No lo busques, deja que te encuentre.

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Daniel caminaba de puntitas en la oscuridad de la habitación con los zapatos en las manos, se los había quitado para no hacer ruido con la suela. Era demasiado tarde ya, por eso le tocaba andar como la pantera rosa para no despertar a David; tenía muchos motivos para no hacerlo, pero el principal era que le daba mucha vergüenza.

Pensaba que lo estaba logrando cuando de repente la luz de la habitación se encendió.

-¿Qué horas son estás de llegar?-Le preguntó David sentado en la cama como una mamá trasnochada

-No, mejor ¿Qué día es este de llegar? No, espera, ni me lo digas, ya sé con quién estabas, apestas a él- dijo tapándose la nariz.

-Jaja Hola- Saludó Daniel avergonzado, justo eso era lo que quería evitar.

Que momento tan incómodo y más cuando lo único que vestía eran los panties y la camisa de Camiel que gracias al cielo le llegaba a los muslos de lo grande que le quedaba...

-... Así que te fue bien con él- Afirmó David.

Daniel asintió.

-¿En qué quedaron?-

-Ahora soy su Omega ¿Puedes creer? ¡Tu plan funcionó!- Dijo Daniel sonriendo tontamente de lo feliz que era.

-Todo un milagro...-Murmuró David.

-¿Qué dijiste?-La verdad es que no lo había escuchado porque habló muy bajito.

-Nada jaja, Cielos... Anda a bañarte, hueles muy mal- Lo decía porque era verdad, apestaba a Macho Alfa... A semen de macho Alfa para ser exactos, también a sudor.

Daniel se puso rojo y asintió, sabía a qué se refería.

Además de oler al efluvio de Camiel sabía que estaba apestando a sexo, y le agradecía de todo corazón que se abstuviera de decir específicamente a qué olía.

Qué vergüenza.

Empezó a caminar hasta el baño pero una carcajada por parte de David lo detuvo.

-JAJAJAJA Ni siquiera puedes caminar bien ¿estuvo rudo no?-Le dijo atrevidamente, Daniel rojo como un tomate le lanzó los zapatos que tenía en las manos.

-¡C-Callate!- Y sin más se metió al baño cerrando la puerta.

Todo era terriblemente vergonzoso, los demás podían oler en él cuando había tenido sexo y cuando no, no había manera de tener eso en secreto, no sentía que tenía privacidad.

Suspiró empezando a quitarse las pocas prendas que llevaba.

David había notado que caminaba raro, mentiría si dijera que no le dolía el culo, después de haber hablado con Camiel sobre lo que serían habían seguido haciéndolo como conejos...

Había sido arrastrado por Camiel en la mañana del día anterior y había regresado en la noche del día siguiente y aunque su cuerpo producía lubricación no era suficiente para tantas horas de sexo, era natural que ahora estuviera dolorido.

Se miró las caderas, como pensaba, Camiel le había dejado marcados los dedos, tenía la piel de ahí enrojecida, sonrió, todo parecía un sueño.

Se metió bajo la regadera con miedo de que si se mojaba despertaría, por eso lo hizo rápidamente y luego se miró las caderas, pero no, ahí estaban las marcas, la prueba de que había sido real, se sentía bien pensar que Camiel ahora era sólo suyo...

Pero eso sí, desde que había aceptado a Camiel como su Alfa tenía claro una cosa, o bueno, dos.

1. Haría que Camiel se enamora de él a como diera lugar, él tenía que amarlo.

DIOS NOS JUNTÓ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora