las piezas del rompecabezas se unieron en su mente.-Se irá.-Murmuró poniéndose la pequeña mano en la boca, recordando aquel destino que, en otra ocasión semejante a esta, había escuchado que los de su estirpe tenían. Sería enviado a aquel santuario a servir a una diosa ajena a sus creencias, al pequeño Arles aun no le quedaba claro el origen de esa tradición sin sentido, pero sospechaba que moriría con esa duda.

Arles corrió al ático, los rayos del atardecer se colaban débilmente por el tragaluz, alumbrando aquello que sabía podría ayudarle, ellos eran una familia de renombre y tenían a su resguardo documentos importantes. El menor adoptó la mala costumbre de escuchar tras las paredes y en una de esas conversaciones descubrió que había un antiguo mapa a lo que era ahora la nueva lemuria, más no tenía idea del porque se había resguardado tan celosamente en vez de exhibirse en algún museo o replicarse para hacer su comunidad más grande. Tan solo sabía que, si se lo daba a su hermano mayor, al contrario del resto de los lemurianos enviados al santuario podría volver.

Como suele suceder, tras paredes uno escucha la mitad, y la edad te va enseñando a discernir lo que está bien y lo que no, el pequeño Arles estaba a punto de cometer una imprudencia sin precedentes.

...O...

Sentía que el corazón se le saldría del pecho, juraba que los demás podían escucharlo a pesar del bullicio y aunque Shaka iba justo al lado suyo esto en vez de causarle seguridad le preocupaba todavía más, su rubio era terco como él solo y a pesar de que confiaba ciegamente en sus habilidades, no quería que llegasen al grado de tener que hacer uso de ellas.

El peli lavanda los había mantenido ocultos todo este tiempo, evaluando la situación conforme caminaban y al parecer nadie hacia un intento por saber quién era él ni que estaba haciendo ahí, cosa que le llamó poderosamente la atención.

Estaba en eso cuando un hombre corpulento le cerró el paso, ostentaba una cara de pocos amigos y una mirada que le escrudiñaba sin un ápice de disimulo.

-¿Lo tienes?-Preguntó tajantemente, por lo que Mu supuso que se refería al pergamino.-Entrégamelo y puede que así te perdone la vida por traicionar a tu propia estirpe.

-Llegue aquí por una razón y no pienso abandonarla, estoy buscando a Arles, hermano de mi maestro Shion de Aries.-Dijo viéndolo con determinación, su voz firme y serena.-Mi nombre es Mu, mi misión es encontrarlo y pienso retirarme en cuanto lo haga, no tengo ningún interés de permanecer aquí y sospecho que usted sabe perfectamente el porqué.

Aquel hombre le sonrió.-Muchacho, recibiste tremendo castigo por meter tus narices donde no te llaman, ahora entrégamelo.

-¿Castigo?-Preguntó al aire, pero con esperanzas de obtener una respuesta.-Respecto a Arles, quiero verlo, dígale que tengo un mensaje de su hermano...

Un viajeWhere stories live. Discover now