Capitulo XXVIII

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Los días siguieron corriendo lentamente y con ellos, la tristeza y desamor que a ambos embargaba, la soledad que ya se había vuelto parte de sus rutinas diarias y el dolor asfixiante en el pecho que no los dejaba vivir en paz. Noches en las que en silencio lloraban recordando los pocos y bellos momentos que habían pasado juntos, cuando reían y jugaban, recuerdos que ahora solo eran lejanos, tristes y dolorosos.

Señor Paltrow, su padre está aquí y desea verlo— anunció Jazmine a través del teléfono.

Hágalo pasar, por favor.

De inmediato.

Edrick se levantó de su escritorio, lo rodeó y esperó que este ingresara a la oficina. ¿Qué hacía ahí? —se preguntaba, extrañado de que no le hubiese avisado como cada vez que iba a visitarlo.

Buen Día—saludó el señor William muy serio, al ingresar a la imperial oficia.

Vaya sorpresa se llevó el magnate, cuando divisó a Shantal entrar detrás de su padre.

—Buen día, papá— saludó igualmente serio, sin quitarle los ojos de encima a la indeseable mujer que ahora estaba en su despacho.

—Ella viene conmigo—agregó su padre, cuando notó cómo su hijo, miró con recelo a la rubia—. Necesito tratar un asunto muy serio contigo.

El pelinegro comenzó a temer lo peor, cuando notó como Shantal sonrió.

—Si quieres que hablemos, te agradecería que lo hiciéramos solos, no en presencia de esta mujer.

La rubia lo fulminó con la mirada.

—Necesito que Shantal esté presente—objetó su progenitor y Edrick se mordió la lengua para no decir una grosería.

La presencia de ella ahí, no presagiaba nada bueno.

—¿Es verdad que Sophia se fue de la casa? ¿Y que ustedes dos están divorciándose? —Lo escuchó preguntar repentinamente y casi se le sale el corazón por la boca.

—Sí— se limitó a responder, tras ver la sonrisa victoriosa de la detestable mujer frente a él—pero este es un asunto que no pienso tratar en frente de esta— añadió el magnate, mientras les daba la espalda y se encaminaba a la seguridad de su escritorio.

—Pues tendrás que hacerlo— aseveró el señor Paltrow— porque gracias a ella, pude darme cuenta de lo que está pasando aquí—espetó molesto.

—¿Y qué es lo que está pasando? —cuestionó Edrick alterado, todavía sin tener claro que hacía su padre en su oficina con esa mujer.

—PASA QUE NOS ENGAÑASTE, EDRICK, NOS ENGAÑASTE A TODOS, TE CÁSASTE CON SOPHIA Y TODO POR UN MALDITO NEGOCIO.

El color abandonó el rostro del guapísimo empresario.

—Eso no es cierto— negó— no creas todo lo que te dice esta mujer, papá.

—YO NO SOY NINGUNA MENTIROSA, TENGO PRUEBAS DE QUE TODO LO QUE LE DIJE A TU PADRE, ES CIERTO— vociferó Shantal encolerizada, sacando unos documentos de su costosa cartera y tirándolos con enojo sobre el escritorio—. Eran los papeles del contrato que habían firmado Sophia y él meses atrás.

Edrick se quedó estupefacto.

Maldita Shantal y maldito abogado— pensó.

Seguramente el muy mal nacido, se había dejado engatusar y comprar por una buena suma de dinero, era la única explicación lógica para que ahora esos documentos, tan privados, estuvieran desperdigados en su escritorio. Ahora entendía, porque tenías días sin tener noticias suyas, lo había traicionado.

UNIDOS POR CONTRATODonde viven las historias. Descúbrelo ahora