Capítulo cuarenta

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–estas mejor ahora. – le dijo Thompkins mirando las radiografías. – bastante mejor de lo que esperaba. De todas formas, te cambiaré la medicación. Si no vuelves a... ¿a retener energía? – dudo por ante el termino. – te sentirás mejor, todo lo bien que te puedas sentir. –

Ambos Wayne la miraron. Era la primera vez que Bruce la acompañaba a una cita médica, y se alegraba por ello. Había podido ver las cicatrices del cuerpo de la menor, y comprobar de primera mano su estado físico.

– recuerda no tomar otras medicinas a parte de las que te doy, o tendrás un coctel ahí dentro. –

–lo sé. – el recordatorio era innecesario pensó la morena, ya sabía que no debía de mezclar los medicamentos.

–por lo que a mi respecta, puedes volver a practicar tus hobbies nocturnos querida. – sentenció con sorna, refiriéndose a las patrullas.

Ambos Waynes' salieron de la consulta, rumbo a la farmacia, donde debían de comparar la nueva medicación. En el camino se encontraron con muchos mirones, gente cuyas vidas carecían de sentido, y por ello debían de cuestionar la de los demás; ese era uno de los inconvenientes del apellido Wayne, pensó la joven, la excesiva atención que recibía en la calle. Se alejó de forma moderada de su padre: a estas alturas explicar quién era ella y de donde salió era complicado, y poner distancia en público era una mejor estrategia.

Todo iba bien, hasta que en el fondo del pasillo apareció Helena, con un vestido negro ajustadísimo, llamando la atención de todos. La al Ghul la vio, e ignoró de paso, creyendo que saltaría a los brazos de su "papi". Y saltó, pero no hacía Bruce, sino hacia ella; la sostuvo uno segundos, por instinto más que nada, y Helena comenzó a llenarla de besos mientras le decía lo preocupada que estaba. En menos de un segundo, estaba envuelta en sus brazos, oliendo su colonia de Ch, con marcas de pintalabios por toda la cara. El momento llamó la atención a más de un curioso, que se detuvo y sacó el móvil para tomar fotos.

–¡muévete Helena, no m-e dejas respirar!– reclamo.

–upsss. – se separó mínimamente, para mirarla a la cara con una gran sonrisa. – me alegro de que estés bien. –

–claro que lo estoy. – chisto.

Helena no dejó de abrazarla, es más, cuando se proponían seguir andando, se cogió del brazo de la menor de forma elegante, para dejar que fuera ella quien la guiase por el espacio.

El farmacéutico que los atendió no podía disimular su asombro ni la curiosidad, no todos los días veías a dos Waynes'.

–ho–hola. – carraspeo el hombre, intentando adoptar un tono serio. – ¿en qué puedo ayudarles? – el padre de ambas le extendió la receta, diciendo unos leves por "favor y gracias".

–entonces, ¿has vuelto a la mansión? – Deméter solo asistió. – eso es bueno, ¿cuántos días te ha dado Lesly de reposo? –

–ya los acabé. –

–perfecto. Vamos de vacaciones. – propuso emocionada.

–sería buena idea. – apoyo el padre.

–imagínalo Demi, tu y yo en las islas Filipinas o donde quieras, con la arena y el sol. –

–pensé que hablabas de unas vacaciones familiares Helena. – la morena mayor torció el gesto.

–no. La verdad es que hace tiempo que Demi y yo no pasamos tiempo de hermanas, sin hombres. Pensé que después de lo de las compresas no te importaría. – dijo comentando el incidente del que toda la ciudad se hizo eco.

Sus Ojos (Damian Wayne)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora