Capítulo ocho

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La misión acabó, todos se dirigieron a la enfermería pero ella fue directamente a su habitación.

– ¡Robin!– chillo Nightwing. – ven a la enfermería.– siguió andando. – joder, Deméter.– cogió su mano. Le dio una fuerte patada en respuesta, lanzándolo varios metros.

– no me toques Nightwing.– siseo con desprecio. 

Llegó a su habitación y se tiro al suelo, las voces la consumían junto con el dolor. Se quitó el traje con sumo dificultad, se dirigió al baño y se metió a la ducha. Se dejó caer en la regadera, abrió la ducha y sollozo del dolor. El profundo y tan conocido dolor.

– no entiendo a que viene su actitud.– dijo Star ya en la enfermería.

– nunca deja que nadie vea su cuerpo, o trate sus heridas.– respondió el héroe de Blüdhaven.

Superboy se veía decaído al igual que chico bestia.

– superboy, ¿Qué pasó? – interrogo Raven.

– yo...– 

– perdí el control.– empezó Garfield.– salí corriendo tras Klario, solo lo veía a el. Caí en una trampa, superboy apareció detrás de mí. Me ayudó, Robin se quedo sola contra el mercenario...intentamos volver, pero vimos los rehenes...y...– 

– ¡¿que hiciste que?!– gritó Dick.

– cálmate Dick.– ayudo Kori. 

Nightwing intentó salir corriendo de la sala, olvidándose de las heridas, pero Raven lo detuvo. Se interpuso en la salida, y negó con el rostro.

– iré a verla.– 

– ¡es mi hermana!– gritó desesperado Dick.

– no te dejara entrar.– 

– ¿y crees que a ti si?– rugió con desprecio.

– no, pero podre curarla, ni siquiera entrare a la habitación.– 

– Dick deja que valla.– intento conciliar Kori.

– lo siento...yo lo siento mucho.– gimió superboy. 

Raven salió de la habitación, Dick se enfureció quería golpearlo, joderlo vivo. Expiró, puso su mejor sonrisa, y volvió a acomodarse junto a Kori. La Tamaraniana les dio una mirada severa, ya tendría mas tarde una charla con ellos.

– Deméter.– llamó con suavidad Raven.– voy a entrar.– 

Sabía que la morena no escucharía pero tenía que hacerlo así. Oyó la regadera y se dirigió al baño, la vio allí tiritando por el frío, la sangre chorreando junto al agua, las maracas verde incandescente por todo su cuerpo, como si fueran tatuajes, adheridas; con todos esos espíritus a su alrededor, atormentándola, con el en su interior devorándola. Escuchó un sollozo. 

Sintió como la energía demoníaca se agolpaba en un punto en especificó, intentando eliminar algo de su torrente sanguíneo, una bala, supuso, por el tamaño y la profundidad.

– voy a ayudarte. Pero primero, voy a acercarme para poder examinarte.– ella negó.– solo es un escáner.– 

– ¡no!– rugió.– estoy todo hecha un desastre, ahí dentro... eso, yo también.– respiro de forma mas pesada. Por lo menos había podido hablar con ella, lo cual era un inicio.– vete.– sentenció.

– no puedo.– 

– no puedes ayudarme.– sus ojos se inundaron de verde, ese verde tóxico que conocía tan bien.

Se puso de pie a duras penas, las marcas tomaban cada vez mas color, sus ojos resplandecían como el fuego. 

– me voy.– cogió ropas de civil, se acomodó dentro de una chaqueta sin nada mas debajo, unos vaqueros y unas botas. 

Busco unas llaves y una cartera antes de salir. Salió de la habitación, pasando por el lado de la maga sin mirarla, a la vez que hacía que sus marcas se esfumaran de su rostro. Raven permaneció frustrada en la habitación, sin importar que hiciera ella no la dejaba acercarse, recelaba de su persona; ya sabía que le había dado motivos de sobra, pero por todos los infiernos, el nigromante le había dado muchos mas y aun así lo apreciaba mas que a ella. Suspiró resignada, saco un teléfono y llamo al hombre en cuestión. 

– dime pequeña.– 

– esta herida, no se adonde va y esta toda revuelta.– informó.

– gracias.– fue la respuesta antes de colgar.

Salió de la habitación, iría con Garfield y se revolcaría un poco con el; tenía que tener los recuerdos a flor de piel, sus traumas y pesadillas, y esa maravillosa sensación de culpabilidad por saberse salvado a costa de su compañera.

Puede que entendiese porque Robin no confiaba en ella: era ese lado demonio que no reprimía, que gustaba del dolor humano, del cual renegaba siempre, lo que la molestaba; en ese aspecto el rubio nigromante era mas sincero, era un cínico y un sádico, pero lo promulgaba a los cuatro vientos.

Sus Ojos (Damian Wayne)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora