Capítulo XVIII

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Luego hacer el amor una vez más, ducharse juntos y de paso, juguetear un buen rato con la espuma, como si de dos niños se tratara, entraron a sus respectivos vestidores y entre tanta ropa, escogieron unos atuendos menos formales a los que acostumbraban después de todo, por ese día, se olvidarían de todo lo que tuviera que ver con la oficina.

Cuando Sophia salió de su vestidor, se topó con un apuesto y gallardo Edrick, perfectamente vestido y perfumado, estaba sentado sobre la cama, texteando algo en su móvil y cuando sintió su presencia, alzó la mirada para toparse con la suya, luego de admirarla unos segundos de pies a cabeza, le regaló una seductora sonrisa que casi provoca que ella se desmaye, era tan hermoso cuando sonreía, que no podía dejar de admirarlo.

—Estás preciosa—e dijo él poniéndose en pie y acercándose a la vez.

—Gracias—susurró cautivada por su mirada azulada—aunque no es la gran cosa—agregó, bajando la vista al sencillo outfit que había escogido y que consistía, en unos vaqueros talle alto negros y ajustados, un suéter crop top mangas largas rojo, unas botas bajas de tacón mediano cuadrado del mismo color y un gorro de lana también rojo. El cabello lo llevaba suelto en unas ondas naturales, maquillaje suave y labios con brillo rosa.

—Para mí si lo es, me encanta verte así, te ves hermosa y lo que sea que uses, te queda estupendo.

—Tu tampoco te quedas atrás— reconoció maravillada—luces guapísimo cuando te vistes así.

El alzó una ceja coqueto.

—¿O sea que de traje no me veo bien?

Ella sonrió.

—Por supuesto que sí y lo sabes, pero, es muy raro verte como hoy, los vaqueros te van bien—admitió, admirando su escultural y varonil figura, cubierta por unos jeans azules, una camisa de cuello alto mangas largas azul marino, botas café oscuro al igual que la faja, una bufanda y una gabardina beige.

—Pues, gracias—dijo divertido, girando en 360 grados para que lo contemplara a sus anchas.

Sophia se carcajeó.

—¿Ya estás lista para irnos? ¿Te parece si también desayunamos fuera?

—Me encantaría, solo voy por mi bolsa y mi abrigo.

El pelinegro asintió.

Después de conducir por alrededor de media hora, llegaron al restaurante donde iban a desayunar, al bajar de la camioneta, entrelazaron sus dedos y Edrick experimentó una calidez reconfortante al tomar esa pequeña mano, miró al perfil de su esposa y sonrió para sus adentros, definitivamente, esa asombrosa mujer, comenzaba a cambiarle la vida.

Ya instalados en la mesa, les tomaron sus respectivas órdenes y cuando se quedaron solos, se vieron a los ojos directamente, por un tiempo prolongado.

—Me pones nerviosa cuando me miras así— confesó Sophia con el rubor increpando en sus mejillas.

Edrick se mordió los labios.

—¿Así cómo? —se hizo el desentendido, le encantaba ponerla mal.

—Así, como lo estás haciendo ahora— murmuró ya con los nervios a flor de piel.

—¿Y qué puedo hacer si me fascina mirarte? —Eres tan bonita, que mis ojos no pueden alejarse de ti.

Ante esas palabras, la castaña suspiró emocionada. Por Dios, ya estaba perdidamente enamorada de él y ni siquiera sabía si el sentimiento era mutuo. ¿Sería posible que Edrick Paltrow, estuviera enamorado de ella?

UNIDOS POR CONTRATOWhere stories live. Discover now